El Xiblu, un laboratorio que siembra cultura en el mundo rural asturiano
El Xiblu, además de un silbato, es una conocida cascada en el concejo asturiano de Teverga que da también nombre a una ruta, en parte adaptada, camino del Puerto de Ventana. El xiblu es también una pieza de la maquinaria del molino que canaliza el agua a modo de sifón, lo que hace que salga despedida con más fuerza, una fuerza que se imprime al sistema de molienda. Una explicación que no deja de ser metáfora del nombre de este nuevo laboratorio cultural rural que acaba de nacer con la intención de hacer las veces de catalizador de las demandas y necesidades culturales de este concejo de los valles del Trubia.
El Xiblu es un proyecto que nace por iniciativa municipal con financiación del Ministerio para la Transición y el Reto Demográfico en su lucha contra la despoblación de las zonas rurales. Y lo hace como parte de un proceso de participación ciudadana: es de aquí de donde sale el nombre y las demandas sobre actividades culturales en el concejo tevergano, a partir de entrevistas con agentes clave en el territorio, como asociaciones de vecinas y vecinos, de mujeres, con Jose Álvarez López, de Taberna Narciso, un elemento dinamizador cultural en el territorio que conviene no perder de vista…
Toda esta información recabada se analizó y así es como va tomando forma: “Queremos, al igual que el xiblu del molino, impulsar la actividad cultural y ser su sustento para lo que ya hay. Generar un programa cultural que conecte con lo existente en el territorio o cerca de él en cuanto a salud, medio ambiente… hay muchas cuestiones muy diferentes que demanda la ciudadanía y para ello contamos también con todas las empresas que hay en el territorio”.
Quien lo explica parece un xiblu en sí misma por la fuerza y la energía que transmite. Alba Vidal Ortiz habla rápido, con su acento andaluz, y transmite rápido y con claridad este proyecto mientras saluda a unas e invita a sentarse al lado a José, un minero jubilado de aquellos que se encerraron en el pozo San Jerónimo, de Hullasa, para tratar de evitar un cierre que se produciría en 1992.
Alba es de ascendencia asturiana, sus padres son de Llanes, y es antropóloga de formación. Prepara su tesis doctoral sobre reconversión productiva en zonas rurales mineras, lo que la llevó a instalarse en Tineo. Y de ahí a Teverga, donde se desempeña como técnica en El Xiblu. En el poco tiempo que lleva, en enero empezó con el trabajo, ya se conoce prácticamente a todo el mundo por el nombre y todo el mundo la conoce a ella. Inmersión en el territorio total.
Volviendo a Teverga, hablamos de un concejo ganadero, montañero, con un interesante patrimonio y un pasado minero bastante reciente. Llegó a tener una población que rondaba las 6.000 personas; hoy apenas llega a las 1.500, a pesar de estar a unos 40 minutos de Oviedo.
Todo lo que la mina se llevó
Pero El Xiblu nace con una vocación que va mucho más allá de ser una agenda cultural. Y es la puesta en valor del patrimonio y la investigación. Por un lado se encuentra el realizar un inventario y mapeo de los recursos de vivienda existentes en el concejo. Un propósito alineado con Reto Demográfico y que cuenta con la colaboración de la Universidad de Oviedo, donde un grupo de geógrafos se desplazan al territorio y aportan otra visión para dinamizar el parque de vivienda y que ayude al desarrollo de políticas públicas que faciliten el acceso a un recurso muy demandado, como se vio en el proceso de participación ciudadana, pero no el primero, que resultó ser la cultura.
En relación a esta parte se lleva a cabo un asesoramiento a aquellas personas que quieran habitar Teverga, que cuenta con colegio, escuela de 0-3, centro de salud y otros servicios municipales. Me encanta cómo utiliza el término habitar, que no vivir en, por toda esa connotación que hay detrás, por ese habitar un territorio, sentirlo, amarlo, formar parte de él, integrar su comunidad. No vivir como paracaidista en un lugar que, a vista de pájaro, podría ser ése o cualquier otro.
En este habitar se haya también poner en valor los diferentes patrimonios existentes, entre ellos el humano, que da pie a otro de los objetivos con los que nace El Xiblu, que es recuperar la memoria aún viva del concejo y que se trabaja a través de la investigación y la recuperación de la memoria oral en torno al pozo San Jerónimo.
Nuestro punto de vista es que es imposible recuperar un patrimonio sin recuperar la memoria: la memoria viva y las luchas. En Teverga se produjo el encierro minero más largo de Asturias y muchas de aquellas personas ya no están
“Nuestro punto de vista es que es imposible recuperar un patrimonio sin recuperar la memoria: la memoria viva y las luchas”, explica Alba que recuerda que fue aquí donde se produjo el encierro minero más largo de Asturias, 28 días de negrura, “y muchas de aquellas personas ya no están”. Llevan recopilados más de cien artículos periodísticos y más de 20 entrevistas. Conforman así un archivo que recoge cómo fue el proceso de cierre de la mina y al que se pretende dar vida en un formato aún por definir, pero que estará accesible para cualquier persona o entidad interesada en consultarlo.
Una recopilación de la historia que parte también con una clara perspectiva de género, en el que Alba afirma hacer “especial hincapié”. Se pretende sacar a la luz con esta investigación el sistema social que se puso en marcha en torno a la mina, porque “cuando se habla de mina, se habla de hombres y de las historias de esos hombres”.
Por eso se están llevando a cabo entrevistas a mujeres que también tienen historias singulares, como la que llevaba la hospedería, que trabajaba sin horario, preparaba la comida de los mineros (de la que ella no podía comer) y, en “sus ratos libres”, hacía las camas. O situaciones como no poder utilizar el transporte de los mineros y tener que ir andando, cuando todos iban hacia los mismos lugares. Diferentes facetas de un prisma que habla, al final, de un mismo sistema.
Y una vez que Hullasa cierra, que todo ese sistema colapsa, que se llevó por delante todo el parque productivo, hay que ver cómo se remonta, como se intenta reconstruir todo lo que la mina se llevó. La cuestión ahora es cómo se puede reconstruir ese tejido y crear nuevos desarrollos económicos que sean justos para las personas y también sostenible desde el punto de vista de la sostenibilidad y la identidad del territorio.
Teverga es un concejo donde sus principales actividades económicas en la actualidad son la ganadería y el turismo, con un papel muy relevante en el territorio. “Por eso la sostenibilidad y la identidad deben ser complementarias, y necesitamos generar espacios de debate que sean espacios de encuentro”.
De ahí también la necesidad de crear un espacio formativo, donde los propios habitantes pueden demandar la formación que precisen y de donde salen acciones como la digitalización de las empresas, un curso sobre injertos tradicionales, sobre la escanda o una investigación sobre variedades tradicionales. “Una manera de definir todos esos usos que se pueden dar al territorio, una manera de conectar a la gente. Y así nos llegan proyectos muy diversos en los que nosotros actuamos como punto de conexión y encuentro”, explica Alba.
Y entre estos proyectos se encuentra la investigación de una vecina, Miriam Rubio Muñoz, que cuenta también con el apoyo de la Universidad de Oviedo, centrada en la música y los sonidos y cómo afectan al cuerpo. Este estudio lo quiere recoger en un documental y para ello ha pedido apoyo público para que le cedan los equipos y unos espacios donde impartir sus talleres. “Y desde El Xiblu intentamos canalizar todas estas iniciativas”, ejemplifica la antropóloga.
La cultura como generadora de comunidad
“Lo primero es tejer encuentros y asociaciones entre las personas, y ahí es donde la programación cultural fomenta el intercambio y la cultura sirve para hacer comunidad”, contextualiza. En segundo lugar explica que “la cultura es un espacio de reflexión, de debate, donde la cultura nos re-mueve, ayuda a derribar límites. La cultura habla de cómo un territorio genera sus recursos, las relaciones, la identidad. Y es muy rica y variada”.
La cultura no solo tiene lugar en las ciudades, sino que se da especialmente en los pueblos, sin idealización, porque las relaciones sociales están vivas, sin barreras. Si tenemos en cuenta que la cultura es comunidad, es por eso que en las zonas rurales está muy viva
Alba destaca la importancia de que también desde las instituciones públicas se fomente esa cultura y la investigación y se ponga en valor porque “la cultura no solo tiene lugar en las ciudades, sino que se da especialmente en los pueblos, sin idealización, porque las relaciones sociales están vivas, sin barreras. Si tenemos en cuenta que la cultura es comunidad, es por eso que en las zonas rurales está muy viva”.
Y así ocurre en los últimos tiempos donde la población busca esa cultura que se produce fuera de Gijón o de Oviedo y se va hasta lugares como éste del que estamos hablando, a encontrarse con la programación cultural de la Taberna Narciso, por otra parte probablemente el chigre más antiguo de Asturias. “Jose es una persona clave en el territorio ya antes del Xiblu, con una programación muy potente en Narciso, lo que es un ejemplo de la identidad de un territorio. Nuestro afán aquí es de colaboración, no solapando, sino unirnos con un mismo fin, sumando energías y fuerzas. El trabajo que hace es genial y estamos súper agradecidas por el apoyo, porque la respuesta siempre es un sí”.
La taberna se encuentra en San Martín de Teverga, pero en estos territorios las fronteras en ocasiones se difuminan hasta los entornos más cercanos, como ocurre con el Ecomuséu La Ponte, ubicados en Santo Adriano, también en los valles del Trubia. Es una de esas asociaciones que trabajan desde el territorio y con las que El Xiblu comparte iniciativas y espacios con ese espíritu de fomentar las relaciones entre habitantes de diferentes concejos y del espíritu comunitario del valle. Esas colaboraciones se traducen en ejemplos como las Bibliotecas Humanas, un proyecto Erasmus+ en el que participa La Ponte y que entiende a las personas como libros que cuentan sus propias historias de vida, lo que les convierte en un patrimonio inmaterial.
El Xiblu parte también con una perspectiva intergeneracional en todas sus actividades con el fin de fomentar la participación de las personas más jóvenes. Para ello acaban de programar una actividad de grafitti con una monitora que imparte extraescolares en el colegio y que se ha planteado en tres jornadas: la primera para llevar a cabo una reflexión sobre el territorio, la segunda más técnica sobre diseño y cómo plasmar la idea en este lienzo tan especial, que será un muro, y la tercera una sesión de pintura abierta para todas las personas, con ese enfoque intergeneracional del que hablamos.
Cultura y Ruralidades
Tan solo desde enero que esta iniciativa lleva funcionando (en este mes se desarrolló el proceso participativo, en febrero se realizó el análisis y en marzo se hizo la primera programación cultural) pero ya van a debutar a lo grande siendo el único proyecto asturiano en el VII Foro Cultura y Ruralidades (que todavía no tiene el programa cerrado) que se celebrará en Tortosa (Tarragona) entre el 4 y el 6 de junio organizado por el Ministerio de Cultura. Desde luego que esta presencia es “una manera de valorar el trabajo. Es un espacio para dar a conocer el proyecto y el territorio de Teverga”.
Y es gracias a El Xiblu que Asturias va a estar representada de nuevo (La Ponte ya participó en ediciones anteriores y Navia acogió la V edición), lo que es “una satisfacción y una responsabilidad”, reconoce Alba, que no duda en aprovechar la ocasión para seguir estableciendo redes con otros espacios y territorios.
“El espacio de trabajo acaba en junio, pero no queremos que El Xiblu se acabe aquí, sino mantener la actividad y para ello estamos accediendo a otras convocatorias”, explica. De momento ya tienen planeado un congreso de Filopueblos en septiembre, así como otras actividades financiadas por el Pacto de Estado contra la Violencia de Género.
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