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Quien más basura genera, más paga: qué hacen las ciudades europeas más exitosas en la recogida y reciclaje de residuos

Andrés Actis

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Los 153.000 habitantes de la región belga de Midden-Waasland ya no tiran sus residuos domésticos en los enormes contenedores ubicados en las calles. Desde 2019, estos vecinos tienen sus propios cubos identificados con un chip que permite pesar la cantidad de basura generada. Cuanta menos basura tiran, menos pagan.

En cuatro años, este sistema de pago por generación ha logrado reducir un 38% la cantidad de residuos, según las estadísticas de MIWA, la empresa encargada de la recogida y del reciclaje de esta región de Bélgica. En 2018, la generación de basura anual per cápita fue de 161 kilos. En 2023, esta cifra descendió a 99 kilos.

El cambio supuso modificar miles de contenedores nuevos y modernizar los camiones de recogida, que ahora están equipados con ordenador, sistema de carga y de pesaje calibrado. “Estamos seguros de que recuperaremos esta inversión porque el porcentaje de residuos se ha visto reducido, lo que disminuye de forma considerable todos los costes de tratamiento”, explica el director de MIWA, Sven Peeters.

Los cubos son de tres tamaños: 40 litros (vivienda de una persona), 120 litros (hasta cuatro habitantes) y 240 litros (más de cinco). Son solo para los residuos que no se pueden reutilizar, que no son reciclables y que no pueden clasificarse en ningún otro lugar. Llevan un chip –asociado a la dirección y a una persona de referencia– que permite pesar las bolsas que se depositan.

Cada unidad familiar dispone, además, de otro cubo verde (sin identificación) para los residuos orgánicos y de bolsas azules (prepagas) para plásticos y envases. Hay inspectores que, cada tanto, participan en las rondas de recolección. Si la clasificación no es correcta, no cargan los residuos, lo que genera un coste extra en la factura.

En la región belga de Midden-Waasland los vecinos realizan dos pagos al año, según el peso de sus residuos y su clasificación, además de una tarifa fija por la recogida

Los vecinos realizan dos pagos al año según el peso de sus residuos y su clasificación, además de una tarifa fija por la recogida. Hasta los 100 kilos por miembro de la familia se paga 0,23 euros por kilo. Cruzada esa barrera, cada kilo adicional cuesta 0,30 euros.

En el caso de los bloques de edificios, el cubo familiar se reemplaza por contenedores ubicados frente al inmueble con llaves, tarjetas identificativas y un sistema de peso que, en cada depósito, registra la cantidad de residuos descartados. “Es un modelo de precios justo y honesto. Quien más genera, más paga. Quien menos genera, menos paga”, resume Peeters.

El sistema de pago por generación no solo funciona en esta región de Bélgica. Muchos otros municipios europeos lo han adoptado para reducir el volumen de residuos y mejorar los índices de reciclaje, algo que la Comisión Europea celebra en sus últimos informes. Sin embargo, el Ejecutivo comunitario aclara que sigue siendo minoritario en el continente.

En 2018, la Directiva 2018/851 sobre residuos –que modificó el reglamento de 2008– promovió la responsabilidad ambiental de los productores de residuos a través del principio “de que quien contamina paga” para que los países pudiesen cumplir los objetivos de reutilización y reciclaje: 50% en 2020; 55% en 2025; 60% en 2030 y 65% en 2035.

El pasado julio, Bruselas informó de que 18 países, entre ellos España, no cumplieron el porcentaje de 50% en 2020. La lista incluye a Bulgaria, República Checa, Dinamarca, Francia, Croacia, Italia, Chipre, Letonia, Lituania, Hungría, Malta, Polonia, Portugal, Rumanía, Eslovaquia, Finlandia y Suecia.

Los países que sí cumplieron (Alemania, Austria, Bélgica, Grecia, Eslovenia, Estonia, Grecia, Luxemburgo y Países Bajos) suspendieron otras exigencias, como el reciclaje de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos. Por tal motivo, la Comisión abrió 27 procedimientos de infracción contra todos los miembros de la UE.

Según la evaluación realizada a mediados de año por la Agencia Europea de Medio Ambiente, la mayoría de los Estados miembros “corren el riesgo” de no alcanzar los objetivos de preparación para la reutilización y el reciclaje de residuos municipales para 2025. Según cifras oficiales, los europeos generan una media de 521 kilos de residuos municipales por persona, una cifra que, en lugar de disminuir, crece en las actualizaciones de las estadísticas.

Los expertos avalan el pago por generación

En abril, España acogió el Waste in Progress 2024, el congreso de referencia a nivel estatal en materia de gestión de residuos municipales. Los expertos mundiales que disertaron coincidieron en que la mejor manera de elevar los porcentajes actuales de reciclaje y de alcanzar los objetivos europeos pasa por lograr que quien tira más desechos pague más por ello.

Por definición, el pago por generación representa la traducción del principio “quien contamina, paga” en su aplicación a las tasas de residuos. Supone, por tanto, computar la generación real de residuos de cada hogar o comercio y definir el importe de la tasa en función de la cantidad y tipo de residuos generados. El objetivo principal del sistema es crear un incentivo económico para reducir la generación de residuos.

Fernando Follos, ambientalista y consultor de empresas gestoras de residuos, explica que el pago por generación es “un modelo útil”: tocar el bolsillo reduce la cantidad de residuos en los hogares. “Reparte el esfuerzo y penaliza a los menos concienciados. Ayuda a que aquellos que todavía no separan, lo hagan”, resume.

En Alemania, muchos municipios cercanos a Hamburgo (430.000 habitantes) han pasado del modo tradicional de recogida a los contenedores con identificador. “Mi experiencia de 30 años en este sector indica que este modelo es el mejor para disminuir la generación de residuos y mejorar los porcentajes de reciclaje”, explicó durante el congreso Dennis Kissel, responsable de esta gestión en la región alemana de Holstein.

En Italia, 49 municipios de la provincia de Treviso (550.000 habitantes), tienen este sistema desde hace diez años. El incentivo de pagar menos por reciclar y por generar menos bolsas ha cambiado los hábitos de los ciudadanos, según Paolo Contò, director del servicio de gestión de residuos de esta región. “Los resultados que hemos obtenido son muy interesantes, pues solo el 10% de la población no separa, el 90% sí lo hace”, explicó.

Maria Calaf Forn, consultora ambiental y coordinadora del área de tasas de residuos de la Fundación catalana ENT, que asesora a entidades públicas y privadas en la gestión medioambiental, señala que los niveles de recogida separada en municipios con estos sistemas tienden a estar entre el 70% y el 90%. “Su implantación contribuye sensiblemente a alcanzar los objetivos de recogida separada y reciclaje marcados en la legislación estatal y europea. Las experiencias de otros países sugieren que se trata de instrumento central tanto para la adecuada financiación del servicio como para generar incentivos hacia una gestión más eficiente”, subraya.

Aplicación “testimonial” en España

El Observatorio de la Fiscalidad de los Residuos, creado en 2018 por la Fundación ENT, publicó en 2023 el estudio Las tasas de residuos en España 2023, en el que se analizaba las tasas de hogares y comercios de una muestra de 131 municipios, incluidas todas las capitales de provincia.

La mayoría de los municipios, se explica en el documento, aplica un modelo de tasas con cuotas fijas: todos los domicilios pagan lo mismo con independencia de si separan o no sus residuos. “Aplicar una cuota fija implica que los domicilios que generan menos y separan más residuos están subvencionando implícitamente a aquellos con peores prácticas ambientales en materia de residuos”, afirman los autores del estudio, entre los que figura Calaf Forn.

En España, la Ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados para una economía circular obliga a las entidades locales a implementar una “tasa específica, diferenciada y no deficitaria” que, justamente, permita implantar sistemas de pago por generación. Los municipios tienen de plazo hasta el 10 de abril de 2025 para poner en marcha sus proyectos.

La norma no impone la obligación taxativa de exigir una tasa totalmente individualizada para cada ciudadano a partir de esa fecha, sino que busca que se incorporen estos sistemas de forma paulatina, en consonancia con el principio “de quien contamina paga” que promueve la Comisión Europea.

Por el momento, señala el Observatorio de la Fiscalidad de los Residuos, la aplicación en España de sistemas con pagos por generación es “testimonial”, a diferencia de lo que sucede en los países más avanzados en materia de gestión de residuos. “Según nuestros datos, el porcentaje no llega al 1% del total, concentrado en unas pocas comunidades autónomas, algunas de las cuales están haciendo esfuerzos para promoverlos, como Catalunya o Islas Baleares”, señala Calaf Forn,

El municipio de Girona (100.000 habitantes) lanzó en mayo su nuevo modelo de recogida segmentada por zonas de la ciudad. En los barrios periféricos, con casas bajas y menos densidad de población, la recogida se hace puerta a puerta con cubos que llevan chips identificativos. En los barrios del centro, el ayuntamiento ha colocado contenedores inteligentes que se abren con una tarjeta identificativa. Los residuos (plásticos, orgánicos, etc,) se descartan según un calendario semanal.

Sergi Cot, concejal de Acción Climática de Girona, explica que el objetivo último del nuevo sistema es aplicar un pago por generación. “Estamos en plena fase de implementación. Ahora en octubre incorporaremos a los comercios al sistema de puerta a puerta. Y en febrero de 2025 queremos tener toda la ciudad con contenedores inteligentes. Hoy estamos en una tasa de reciclaje del 52% y con este nuevo sistema aspiramos llegar al 70%”, detalla. Y agrega: “Si lo hacemos bien, bajaremos la cantidad de residuos, bajaremos los costes y bajaremos el importe que pagan los vecinos por el servicio. Esto, al cabo, motiva a la gente”.

En su opinión, este modelo puede aplicarse en ciudades pequeñas y grandes. “Puede funcionar también en Barcelona, Madrid o Valencia. Al final los distritos operan como pequeñas ciudades. Si en Girona lo hacemos bien, técnicamente se puede replicar en toda Barcelona. Si funciona en dos calles de Girona puede funcionar en 10.000 de Barcelona”, concluye.