Ayuda en Acción es una Organización No Gubernamental de Desarrollo independiente, aconfesional y apartidista que trabaja en América, África y Asia con programas de desarrollo integral a largo plazo en diferentes ámbitos para mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas, así como el de las familias y comunidades a través de proyectos autosostenibles y actividades de sensibilización.
“Aprender a leer y escribir es una revancha a lo que me decía mi padre: que la escuela era solo para hombres”
“Tengo 59 años, ya mis hijos son grandes, apenas tengo un hija en Secundaria. Los he sacado adelante con mucho esfuerzo. Ahora estoy aprendido a escribir y leer, lo hago por mí misma. Es una revancha a lo que me decía mi padre: que la escuela era solo para los hombres. Ahora estoy descubriendo cosas que no había visto nunca…”. En el día que se celebra el Día Internacional de la Alfabetización, el testimonio de esta mujer campesina boliviana sobre su experiencia nos llena de esperanza de que es posible un mundo más justo y digno que considere la educación como un derecho humano para todas las personas sin distinción, en especial para aquellas con quienes el sistema tiene una deuda histórica por honrar: mujeres, adolescentes, afrodescendientes e indígenas.
781 millones de adultos en el mundo no saben leer, escribir ni contar, según el informe Educación para Todos en el Mundo de Unesco. Se calcula que dos tercios de ellos son mujeres. Más de 250 millones de niños y niñas no son capaces de descifrar una sola frase, aunque la mitad de ellos hayan pasado cuatro años en la escuela. Todo ello nos conduce a preguntar qué están haciendo los gobiernos, las organizaciones internacionales o, finalmente, las personas, por cambiar esta realidad que pone en cuestión la realización no sólo del Derecho a la Educación, sino del conjunto de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que han sido ratificados por casi todos los estados.
Cada año la conmemoración de la Día Internacional de la Alfabetización tiene un énfasis específico, el de este año está dedicado a la “Alfabetización para el desarrollo sostenible”. Esto implica, desde nuestra perspectiva, intentar superar los enfoques pragmáticos y reconocer que la alfabetización es un derecho a lo largo de la toda la vida y se constituye en la base de todo aprendizaje.
Superar la idea de desarrollo sostenible, en un escenario donde los Estados del mundo están debatiendo la Agenda de Desarrollo y las metas posterior al 2015, nos coloca en la urgente necesidad de cuestionar esa idea única de progreso y desarrollo. En su relación con la alfabetización, esto implica ir más allá del mero acceso al conocimiento para hacer más eficaz la empleabilidad, incidir en la mejora de la salud de las familias y de las mujeres, o poner freno al crecimiento demográfico. Las acciones de alfabetización deben translucir procesos de empoderamiento de personas y colectivos, de confianza en sí mismas, de cuestionamiento a la homogeneidad del mundo y las personas, de valorización de la diversidad y de reconocimiento de otras formas de entender el desarrollo y su relación con la naturaleza.
Desde la compresión de la alfabetización como derecho humano, se demanda de los estados, como garantes todas las condiciones, que hagan efectivo el derecho. Además, las y los titulares deben reclama su exigibilidad. Es decir, hay que superar la idea de que la alfabetización es un mero trámite que se cumple con programas de lectura y escritura. Hay que demandar propuestas orientadas a la realidad y la identidad del territorio, que estén en armonía con la naturaleza y que contribuyan al fortalecimiento de la democracia.
Por tanto, como señala Rosa María Torres del Castillo en un artículo de hace unos años, “la alfabetización es el portón de entrada a la educación básica y el pasaporte más importante para el aprendizaje a lo largo de toda la vida”, por lo que no es casualidad que las personas adultas se refieran frecuentemente a este aprendizaje asociándolo con “luz”, “ventana”, “puerta”. De ahí la necesidad de adoptar la alfabetización como derecho a lo largo de la vida, lo que implicará políticas de “post-alfabetización” y de educación básica de jóvenes y adultos conjuntamente, como un continuo, entendiendo la alfabetización no de manera aislada sino como componente de la educación básica.
Para concluir, regresemos al testimonio de Julia: “Me alfabetizo… y lo hago por mí misma…” es frase que renueva nuestro compromiso por impulsar la alfabetización a lo largo de la vida, orientada a la justicia social y ambiental, así como la dignidad de todas las personas.
“Tengo 59 años, ya mis hijos son grandes, apenas tengo un hija en Secundaria. Los he sacado adelante con mucho esfuerzo. Ahora estoy aprendido a escribir y leer, lo hago por mí misma. Es una revancha a lo que me decía mi padre: que la escuela era solo para los hombres. Ahora estoy descubriendo cosas que no había visto nunca…”. En el día que se celebra el Día Internacional de la Alfabetización, el testimonio de esta mujer campesina boliviana sobre su experiencia nos llena de esperanza de que es posible un mundo más justo y digno que considere la educación como un derecho humano para todas las personas sin distinción, en especial para aquellas con quienes el sistema tiene una deuda histórica por honrar: mujeres, adolescentes, afrodescendientes e indígenas.
781 millones de adultos en el mundo no saben leer, escribir ni contar, según el informe Educación para Todos en el Mundo de Unesco. Se calcula que dos tercios de ellos son mujeres. Más de 250 millones de niños y niñas no son capaces de descifrar una sola frase, aunque la mitad de ellos hayan pasado cuatro años en la escuela. Todo ello nos conduce a preguntar qué están haciendo los gobiernos, las organizaciones internacionales o, finalmente, las personas, por cambiar esta realidad que pone en cuestión la realización no sólo del Derecho a la Educación, sino del conjunto de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que han sido ratificados por casi todos los estados.