Ayuda en Acción es una Organización No Gubernamental de Desarrollo independiente, aconfesional y apartidista que trabaja en América, África y Asia con programas de desarrollo integral a largo plazo en diferentes ámbitos para mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas, así como el de las familias y comunidades a través de proyectos autosostenibles y actividades de sensibilización.
Objetivos del Milenio: ¿inspirar, unir y transformar?
El pasado lunesSecretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, presentaba en Nueva York el Informe 2014 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). En su intervención señaló que los ODM habían servido de gran ayuda para inspirar, unir y transformar. Con independencia de que se esté o no de acuerdo con la afirmación, algo de lo que nos ocuparemos después, resulta interesante descomponer los ODM en tres dimensiones diferenciadas: 1) un eslogan comunicativo y movilizador (inspirar); 2) una agenda compartida entre actores (unir); y 3) una herramienta de cambio social (transformar). Esta diferenciación, que además implica una graduación en el alcance de los ODM, nos permite analizar por separado cada aspecto y comprobar la verdadera profundidad del cambio propuesto y alcanzado.
Resulta indudable el potencial comunicativo que tienen los ODM. Acabar con el hambre, conseguir el acceso universal a la educación primaria, luchar por los derechos de las mujeres o combatir enfermedades como el SIDA o la malaria son retos impostergables que llaman a la movilización de los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía en general. En ese aspecto, podemos calificar a los ODM como un éxito, porque han contribuido a que la sociedad tome conciencia de la situación de injusticia social en la que vive la mayoría de la población mundial y vea esta situación como un problema global, no solo de los países en desarrollo. En este proceso ha sido decisivo el papel de las ONGD’s que, como viene haciendo en los últimos años Ayuda en Acción, junto con otras organizaciones, en las temáticas de género, educación y derecho a la alimentación, han trasladado a la ciudadanía el contenido de los ODM y han exigido a la clase política su cumplimiento.
La movilización de los gobiernos, los organismos multilaterales y las organizaciones de la sociedad civil ha conseguido otro logro importante: la construcción de una agenda compartida que sirve de guía al sistema internacional de ayuda al desarrollo. Los ODM son, al menos en la teoría, lo que da respuesta a la pregunta de qué tiene que hacer la cooperación al desarrollo. No hay discurso de cualquier persona con relevancia política o social a nivel internacional que no apele a la consecución de los ODM. Pero el problema viene cuando se pasa de la teoría a la práctica, del discurso a la acción.
Hay que recordar que esta dimensión de los ODM, la búsqueda de una alianza global para abordar conjuntamente las problemáticas del desarrollo, está presente en la propia lista de objetivos, en el número 8. En este objetivo es en el que se incluyen los compromisos de aporte de fondos de ayuda oficial al desarrollo (AOD). Aunque enó una cifra record de aportaciones de los países desarrollados, conólares y una subida del 6,1% respecto a 2012, algunas tendencias de la AOD empañan esta buena noticia. En primer lugar, como reconoce el propio Informe, la AOD a los países más pobres, los llamados menos adelantados (PMA), lleva tres años de descenso. Estos países son los más dependientes de la ayuda extranjera y los que más problemas tienen para alcanzar las metas de los ODM. Como ejemplo de esta tendencia, el Informe señala que enneta a África (donde se encuentran cayó un 5,6%. Otro aspecto relevante es que, si bien los fondos totales han alcanzado un record, en términos relativos estamos muy lejos de la meta de destinar el 0,7% del PIB a cooperación al desarrollo. La AOD de los países desarrollados en0,30% de PIBendel 0,53% de 1962. Finalmente, la AOD española, aunque permaneció estable en 2013, acumula un retroceso del 65% desde 2010.
La cuestión de la AOD no es el único aspecto que presenta dificultades en este objetivo. Los problemas para alcanzar las metas previstas hicieron que el propio Ban Ki-Moon creara enTareas con el objetivo de mejorar su seguimiento. Este grupo ha elaborado hasta la fecha seis informes anuales y en el de 2013 apuntaba que “las diferencias de rumbo y la disparidad en los resultados debilitan la coherencia de la alianza mundial”. Nos detenemos en el concepto de coherencia, que es fundamental a la hora de analizar este objetivo. Coincidimos con otros análisis que se han hecho de la trayectoria de los ODM en que hay una clara necesidad de abordar esta alianza desde una perspectiva más amplia, poniendo a la coherencia de políticas de desarrollo en un lugar central. Porque como señalaba la Coordinadora de ONGD’s de España en un informe de 2011, “los esfuerzos en desarrollo serán en vano si los efectos de otras políticas, como la comercial, agrícola, migratoria, educativa, medioambiental, de salud o seguridad, los socavan o contradicen en lugar de aprovechar la oportunidad de crear sinergias en beneficio de los países en desarrollo”. Se trata en último caso de que los actores internacionales (gobiernos, organismos multilaterales) se comprometan a apoyar una verdadera agenda del desarrollo y no los intereses particulares de las élites políticas y económicas.
Es evidente que estas debilidades resultan un lastre para la última y más profunda dimensión de los ODM, su utilidad como herramienta de transformación. Aunque los logros conseguidos son importantes, existe un fallo de origen que algunas personas vinculadas con la propia ONU han denunciado. El relator especial para el derecho a la alimentación calificó como un fiasco los ODM, por centrarse en logros puramente estadísticos y “afrontar los síntomas de la pobreza, ignorando las causas profundas del subdesarrollo y del hambre, como la deuda, la desigualdad comercial o los paraísos fiscales”. Desde las ONGD’s hemos recordado a los gobiernos la importancia de un sistema fiscal justo y se ha reclamado la adopción inmediata de medidas concretas como la tasa a las transacciones financieras.
Terminamos esta reflexión con la mirada puesta más allá de 2015, porque a un año de cumplirse el plazo fijado en el año 2000, los análisis que se hagan que se hagan deben tener en cuenta el camino a recorrer después de esa fecha. Este proceso tendrá que ocuparse obligatoriamente de algunas asignaturas pendientes, como la sostenibilidad ambiental, la defensa de los derechos humanos, el fomento de un crecimiento inclusivo y la lucha contra las desigualdades sociales. La cooperación española ha sido activa en realizar aportaciones a la definición de la agenda post-2015, esperemos que lo sea también a la hora de apropiarse de esa agenda y aportar fondos para cumplirla.
El pasado lunesSecretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, presentaba en Nueva York el Informe 2014 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). En su intervención señaló que los ODM habían servido de gran ayuda para inspirar, unir y transformar. Con independencia de que se esté o no de acuerdo con la afirmación, algo de lo que nos ocuparemos después, resulta interesante descomponer los ODM en tres dimensiones diferenciadas: 1) un eslogan comunicativo y movilizador (inspirar); 2) una agenda compartida entre actores (unir); y 3) una herramienta de cambio social (transformar). Esta diferenciación, que además implica una graduación en el alcance de los ODM, nos permite analizar por separado cada aspecto y comprobar la verdadera profundidad del cambio propuesto y alcanzado.
Resulta indudable el potencial comunicativo que tienen los ODM. Acabar con el hambre, conseguir el acceso universal a la educación primaria, luchar por los derechos de las mujeres o combatir enfermedades como el SIDA o la malaria son retos impostergables que llaman a la movilización de los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía en general. En ese aspecto, podemos calificar a los ODM como un éxito, porque han contribuido a que la sociedad tome conciencia de la situación de injusticia social en la que vive la mayoría de la población mundial y vea esta situación como un problema global, no solo de los países en desarrollo. En este proceso ha sido decisivo el papel de las ONGD’s que, como viene haciendo en los últimos años Ayuda en Acción, junto con otras organizaciones, en las temáticas de género, educación y derecho a la alimentación, han trasladado a la ciudadanía el contenido de los ODM y han exigido a la clase política su cumplimiento.