La oficialidad del asturiano, una asignatura pendiente de la legislatura que termina

Bárbara Bécares

8 de mayo de 2023 10:34 h

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Una marcha encabezada por pandereteras y una enorme bandera de Asturias. Panderetas y canciones para dejar un mensaje claro: “Ye la llingua de mio güela, ye la llingua del mio güelu”... y también “ye la que falen la mio neña y’el mío neñu”. Una lengua con pasado, con presente y con futuro. 

El asturiano y el eo-naviego no han logrado la oficialidad en esta legislatura que finaliza en el Principado de Asturias, pese a que esta vez el debate sí que llegó al parlamento autonómico, pero no hubo los votos suficientes. Muchas de las personas que viven en esta comunidad autónoma, o que nacieron aquí, apuestan porque sí se logre la oficialidad en el próximo curso político: “con este hombre - en alusión al actual presidente Adrián Barbón - o con cualquier otra persona”, dicen.  

Este 6 de mayo, miles de personas se congregaban en la estación central de tren que preside la calle Uría de Oviedo para la marcha que les llevaría después hasta la Plaza de la Escandalera. El Nuberu no pudo faltar. Nuberu es ese ser mitológico asturiano que representa la lluvia y las tormentas, y que tradicionalmente ha sido parte esencial de la vida astur (estos últimos años, cada vez está menos presente por el cambio climático). Arrancó la jornada con fuerza para, milagrosamente, decir adiós a las 12.00, hora en la que comenzó la manifestación.

Por qué pedir la oficialidad

“¿Por qué reivindicar este idioma cómo oficial?”, le pregunto a Lluci Miravalles. La cara con la que escucha mi pregunta ya lo dice todo y a su cara de sorpresa añade: “porque es nuestra lengua, nuestra cultura, nuestros orígenes, lo que muchas personas hablamos…, lo raro es que no lo sea”. Miravalles camina al lado del grupo 'Reciella, families pol asturianu', donde se congregan los más pequeños con sus padres, fieles defensores de trasmitir el asturiano a sus hijos, como lengua materna. Ella misma lleva el asturiano como una seña de identidad, es empresaria de un negocio de ropa que diseña y confecciona con la estética asturiana por bandera, Ringo Rango. 

“¿Alguna vez te has sentido incómodo o incómoda dentro de Asturias hablando asturiano?” La respuesta es prácticamente unánime, “sí”. “En la Universidad de Oviedo había gente que me trataba como cateta por hablar lo que yo hablo en , en mi L'Infiestu, en mi pueblo”, explica Cristina Corte. Es periodista y también dice haber sido ridiculizada en un medio de comunicación asturiano donde estuvo trabajando. “Cuando entraba, hablando mi lengua, se reían de mí con alusiones a que hablaba como si yo fuera una pastora de animales”. 

Por episodios como este, muchos de los manifestantes por la oficialidad reconocen preferir hablar en castellano en ciertos círculos. Evitan así las mofas que han sufrido en algún momento de sus vidas. “En la carrera de Trabajo Social, una profesora me llamó la atención por hacer una pancarta en asturiano, me sentí discriminada…. ¿cómo puede pasar en Xixón y en una carrera como esa?”, dice Penélope García Laviana. 

“Son munches les veces que no me sentí cómoda usándolo, sobretó en la juventud y la reciella. En el colegio, en la universidad, en otras ciudades y pueblos de Asturias… pero no porque no me entendiesen, sino porque se reían de mi forma de hablar. Ahora de adulta dame igual, yo hablo como hablo y como me sale. Siempre con la máxima de querer entenderse y comunicarse”, sigue relatando Penélope García.

Desde Valencia, Elisabeth Díaz Fernández, que este año no pudo venir a la manifestación, cuenta su experiencia personal. Ella es de La Malena, una aldea de la Güeria Carrocera, en el concejo minero de San Martín del Rey Aurelio. “En Valencia la gente aprende en la escuela el valenciano y el castellano y luego la puede decidir qué habla y los demás saben que esa persona está hablando su idioma. En Asturies, mi experiencia es que, como no está reconocido, como no todo el mundo lo estudia, como mucha gente no conoce el idioma dentro de la propia Asturies, muchas personas dicen que estamos ‘chapurreando’”, explica.

Su pareja asiente. Dice que se ha llegado a “sentir mal o idiota por hablar en asturiano” delante de otra gente. Le da pena que nunca se haya tomado en serio mantener esta lengua, como sí han hecho en otras regiones. “Si es oficial, parece se respeta más, hay más conocimiento al respecto y a mí me gustaría que en un futuro nuestra lengua no se perdiese”, concluye Elisabeth. 

La crítica a la clase política asturiana

Como cada año la marcha finalizó con la lectura del manifiesto de la Xunta pola defensa de la Llingua, organizadora del acto. Esta edición vino cargado de críticas a los dirigentes políticos. La encargada de leerlo fue la actriz Nuria Suárez Ríos que hizo un llamamiento a no dejarse engañar por los partidos que, “para ganar votos”, dicen estar a favor de la oficialidad pero no toman las riendas para que “ésta sea una realidad”. “Esto es como el cuento de la buena pipa, nunca se acaba”, afirmaba.

“Tres generaciones de votantes necesitan una respuestas”, gritaba Suárez desde el pequeño escenario. Estas generaciones que han ido manteniendo viva la lengua en los peores momentos históricos, la que empezó a luchar por los derechos lingüísticos desde la transición y la que sigue ahora luchando con la esperanza de hacer vida en Asturias en asturiano o en eo-naviego.

La solución, según los organizadores, es fácil. “No hay que hacer nada que no se conozca. Simplemente hay que seguir el ejemplo de otras regiones españolas: aprobar una nueva redacción del Estatuto de Autonomía que siga el modelo de las seis comunidades que ya reconocen la oficialidad de sus lenguas”, afirman, y como dice Penélope García: “Diversidad, pluralidad, convivencia y respeto… Oficialidá”