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Pasar de la zona de confort a la ayuda social, la historia de supervivencia de Heymar Arvelo

Pilar Campo

14 de mayo de 2023 09:29 h

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Heymar del Carmen Arvelo Espinoza llegó a España el 1 de junio de 2017 desde el estado venezolano de Vargas con su marido Eric Mendoza y su hija Emma de apenas un año. En su país natal dejó a su familia, a sus amigos y un trabajo estable como administrativa en la compañía aérea estatal para que Eric, que necesitaba con urgencia un trasplante renal, pudiera ser operado en nuestro país porque en el suyo las posibilidades de supervivencia eran mínimas. Una vez superada la enfermedad, ambos han seguido caminos separados. Heymar del Carmen ha tenido que recurrir a la ayuda de organizaciones sociales como Cáritas para sacar adelante a su hija. Este mes se le acaba el paro.

En estos seis años, Heymar del Carmen ha aprendido a lidiar con las dificultades que se le plantean día a día desde que salió de su zona de confort. Añora el pasado, se centra en el presente y piensa en el futuro. Un pasado donde están sus padres, sus hermanos, sus amigos y su trabajo como administrativa en el área de Créditos y Cobranzas en la aerolínea Viasa, un presente que llena por completo su hija y un futuro incierto porque la falta de trabajo la está agobiando.

“Mi mamá Marily y mi papá Héctor se pusieron muy tristes cuando les tuve que decir que me iba a España con su única nieta y aunque fue duro porque no querían que me fuera lo aceptaron de la mejor manera posible. En Venezuela estaban mis hermanos Manuel y Alejandro y poco después de que yo me viniera aquí mi hermano William se fue a Costa Rica para poder trabajar. Y no creo que yo vuelva ya a mi país. Mi idea es quedarme en Asturias”, afirma.

Al día siguiente de que el médico nos dijera que había mínimas posibilidades con el tratamiento compramos los boletos y vinimos a España. No teníamos papeles, ni hospedaje, ni habíamos contactado con un hospital

Aunque sus raíces quedaban en Venezuela no dudó ni un segundo en que la única alternativa factible era viajar a España para salvar la vida del que entonces era su pareja. Eric Mendoza, que actualmente tiene 43 años, necesitaba con urgencia un trasplante renal. El tratamiento en su país natal se acababa y los médicos le daban unas mínimas posibilidades de supervivencia.

“Nos dijeron que en 15 días se acababa el tratamiento y que Eric tendría que volver a depender de una máquina para la diálisis porque las condiciones de salud no eran buenas. En ese momento tomamos la decisión de venirnos a España porque si nos quedábamos en Venezuela seguramente él se iba a morir. De hecho, varios de sus compañeros con los que iba al tratamiento acabaron muriendo. No nos lo pensamos. Al día siguiente de hablar con los médicos, compramos los boletos y vinimos a España con nuestra hija Emma Alejandra que sólo tenía un año de edad”, explica.

La pareja no tenía arraigo familiar alguno, ni amistades en España. Heymar del Carmen relata que sólo tenían el “comentario de una amiga de una conocida” que había llegado a nuestro país para ser tratada por un problema médico similar al de Eric pero ni siquiera tenían garantizado el hospital que podría llevar a cabo la intervención quirúrgica, ni habían contactado con centro sanitario alguno.

Heymar del Carmen reconoce que no lo pasó bien cuando tuvo que dejar toda su vida en Venezuela, pero la salud de Eric era primordial: “Nos arriesgamos sin saber a ciencia cierta si íbamos a contar con alguna ayuda. No teníamos ni hospedaje, ni papeles, ni nada, pero necesitaba urgentemente que trataran a Eric. Con 18 años empezó con una diabetes que le ocasionaba problemas en la vista, después fue hipertenso y ya, por último, el tema de los riñones, que fue la estocada final. También le hicieron un trasplante de páncreas, pero ahora ya está muy bien de salud y acude a revisiones cada seis meses”.

Desde su llegada a nuestro país ha contado con el asesoramiento y la ayuda de organizaciones como Accem, Cruz Roja y Cáritas. Madrid, Ávila y Valladolid fueron sus destinos inicial antes de fijar su residencia definitiva en la ciudad asturiana de Gijón, donde asegura que Eric, su hija Emma y ella se sienten muy a gusto, especialmente porque él ha encontrado trabajo y la niña se ha adaptado perfectamente en el colegio y ya se siente “una asturiana más”, dice orgullosa su madre.

En seis años he trabajado como ayudante de cocina, teleoperadora, cajera, reponedora, repartidora de paquetería y ha paseado a una señora mayor. Aspiro a tener estabilidad laboral para sacar adelante a mi hija

Heymar del Carmen se adaptó bien en un principio, pero ahora echa en falta tener un grupo de amigos con los que salir, aunque sea de vez en cuando, especialmente desde que se separó: “En España no tengo amigos. Mi único apoyo es mi niña y aunque su padre me ayuda mucho en su cuidado, echo de menos salir con amigos en España”, corrobora.

A sus 38 años, esta venezolana aspira a encontrar un trabajo que le ofrezca la estabilidad necesaria para sacar adelante a su niña. Su primer empleo en nuestro país fue como acompañante de una señora mayor con la que iba a pasear. A ella le gusta decir que era su dama de compañía. A ese trabajo le sucedieron otros como ayudante de cocina, teleoperadora, cajera y reponedora en dos supermercados y su último empleo ha sido como repartidora de paquetería.

Actualmente está realizando un curso de Formación Profesional (FP) de gestiones administrativas que terminará el próximo mes de septiembre y al que accedió a través del asesoramiento de Cáritas, la organización a la que está muy agradecida por el apoyo que le presta.

“En Cáritas me ayudaron a canalizar el tema de hacer un currículo y enviarlo a empresas para conseguir un empleo. También estuve en formación con Mariam y Mónica que estaban pendientes de mí y me ayudaron con unos tickets de comida de alimentación y ahora me orientaron para hacer este curso de gestiones administrativas para actualizar mis conocimientos”, ratifica.

Con la finalización de la ayuda del Servicio Público del Principado de Asturias (SEPEPA) en ciernes, ya que concluye el próximo mes de junio, su mayor preocupación es encontrar rápido un trabajo. Ahora ya tiene papeles y le gustaría poder ofrecer una vida mejor a su hija que, según manifiesta, cada día se siente más integrada en la sociedad asturiana. Heymar del Carmen cree que su futuro, aunque lleno de incertidumbre, está en Asturias.

El rostro de la vulnerabilidad que recurre a Cáritas es femenino

Esta venezolana asentada en Asturias es una de las usuarias de Cáritas. La organización presentó el mes pasado su memoria de actividades desarrolladas durante el año pasado. Su trabajo consiste en acompañar a las personas que participan en sus programas en todo su proceso de crecimiento, recuperación de la dignidad y adquisición de derechos que les corresponden como ciudadanos, con el fin de que vuelvan a integrarse en la comunidad de la que forman parte o a la que llegan procedentes de otros lugares.

La memoria de actividades pone de manifiesto que el rostro de la vulnerabilidad es femenino por la escasez de recursos, pocos apoyos y asunción en soledad de la responsabilidad de la crianza y el cuidado de sus hijos, un perfil en el que encaja Heymar del Carmen.

Las Cáritas parroquiales han acompañado a 12.168 personas que conviven en 5.140 hogares, lo que supone un 25,4% más de hogares y un 20 % más de personas que en 2021.

La mayor cuantía se ha destinado a la cobertura de necesidades básicas, seguida de las ayudas para afrontar los gastos de vivienda, suministros y otros conceptos. 76 de cada 100 familias que acuden por primera vez a Cáritas son inmigrantes, frente a las 69 contabilizadas en 2021.

Uno de cada cuatro de estos hogares es monoparental y está encabezado por una mujer, seguido muy de cerca por los hogares unipersonales. En 75 hogares de cada 100, la persona que acude a Cáritas a solicitar ayuda es una mujer y casi en el 40% de los mismos viven menores.

Los equipos del Programa de Economía Solidaria acompañaron a 895 personas en los itinerarios de búsqueda de empleo. Se realizaron diversas acciones formativas en las que participaron 189 personas y obtuvieron un empleo un total de 124.