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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La expulsión de Vox del Gobierno de Gijón: ¿desencuentro o estrategia premeditada?

“Me hicieron una emboscada a las once de la mañana” ha repetido la alcaldesa de Gijón en cada entrevista concedida después de echar a Vox del gobierno municipal por el anuncio de sus planes para el Festival Internacional de Cine de Gijón. “Fue la gota que colmó el vaso” ha reiterado también. Un vaso que se llenó y rebosó en tan sólo tres meses y 21 días de gestión compartida.

Para Carmen Moriyón, regidora de la ciudad asturiana más poblada, y también presidenta de Foro Asturias, la actitud de los dos concejales del partido de Santiago Abascal durante estos 109 días ha sido “sectaria” y muy alejada del acuerdo que alcanzaron “para trabajar por los gijoneses”.

Por eso fue tan contundente con su “Se acabó” en twiter nada más ver que la concejala de Festejos, Sara Álvarez Rouco, anunciaba a bombo y platillo, en la sala de prensa del consistorio, que el Festival Internacional de Cine de Xixón (FICX) iba a contar en su 61 edición con un premio a las producciones que, asentándose en los valores de Vox, diesen solución a la “crisis que vive la sociedad” según la perspectiva de la ultraderecha.

“Nunca habíamos hablado del Festival de Cine, ni en la precampaña, ni en la campaña, ni en el gobierno, ni en los acuerdos, ni en nada”, decía, ante los micrófonos de la Cadena Ser, una Carmen Moriyón claramente enfadada. “Nosotros aquí no queremos follones, venimos de una etapa donde se dividió a la ciudad por las decisiones sectarias que promovió la coalición de gobierno entre el PSOE e IU y no vamos a hacer lo mismo”, ha sentenciado.

Pero muchos se preguntan qué se esperaba Carmen Moriyón de los dos concejales de Vox, cuyo sí fue imprescindible para que ella iniciase el que es su tercer mandato al frente de Gijón. ¿Qué pretendía cuando les otorgó la gestión de los festejos de la ciudad y de Divertia, la sociedad que se encarga desde 2014 de la programación del Teatro Jovellanos y del FICX? ¿De verdad confiaba en que no iniciaría la batalla cultural que la formación ultraderechista lleva años librando desde todos los puestos públicos que ocupa? Ella insiste en que no se esperaba algo así.

Sin embargo, hay otros sectores que no creen en la candidez de la alcaldesa. La respuesta más rotunda es la del PSOE gijonés, que ganó las elecciones pero se quedó sin la alcaldía por el pacto de las derechas. Su secretario general, Monchu García, lo tiene claro, la de Moriyón ha sido una estrategia “premeditada” de utilizar a Vox a para llegar al poder y luego echarla para quedar como “la heroína” que salva a los ciudadanos de aquellos a los que ella misma abrió la puerta.

Problemas desde el principio

Los tres folios del pacto entre foristas y ultraderechistas recogían, entre otras cuestiones, la participación de Vox en el nombramiento de quien ostentase la dirección de igualdad; revisar la ordenanza municipal al respecto; equiparar las ayudas familiares sin distinguir entre colegios públicos o privados; reducir el IBI y la plusvalía mortis causa; derogar el reglamento de laicidad...

El acuerdo con Vox en Gijón congelaba los fondos de promoción del asturiano punto que colmó el vaso de destacados dirigentes de Foro que abandonaron las filas del partido e incomodaron al secretario general Adrián Pumares

También hablaba el acuerdo de la congelación de los fondos asignados a las campañas de promoción del asturiano y se adquiría el compromiso de que “toda promoción de Gijón en territorio nacional se realizará en español y si es internacional en el idioma del país destinatario de la misma”.

Este último punto, firmado por la alcaldesa, fue la gota que colmó otro vaso, el de algunos de los dirigentes del partido de Carmen Moriyón que abandonaron sus filas. En su refundación, Foro Asturias, después de repudiar e ir en los tribunales contra su fundador, Francisco Álvarez-Cascos, renacía como una formación de marcado carácter regionalista.

Sus nuevos estatutos, recogen entre otros asuntos, que el partido centrará todos sus esfuerzos en “la preservación de la identidad del Principado” así como “del patrimonio humano y cultural”. Y si hay algo que marca la identidad asturiana es su lengua. Una lengua que en la pasada legislatura casi llega a conseguir su reconocimiento como oficial, con el apoyo del diputado de Foro Asturias, Adrián Pumares, que finalmente no dio el sí definitivo para la reforma estatutaria.

Por su posición inicial a aprobar la oficialidad, Pumares vivió una auténtica campaña de acoso, por parte de Vox. Llegaron a colgar vallas publicitarias de grandes dimensiones donde se veía al secretario general de Foro besándose con el presidente del Principado Adrián Barbón con el lema “Los Adrianes te quieren meter la llingua”. Por eso, para Pumares, la firma del acuerdo en Gijón con la ultraderecha no fue plato de buen gusto, aunque mostró su confianza en Carmen Moriyón.

Una confianza que la alcaldesa no rompió. Cuando la concejala de Festejos de Vox, en sus primeras declaraciones públicas, sugirió vetar espectáculos en asturiano en la ciudad, Moriyón salió a desmentirlo de inmediato, y en el mes de agosto la ultraderecha se quedó sola cuando Foro y PP apoyaron la moción presentada por PSOE, IU y Podemos “en defensa de la libertad de expresión y a favor de la música y cultura en asturiano”.

Igual aquí el vaso de la alcaldesa ya empezaba a llenarse. Apenas un mes después, en septiembre, los dos concejales del partido de Abascal volvían a quedarse solos. Esta vez no secundaron la declaración institucional de apoyo a la selección femenina de fútbol en la que se reconocía su logro por conseguir el Mundial pero se hablaba de cómo las “actitudes machistas” del entonces presidente de la Federación había “empañado” la gesta deportiva.

Y mientras había desencuentros públicos, a Carmen Moriyón le llegaba la noticia de que Sara Álvarez Rouco tenía paralizado el consejo de administración de Divertia que debía comenzar a preparar la programación del Teatro Jovellanos. La razón es que ella tenía en sus manos un informe de los servicios jurídicos que le advertían de su incompatibilidad para formar parte de ese consejo por ser diputada en el parlamento regional, pero no se lo enseñó a la alcaldesa. “Lo tenía guardado en un cajón”, revelaba Moriyón enfadada en una de las entrevistas que concedió tras la ruptura. ¿Otra gota más?

Lo cierto es que todo rebosó este miércoles cuatro y fue a cuenta de los planes de Vox con el FICX. “Un festival con 60 años de historia, que tiene su público, muy aceptado por la ciudanía. Un festival que no tiene polémica ninguna”, comentaba en tono airado la alcaldesa. Palabras que nos hacen retrotraernos en el tiempo y recordar si, de verdad, los 60 años del FICX han sido tan tranquilos como dibuja Moriyón.

La destitución de Cienfuegos

El 12 de enero de 2012 la alcaldesa Carmen Moriyón, que por aquel entonces llevaba seis meses al frente del Ayuntamiento en el que era su primer mandato, destituyó por carta al que era en esa época el director del FICX, José Luis Cienfuegos. Lo hizo la misma mañana que se comunicaba quién iba a ser su sustituto, Nacho Carballo, y apenas una semana después de que Cienfuegos hubiese estado negociando con la consejería de cultura el presupuesto para la 50 edición. La noticia cayó como una bomba en el ámbito cultural asturiano, nacional y de fuera de nuestras fronteras.

Cienfuegos llevaba al frente del Festival de Cine desde 1995 y había llevado al certamen cinematográfico gijonés a unas cuotas de repercusión en el sector que nunca antes había conocido. La última edición que dirigió en octubre de 2011, la número 49, batió todos los récord de público con 75.000 espectadores, un 10% más de la edición anterior, pese al recorte de 55.000 euros que Foro le impuso en el presupuesto nada más llegar a la alcaldía.

En 2012 Carmen Moriyón destituyó inesperadamente al entonces director del FICX desde 1995, José Luis Cienfuegos. Lo hizo para "abrir un nuevo ciclo" en el que el certamen se convirtiera en "un escaparate de los creadores audiovisuales asturianos"

La justificación del relevo la dio el entonces concejal de Cultura, Carlos Rubiera que habló de “abrir un nuevo ciclo” en el que el FICX se convirtiera en “un escaparate de los creadores audiovisuales asturianos”. En aquella rueda de prensa el concejal utilizó una de las frases más repetidas en el arranque de la gestión de Foro tanto al frente de Gijón como del Gobierno del Principado de Asturias, con Francisco Álvarez Cascos a la cabeza, “hacer más con menos”.

Poco importó al equipo de gobierno de Carmen Moriyón el comunicado de más de 400 profesionales del sector cinematográfico que arroparon a Cienfuegos y anunciaron que no volverían al FICX sin él. Entre los firmantes había numerosos directores españoles como Pedro Almodóvar, Alex de la Iglesia, Iciar Bollaín, Víctor Erice, Isabel Coixet, Fernando Trueba, y también figuras clave del audiovisual independiente como Abel Ferrara, Todd Solonz, Tom Dicillo, Hal Hartley... La noticia fue recogida por medios nacionales e internacionales.

Pero la apuesta de Foro era clara y querían poner su sello en el FICX, misión que el nuevo director asumió desde el principio. Carballo decía en su presentación: “Impulsar Asturias será nuestra máxima, a riesgo de que me tachen de ir con montera picona. La prioridad serán la temática y los contenidos, no la alfombra roja”.

El equipo de Gobierno, en minoría con nueve de los 27 concejales, no hizo caso ni siquiera a las críticas que, por esta decisión, llegaron desde las filas del Partido Popular, que le habían dado el apoyo de sus cinco concejales a cambio de nada. Nacho Carballo estuvo al frente del Festival hasta 2016 cuando Divertia, pese a la negativa de Foro, que ejecutaba su segundo mandato consecutivo en Gijón con una minoría de ocho concejales, decidió abrir un concurso público para la elección de un nuevo director.

Fue entonces cuando llegó Alejandro Díaz, que continúa al frente en la actualidad, dirigiendo un Festival que a día de hoy goza del beneplácito del público y en el que las producciones de cine asturiano se han consolidado. Díaz se muestra convencido de que se respetará la independencia del certamen y seguro que respira más tranquilo sabiendo que ya no sufrirá las afrentas de Vox. Además cuenta con el apoyo de la alcaldesa que, erigida en la defensora a ultranza del FICX, ha decidido quedar de nuevo con un gobierno en minoría y romper con la ultraderecha. Lo que está claro es que en esa batalla de la minoría municipal ya tiene experiencia.

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