Prácticamente acababa de empezar el nuevo siglo cuando el fondo marino comenzó a notar ya las consecuencias del cambio climático, cuyo efecto más claro y notable ha sido el aumento de la temperatura de los mares y océanos. Incremento que afecta en primer lugar a las comunidades biológicas que habitan bajo el agua y suponen un cambio radical en sus estructuras.
Es el caso de las algas frondosas que entonces poblaban el fondo de los mares, como el Cantábrico, y que proporcionaban alimento a un sinfín de especies, además de ejercer de elemento vertebrador del ecosistema marino. Una de estas especies de algas era las Ascophyllum nodosum y durante estas dos décadas han ido disminuyendo de una forma tan progresiva que en la mayor parte de zonas han desaparecido por completo.
Si hablamos de la desaparición de las algas que pueblan las profundidades de los mares, es probable que el asunto no genere excesiva preocupación en el ciudadano de a pie, sin embargo sí lo hará cuando establezcamos la siguiente comparativa, y es que la pérdida de algas en el lecho marino es equiparable a arrasar con todos los árboles (castaños, robles, hayas, etc) de la Cordillera Cantábrica.
Y así, con la desaparición de estas algas se han esfumado también todas las especies que entre ellas habitaban, bien en períodos concretos, como por ejemplo cuando desovaban, o bien durante toda su vida. La ausencia de estas algas es consecuencia también de la aparición de un tipo de peces, más propio de aguas subtropicales, que son los peces herbívoros.
La cuestión es saber qué sucedió antes. De eso se ocupa desde hace un año y medio un equipo de investigadores de Asturias y Madrid. Dentro de este equipo se encuentra el profesor de Ecología de la Universidad de Oviedo, Julio Arrontes para quien el cambio climático es el desencadenante de todo este proceso.
“Sus efectos se dan desde hace décadas, lo saben pescadores y mariscadores, lo sabemos los investigadores”, reconoce, y lo sabe, en definitiva, cualquier persona amante del mar. El aumento de la temperatura del agua, también la subida de las temperaturas atmosféricas, provocan la desaparición de especies que son propias de aguas frías. Así ha bajado mucho la población de peces y mariscos, para ser sustituidos por otras especies de aguas tropicales, como por ejemplo el pez herbívoro que se alimenta de las Ascophyllum nodosum.
¿Es preocupante? “Se preocupa quien se quiera preocupar”, responde tajante el profesor Arrontes. “El cambio climático está aquí y es irreversible, estamos a tiempo de que no vaya a peor, pero sus efectos ya son drásticos”, explica este investigador para quien lo que está sucediendo sí, es muy preocupante.
El cambio climático está aquí y es irreversible. Estamos a tiempo de que no vaya a peor, pero sus efectos ya son drásticos
La situación es tan clara como la que refleja estas dos fotografías. Ambas pertenecen a la playa de Porcía, ubicada en el occidente asturiano y localizada entre los concejos de El Franco y Tapia de Casariego. Las dos han sido tomadas en una zona más o menos cercana del arenal y en las dos pueden verse rocas, más o menos cubiertas, de algas de la especie Himanthalia elongata, comúnmente conocida como Correa o Spaguetti de mar.
Lo que diferencia a ambas fotografías son 20 años. La primera está hecha en el año 2000, y la segunda, ya sin prácticamente ninguna alga, es de la pasada primavera. A lo largo de estos 24 años la Himanthalia elongata, ha desaparecido.
Proyecto en la ría de Villaviciosa
A pesar de su extinción en muchos espacios, o del proceso de desaparición en otros, aún quedan lugares “refugio” para el alga Ascophyllum nodosum donde ha conseguido mantenerse. La ría de Villaviciosa, en el concejo homónimo del oriente asturiano, es uno de estos lugares.
Así, con la intención de evaluar las causas que han llevado a la desaparición de las grandes algas del fondo marino en el Cantábrico, y teniendo en cuenta su desconocido proceso de conservación en la ría maliaya, investigadores de la Universidad de Oviedo y de la Rey Juan Carlos de Madrid han desarrollado un proyecto, a pequeña escala, que consistió en el enjaulamiento de estas algas para ver cuál era su reacción.
Los primeros resultados fueron satisfactorios. Y es que el hecho de evitar que los peces herbívoros accedieran a ellas facilitó su conservación y hasta su reproducción. Estos buenos resultados han llevado al equipo de investigadores a solicitar permiso a la Demarcación de Costas en Asturias para acometer, de nuevo, este mismo proceso, pero a mayor escala.
De esta forma instalarán tres cercados de mayores dimensiones, que volverán a aislar a las algas de su “depredador” para confirmar que lo que inicialmente pareció funcionar, funciona.
El profesor Julio Arrontes, no es optimista, en tanto en cuanto es consciente de que si el aislamiento de las algas garantiza su supervivencia, sabe que si dejan de estar aisladas volverán a ser devoradas.
Sin embargo, gracias a esta investigación se habrá conseguido una herramienta que proporcionar a los gestores, en este caso, de la Reserva Natural de la Ría de Villaviciosa u otros espacios naturales marinos, para recuperar el lecho de algas.
Villaviciosa no es el único espacio en el que se está desarrollando esta investigación, que también se está llevando a cabo en la zona de Burela (Galicia), si bien en esta zona de la costa gallega la conservación de estas especies es “algo mejor”; también en las costas rocosas de Tapia de Casariego (Asturias); y en la ría de Tina Menor (Cantabria), adaptando la práctica a las condiciones de cada zona y al tipo de agua.