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¿Qué haces con tu media tonelada de basura? España, inundada de desechos

Raúl Rejón

11 de marzo de 2023 22:16 h

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Cada persona genera en España casi media tonelada de basura al año solo en su casa. Una mezcla ingente de papeles, vidrio, envases de plástico, paquetes, latas o desechos de comida. Apenas 189 kilos acaban reciclados o recuperados y solo unos 94 se tiran de forma selectiva. Eso deja una enorme bolsa de basura de más de 280 kilos amontonada en vertederos o quemada en el mejor de los casos. Y en el peor, escapando al medio ambiente.

“Pedimos amparo a Europa para no ahogarnos en basura”, fue la gráfica descripción que una plataforma de 26 organizaciones utilizó para justificar su denuncia formal contra España ante la Comisión Europea por incumplir los objetivos de reciclaje.

En 2020, España generó 22 millones de toneladas de residuos urbanos. Se recicló un 40,5% lo que incumplió el nivel marcado por la normativa en el primer año de evaluación que debía llegar al 50%. Lo peor es que la estimación de Eurostat para 2021 indica que el porcentaje ha ido para abajo: un 36,7%.

Estos niveles implican que, entre 2013 y 2020 (con los datos definitivos) la bolsa de basura sin reciclar que estas organizaciones dicen que nos ahoga se llenó con 115,4 millones de toneladas de residuos municipales.

Detrás de estos porcentaje bajos “hay una escasa implantación de la recogida separada”, afirma el responsable del área de residuos de Ecologistas en Acción, Carlos Arribas. El desecho selectivo –cartón por un lado, envases por otro, vidrio y basura orgánica– favorece mucho la posibilidad de reciclar. En España la separación solo alcanza el 20% de esos 22 millones de toneladas, según la Memoria del Ministerio de Transición Ecológica.

También influye que, debido a los expedientes sancionadores que España recibió por su mala gestión de vertederos, hubo una fuerte inversión en plantas para procesar basura mezclada, cuyas tasas de recuperación de residuos ronda el 5%-6%. Un índice bajo.

Arribas sostiene que existen pocos incentivos para utilizar los contenedores diferenciados. “Los cubos diferentes para cada fracción de basura ya están bastante extendidos, pero no se utilizan porque, al final, casi todo depende de la conciencia y la voluntad de las personas sin un marco normativo que promueva hacerlo bien”.

Aunque la generación de residuos municipales generales en España ha descendido respecto a los 663 kilos por persona registrados en 2000, en la última década se ha estabilizado en bastante más de 400 kilos anuales. La media anual entre 2013 y 2020 es de 463 kg por ciudadano. Unos 21,6 millones de toneladas de desechos urbanos.

La cuestión es que, en España, lo más cómodo y barato para las administraciones ha sido durante mucho tiempo, simplemente tirar la basura a los vertederos. “Era de los pocos países europeos que no disponía de un impuesto sobre el vertido o la incineración de residuos”, apunta el coordinador de proyectos de la Fundación ENT Ignasi Puig Ventosa.

“Usar el vertedero debe ser la última opción, pero en España ha sido la más barata y eso hacía colisionar el discurso ambiental con el económico”, añade este ingeniero industrial y doctor en Ciencias Ambientales. Con ese panorama, “lo único que ha incentivado la separación de la basura ha sido la conciencia de los ciudadanos, ya que había bajo coste para una mala práctica ambiental como es el vertido”. La reciente ley de residuos sí ha incorporado ese tipo de impuestos, algo que “debería ayudar a caminar en la buena dirección”, según Puig Ventosa.

“La conciencia y la voluntad ciudadana tienen sus límites”, abunda Carlos Arribas. Y luego añade: “No hacen falta campañas para que una persona no aparque en un vado porque sabe que, si lo hace, tendrá una multa. Con los residuos no hay medidas de este tipo, como una tasa de basuras más barata para quienes lo hagan bien”.

En la Federación Española de Empresas de Reciclaje (FER)creen que, aunque España lidera el reciclaje europeo en algunos materiales, “los residuos domésticos son el gran reto cuya tasa de reciclado está lejos de los porcentajes fijados por Bruselas.” Y señala al “sistema de recogida en origen de los residuos” como pieza “fundamental”. “También hay un amplio margen de mejora en el residuo textil”, afirma la FER.

Pagar menos por reciclar más

¿Se puede hacer pagar más a quien más basura genere? Hay opciones pero “deben usarse después de que se haya establecido un sistema selectivo sólido y plantas para tratar esos residuos separados. Si no, es como empezar la casa por el tejado”, analiza Ignasi Puig. En la FER abundan que sí cabe “una vez generado el residuo, una tasa de pago por generación para premiar a los ciudadanos que más reciclan y penalizar a los que menos”.

El coordinador de ENT también apunta que “la basura orgánica ha estado claramente olvidada y es la fracción más importante de los residuos municipales. Un 40%”. Estos desechos –los que deben ir al contenedor marrón– “son los más fáciles de tratar porque solo hay que dejar que actúen los procesos naturales, pero al mismo tiempo deben separarse bien, porque si están contaminados con otros materiales ya no sirve”.

Ese olvido a la hora de hacerse cargo de la basura orgánica (con ese peso que tiene en el total de residuos) ha hecho imposible que el nivel de reciclaje en España subiera hasta lo exigido en la ley. De hecho, solo alcanzaron el umbral del 50% La Rioja, Catalunya, Euskadi y Comunitat Valenciana. Desde el pasado 1 de julio, los municipios de más de 5.000 habitantes tienen la obligación de separar ese tipo de basura.

Y no ha sido porque no se supiera que la cosa iba mal. En septiembre de 2018, la Comisión Europea realizó una “alerta temprana” con la que intentaba, dijo, “ayudar a los Estados miembros a cumplir con el objetivo para 2020”. Allí concluían que España estaba “en riesgo de no alcanzar el objetivo para 2020, consistente en la preparación de hasta un 50 % de residuos municipales para la reutilización y el reciclado”.

Entre las posibles medidas para enderezar el rumbo propuestas por Bruselas estaban:

  • La obligación de recogida separada de residuos de alimentos y de jardín
  • Establecer objetivos “vinculantes” de recogida separada a nivel municipal, “junto con multas por no hacer que estos se cumplan”
  • Introducción de impuestos sobre los residuos municipales obligatorios para los hogares
  • Un sistema fiscal armonizado para la eliminación de los residuos (es decir, el vertido y la incineración) que sea operativo en todas las Comunidades Autónomas
  • Un sistema nacional para ayudar a los municipios

En el vagón intermedio

España está en el grupo intermedio de Europa, aunque por debajo de la media de reciclaje de desechos municipales. El promedio continental en 2020 se colocó en el 49,2%. A la cabeza está Alemania con un 70% y por delante de España también reciclan más Bulgaria, Austria, Eslovenia, Países Bajos, Luxemburgo, Bélgica, Italia. Eslovaquia, Lituania, Dinamarca, Finlandia, Francia, Irlanda o Chequia.

Quizá una parte de la respuesta también esté en cómo se percibe este asunto como un problema ambiental relevante. Mientras en la Unión Europea ocupa el segundo puesto en preocupación solo por detrás de la crisis climática, en España, “el creciente volumen de residuos” se coloca como quinto problema, según la última encuesta sobre Actitudes generales de los europeos hacia el medio ambiente. Queda por detrás del cambio climático (60%), la contaminación del aire y la del mar (47% ambas) y la contaminación de los ríos y los acuíferos (42%).

“Tal vez en España haya menos conciencia que en otros lugares, pero, al final, también depende de las políticas que se apliquen para que ocurran unas cosas u otras”, argumenta Puig. “En Catalunya ya hay más de 300 municipios que aplican la recogida selectiva y puerta a puerta. ¿Son sociedades diferentes? No. Lo que ocurre es que la ley catalana tiene más de 20 años de ventaja respecto a otras comunidades”, abunda.

Arribas coincide en que “las administraciones tienen la responsabilidad de crear el sistema de recogida más eficiente. No puede dejarse caer el peso sobre las espaldas de los ciudadanos. El sistema conforma el comportamiento”.

En este sentido, la manera de gestionar la basura que se escoja induce a que se actúe de una manera o de otra. El sistema puerta a puerta, por ejemplo, en el que hay un calendario de recogida según la fracción de basura que toque “es el más eficiente”, aunque “puede levantar polémica”, cuenta Arribas. Puig Ventosa, por su parte, certifica que este tipo de recogida “eleva el porcentaje de selección de residuos de un 40%-50% a un 70%-80% en solo 24 horas una vez instaurado”.

Un mundo empaquetado

Alejadas de la primera medida para reciclar más –que pasa por generar menos basura–, las sociedades europeas cada vez empaquetan más lo que consumen. Y una gran cantidad de envases implica, necesariamente, una gran cantidad de basura.

En la Unión Europea se generan casi 80 millones de toneladas de basura a base de paquetes –en 2009 eran unos 65 millones–, según los datos de Eurostat. La mayoría son de papel y cartón (un 40%), pero casi una de cada cuatro toneladas es de plástico.

España genera unos 168 kilos de desechos de paquetería por cada habitante (7,9 millones de toneladas de envases en total) lo que le sitúa un poco por debajo de la media de la UE. Por encima están Alemania, Dinamarca, Luxemburgo o Portugal.

De toda esa basura de envases que desecha España en un año, la que más se recupera es la fabricada a base de metal tipo hojalata como el de las conservas (un 96%). También los de papel y cartón (un 75%) y los de madera se reciclan mucho, según la memoria del Ministerio de Transición Ecológica. Sin embargo, casi la mitad de los envases de aluminio y de plástico se dejan sin reciclar o valorizar a pesar de que se cumple el nivel exigido en la Unión Europea.

De media, los humanos pueden estar ingiriendo hasta cinco gramos de microplásticos a la semana que llegan de diferentes maneras

En el caso de los plásticos supuso más de 760.000 toneladas sin recuperar de alguna manera. De hecho, España ha tenido que pagar 498 millones de euros al presupuesto de la Unión Europea de 2023 por las toneladas de envases de plástico que no se reciclan en el país.

La entidad responsable de gestionar envases de plástico ligeros, Ecoembes, explica que sus competencias afectan a los envases domésticos a base de tetrabrik, papel, cartón o plástico, pero no los comerciales o industriales. Cuentan que en 2021 las empresas que venden productos en estos envases declararon poner 1,8 millones de toneladas en el mercado (un 8% más que el mínimo del siglo, de 2013). “Ecoembes es responsable legamente de estos envases, no de todos”. Pero la memoria anual de la empresa afirma que se recuperó el 83% de esas 1,8 toneladas.

Plástico ubicuo y duradero

El plástico se ha convertido en problema e icono de los desechos por su ubicuidad y lo que persiste allá donde termine. Los residuos de plástico llegan ya a cualquier parte. No solo a los rincones más remotos del planeta, sino hasta los propios organismos humanos.

El año pasado, un equipo de investigadores neerlandeses descubrió y acreditó restos de polímeros de plástico en la sangre de donantes. Hallaron estos compuestos en 17 de los 22 individuos revisados que pudieron estar expuestos a los microplásticos por el aire, el agua o los alimentos, pero también mediante productos como los dentífricos.

“De media, los humanos pueden estar ingiriendo hasta cinco gramos de microplásticos a la semana, que llegan de diferentes maneras”. Es la conclusión a la que llegaron en 2019 científicos de la Universidad de Newcastle (Australia) al revisar la literatura especializada. El trabajo fue encargado por la organización WWF que afirma: “La mayor fuente de ingestión es el agua potable. Se ha encontrado plástico en el agua (subterránea, superficial, de grifo y embotellada) en todo el mundo.

Si el avance de datos de Eurostat avisa de que el reciclaje de estos residuos no aumenta, los siguientes niveles de recuperación exigidos por la normativa europea, en lugar de acercarse, se alejan: en 2025 debe llegar al 55%, en 2030 al 60% y en 2035 al 65%. “España está en un punto de partida malo. Hay que apostar mucho más fuerte por la separación en origen”, resume el ingeniero Puig Ventosa.