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Lucus Asturum: el asentamiento romano en Asturias que atrae a antropólogos de EEUU

El equipo de arqueología de Esperanza Martín ha hallado más de 20 tumbas en Lucus Asturum.

Pilar Campo

Lugo de Llanera —

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El municipio de Llanera, ubicado en la zona central de Asturias, es uno de los concejos mejor comunicados de la región y su posición estratégica le concedía cierto privilegio en la época romana cuando algunas de las vías romanas más importantes pasaban por su territorio. En uno de sus núcleos de población, Lugo de Llanera, se encuentra Lucus Asturum, un asentamiento romano que ya era citado por el geógrafo Ptolomeo, en el siglo II, y uno de los lugares donde ha existido poblamiento desde el Paleolítico hasta la actualidad.

La arqueóloga Esperanza Martín dirige a un equipo interdisciplinar que se trasladó a Asturias el pasado mes de junio para iniciar una campaña con el trabajo de campo en la zona de La Rectoral. En este terreno localizó un osario de extraordinarias dimensiones, donde ha podido extraer más de una veintena de inhumaciones de época medieval. Desde neonatos a adultos, algunos de los restos óseos están muy bien conservados.

En este ambicioso proyecto trabajan expertos en arqueología, antropología, restauración, numismática, geología, geofísica, topografía y laboratorio.

La relevancia de estos hallazgos se constata con el desplazamiento a Asturias de los antropólogos estadounidenses Emily Smith, Nicholas Passalaqua y Marin Pillaud, quienes aportan su experiencia junto a los especialistas españoles.

Los restos óseos hallados

Eldiario.es Asturias ha acompañado a parte del equipo en una jornada habitual durante el trabajo de campo. Mientras Esperanza Martín aporta las explicaciones, Diego Díaz Alonso, Juan Alejandro González, Pablo González y Antonio Cabello permanecen centrados en sus tareas sobre el terreno. Los propietarios de la finca, Yande Diouf y Mamadu Ndiaye, les han dado todas las facilidades para que puedan realizar su labor.

Los arqueólogos muestran un cráneo que han desenterrado que está en perfecto estado de conservación y al que acaban de asignar el número 3.018. Pocos minutos después señalan una tumba donde permanecían los restos óseos de una mujer que tenía a un bebé entre sus brazos. Ella es la 3.019.

“En arqueología siempre trabajamos por unidades estratigráficas. Según vas encontrando entidades diferentes, asignas un número que te permite llevar siempre una relación de anteroposterioridad. De ahí que las primeras que vamos encontrando tienen números más altos. Por ejemplo, la 3.008 es la primera fosa que encontramos y la mujer con el bebé tiene la 3.019”, explica Esperanza Martín.

Aunque lo correcto es asignar a cada uno un número, el equipo de arqueólogos bautizó al 3.008 también coloquial y cariñosamente como “Manolito” o “Manolín” como una forma de personalizarlo. Era uno de los adultos que han sido extraídos de las tumbas. Inicialmente se aprecia que “era diestro, con un desarrollo importante de las falanges de la mano derecha”, apunta la responsable de esta campaña, quien reproduce una de las conclusiones que a su vez le ha traslado a ella el equipo de antropólogos.

Tumbas 'reaprovechadas' en varios enterramientos

Otro dato que les llamó poderosamente al abrir la fosa fue la ausencia de piedras en la zona de los pies. Hay una explicación: dentro de la propia tumba se hizo una segunda fosa y se aprovechó el espacio, introduciendo en su interior al menos a dos individuos jóvenes y a un tercero que todavía hay que analizar.

“La tumba está abierta y reaprovechada en un momento posterior. Es relativamente habitual y de hecho hay algunas tumbas como la 3.019 que tienen una cubierta que las tapa. Está puesta en posición en el lugar exacto en el que la sacamos. Esa no se abrió nunca. De ahí que esté incólume y sabemos que todo lo que encontramos dentro es el contenido original de la inhumación”, asegura.

Desde neonatos a adultos

El cuerpo número 3.015 correspondía a un individuo joven cuya edad oscilaría entre 18 y 30 años, que presentaba una lesión de columna producida durante su infancia. Esperanza Martín explica que el equipo de antropólogos llega a esa conclusión al observar una severa patología de fusión de varias vértebras.

“Pensamos que se trataría de una persona que tuvo que estar en una posición completamente inclinada durante toda su vida hasta su muerte”, indica.

En esta campaña también han encontrado cuerpos que presentaban como principal singularidad algunos desgastes en rodillas. Es lo que descubrió en la tumba bautizada con el número 3.024.

Otra tumba más pequeñita, que se distingue de las demás porque tiene la estela de la cabecera aún en pie, se corresponde con la inhumación de un individuo preadolescente porque, por ejemplo, todavía no tiene fusionadas las cabezas de los fémures.

“Además hemos visto que algunos de los restos presentaban varios problemas dentales que nos indicarán posiblemente parte de la dieta de alimentación que ingerían”, apostilla la directora de las excavaciones.

Entre la población que se asentó en esta zona se han localizado los restos de un neonato en otra de las tumbas: “Uno de los cuerpos parece de un neonato y hay otro bebé que tiene desarrollada la dentición. Aunque todas estas conclusiones las podremos confirmar una vez que todo sea analizado en el laboratorio”, corrobora.

La conservación de la zona

En otra parte de la finca el equipo de arqueólogos ha hallado varios cráneos que conservan todavía los huesos del oído, una de las partes del cuerpo que, según subraya la directora, son muy difíciles de recuperar, aunque están bastante bien conservados a pesar de que el nivel de humedad de la zona es bastante alto, lo que incide en su preservación.

“La conservación del cráneo es bastante extraordinaria. El tipo de suelo en este lugar concreto no es especialmente ácido. Solemos analizarlo todo con estudios posteriores. Recogemos muestras en cada inhumación para analíticas de sedimentología y hacemos análisis de PH, vemos cómo están conservados y por qué realmente algunos huesos perduran más que otros. El cuerpo del bebé, por ejemplo, apenas tiene huesos, entonces no consideramos que sea que hayan metido pocos huesos en la tumba, es simplemente que se han deshecho a lo largo de los siglos”, razona.

La especial relevancia de este proyecto radica en haber confirmado que Ptolomeo tenía razón cuando puso esta zona en el mapa.

“Desde 2015 estamos haciendo prospecciones geofísicas por todo el entorno. Ahora estamos trabajando aquí, pero sabemos que en todas las fincas de alrededor en que hemos realizado prospecciones geofísicas se han obtenido resultados positivos: hay restos en el subsuelo ”, ratifica.

En el área donde han trabajado han constatado que hubo un poblamiento disperso: “Desde el paleolítico inferior hay poblamiento humano asociado a todo este espacio y esta circunstancia es la que ha hecho que la propia gente de Llanera esté valorando muchísimo el hecho de poder recuperar un pedazo de historia que, por desgracia y hasta ahora, permanecía casi oculto”, advierte la directora.

El equipo de Carmen Fernández-Ochoa, Paloma García y Mar Zarzalejos ya trabajó en los años 80 del siglo pasado en la zona y desde entonces se sabía de la existencia de una antigua iglesia, de la que no queda absolutamente nada y que fueron posiblemente dos iglesias en diferentes localizaciones, así como de la existencia de una necrópolis medieval en el mismo suelo en el que la población romana se había asentado.

La necrópolis medieval

En la zona está también la Casa de la Rectoral que se convirtió en un centro de acogida porque el anterior párroco, don Ignacio, decidió destinar el espacio para poder acoger a familias en situación desfavorecida.

En la Rectoral, por tanto, los arqueólogos están recuperando un espacio ocupado durante varios milenios: la necrópolis medieval aprovecha un sustrato romano devastado por la reutilización de sus muros para la construcción de las tumbas, pero al mismo tiempo los pobladores romanos se asentaron sobre los mismos suelos ocupados en momentos prehistóricos.

Esto implica que durante muchísimo tiempo este lugar estuvo utilizado como camposanto, según recalca la experta. Este equipo interdisciplinar extrae las inhumaciones en Lucus Asturum y a partir de ahí se procederá a datarlas.

Por debajo del suelo medieval aparece ya el suelo romano, expone: “Nos ha empezado a aparecer la típica cultura material de cronología altoimperial como Terra sigillata sudgálica. Aparece también algún pequeño fragmento de cerámica común y eso es totalmente normal -continúa- porque es que el subsuelo romano está directamente infrapuesto a lo que es la necrópolis altomedieval”.

Esta zona de Llanera tiene unos condicionantes buenísimos desde el punto de vista paisajístico y tiene surgencias de agua (movimiento de aguas profundas hacia la superficie) por todas partes, añade. El suelo es extraordinariamente fértil, el nivel freático está muy alto porque el año pasado excavaron un pozo romano en otra finca cercana y Esperanza Martín apunta que ese pozo puede seguir utilizándose actualmente sin problema.

Además, hay numerosas fincas alrededor que tienen pozos artesianos (pozos que captan agua de un acuífero confinado entre dos capas impermeables, donde el agua está sometida a una fuerte presión) y que posiblemente tengan un pasado que pudiera ser romano.

“Lo que estamos viendo en Lucus Asturum es la acumulación histórica desde época paleolítica hasta la actualidad y no digo paleolítico así al azar, sino que hemos encontrado útiles paleolíticos del Paleolítico inferior y del Paleolítico Medio”, relata.

Este año se han recuperado un par de piezas líticas, identificadas en principio como asturienses, de unos diez centímetros de largo y una anchura variable con forma almendrada. Son sobre todo cuarcitas talladas solamente en una de las caras, con retoques además muy sencillos.

En los límites de las fincas de los alrededores también han encontrado muchísimo material reaprovechado, tanto romano como medieval.

La idea es hacer un museo al aire libre

El Ayuntamiento de Llanera está muy implicado en estas campañas arqueológicas desde 2015. La directora del proyecto recalca especialmente el apoyo recibido del concejal de Cultura, Iván Pérez Cuervo, que se ha mostrado muy interesado en llevar adelante este tipo de iniciativas que han venido a confirmar que Ptolomeo tenía razón y que en este terreno hubo poblamiento humano asociado a este espacio.

El consistorio quiere que estos hallazgos formen parte, en un futuro, de un museo al aire libre que pueda ser contemplado por todos, vecinos y foráneos, y valorar todo el importante material que están descubriendo y sacando a la luz.

Al apoyo municipal se suma además el del Consejo de Patrimonio del Gobierno regional que ha considerado que Lucus Asturum tiene cualidades suficientes para entrar en la lista de los Bienes de Interés Cultural (BIC), una catalogación del que ya se ha incoado el expediente y que está pendiente de su declaración.

El equipo interdisciplinar

Esperanza Martín cuenta con un amplio equipo multidisciplinar que se ha empleado a fondo en los trabajos desde el inicio de la campaña. La relevancia de estos hallazgos ha traído hasta Asturias a tres expertos americanos, Emily Smith, Nicolás Passalaqua y Marin Pillaud, que volverán al Principado en el mes de diciembre para la segunda fase del estudio una vez que esté ya todo el material limpio tras su paso por el laboratorio instalado en la localidad cercana de Villabona.

En restauración ha contado con Sofía Llamazares, en las labores de arqueología con Diego Díaz Alonso, Juan Alejandro González, Pablo González y Antonio Cabello. En numismática están Simón Cahanier y Pascal Chevrier que es el geólogo en campo. El equipo se completa con Laura Pavón, Elisa, Jimena Hernánz, Carlos Álvarez Díaz, como apoyo en laboratorio está Sara Gachs, la geofísica la lleva Daniel Marcos, la topografía es tema de David Vázquez Iglesias y especialmente agradecida está a los propietarios del terreno Yande Diouf y Mamadu Ndiaye que les han permitido el acceso libre a la finca y han dado todo tipo de facilidades para realizar las excavaciones.

Además, colaboran con la Universidad de Oviedo donde el equipo liderado por Montserrat Jiménez y Germán Flor se encarga de todos los estudios de geomorfología. En los trabajos de topografía colaboran ingenieros y topógrafos de Llanera porque siempre procuran contar con los especialistas de la zona donde trabajan.

La línea de investigación

El Principado saca anualmente una línea para investigación. Este año el equipo de Esperanza Martín solicitó una ayuda para carbonos y análisis arqueométricos, de forma que su idea es que el dinero que aporta el Ayuntamiento lo pudieran destinar a contratar a todas las personas que trabajan en este proyecto.

“Contábamos ya con la casi total seguridad de que nos iba a llegar algo de la subvención y de hecho ahora mismo está pendiente de todos los resultados de la flotación del año pasado, que los estamos analizando en colaboración con el CSIC de Galicia y con el de Madrid. De los estudios palinológicos se encarga Sebastián Pérez desde la Universidad de Cantabria, la carpología corresponde a Leonor Peña del CSIC de Madrid, el análisis de maderas y material orgánico está en manos de María Martin Seijo del CSIC de Galicia y el análisis de arqueofauna lo hace Carlos Fernández en la Universidad de León”, enumera.

Una vez terminado el trabajo de campo el estudio se traslada al laboratorio, donde se llevan a cabo las tareas de limpieza y catalogación.

Las relaciones comerciales en Lucus

Además de los restos óseos, han localizado cerámica que, según recalca, es “absolutamente anonadante”. Disponen de miles de piezas que intentarán reunir en un monográfico, porque estima que el estudio merece la pena y les permitirá afirmar, sin ningún género de dudas, las extraordinarias relaciones comerciales de materiales que existían: material de Andalucía, de la zona portuguesa, del Valle del Ebro, de la zona tarraconense hay bastante cerámica sudgálica y de la zona aquitana.

De momento no han documentado nada itálica, pero aparece también cerámica local y muchísimo material de Lucus Augusti, porque la relación comercial tenía que ser directa, porque la calzada pasa justo por aquí.

Las campañas arqueológicas

La Zona Arqueológica de Lucus Asturum, con una superficie de 194.503 metros cuadrados integra aquellas parcelas en las que se ha constatado la presencia de restos arqueológicos. La mayoría de los estudios arqueológicos sitúan Lucus Asturum en los alrededores de Lugo de Llanera, en la zona de Castañera. Se cree que fue el núcleo romano y eje de comunicaciones más importante de Asturias en la época romana, ya que en el tratado de Ptolomeo (siglo II) cita entre los astures la ciudad Lucus Asturum en los terrenos de lo que hoy es Lugo de Llanera, en la vía que unía Lucus Augusti (Lugo de Galicia) con Lucus Asturum (Lugo de Llanera).

El Boletín Oficial del Principado de Asturias (BOPA) del pasado 22 de marzo recoge en su número 59 la Resolución de 7 de marzo de 2024, de la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Deporte, por la que se incoa expediente para la declaración como Bien de Interés Cultural, con la categoría de Zona Arqueológica, del yacimiento arqueológico identificado como Lucus Asturum.

Ante la relevancia de los restos identificados en el área de la Ería de La Castañera, el 23 de junio de 2023, el Pleno del Consejo del Patrimonio Cultural de Asturias acordó informar favorablemente la incoación de procedimiento administrativo para la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC).

La fertilidad arqueológica de esta área es conocida desde hace varios siglos. Ya en 1695 se referían hallazgos de edificios en estos terrenos y se sucedían las noticias de hallazgos estructurales y materiales y se intensificaron a partir de las primeras intervenciones arqueológicas en 1926.

La investigación arqueológica

La investigación se ha centrado prioritariamente en el entorno de la antigua iglesia parroquial de Santa María de Lugo de Llanera y la Casa Rectoral, donde se han llevado a cabo diversas campañas de excavación arqueológica en las décadas de los años 80 y 90 del siglo XX, encabezadas por Olávarri Goicoechea en 1981 y por Carmen Fernández Ochoa y Rosa Cid entre 1987 y 1995, así como la actual de 2024.

Estas intervenciones obtuvieron resultados muy significativos. Aparte del descubrimiento de una necrópolis de época medieval (siglos X-XII), en una de cuyas tumbas se localizó, reutilizado como cubierta, un interesante cancel altomedieval, se determinó la presencia de una ocupación del espacio en época alto imperial romana, identificándose en ella dos fases y hallándose materiales tan destacados como un ara dedicada a los dioses Lares.

En el año 2015 se retomó la investigación arqueológica en el área de Lucus Asturum, con el impulso del Ayuntamiento de Llanera y combinando trabajos de teledetección y de excavación bajo la dirección de la arqueóloga Esperanza Martín. La relevancia de los trabajos desarrollados hasta ahora ha sido clave para que expertos de EEUU se desplacen a Asturias para colaborar en un estudio que hasta el momento ha revelado importantes hallazgos arqueológicos.

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