La bombilla led, la más eficiente que se puede comprar hoy en día, tiene un gran problema ambiental: solo se puede reciclar una pequeña parte. El resto termina en el vertedero o incinerándose en plantas donde se utiliza como combustible.
La antigua bombilla se ha convertido en un producto de alta tecnología. Dentro de un led hay múltiples materiales, metales tan preciados como el oro y la plata; y también otros menos conocidos de la tabla periódica, aunque estratégicos, como el indio, el paladio o las tierras raras. La mezcla de estos materiales en cantidades ínfimas son los que la convierten en la lámpara más eficiente. Pero esta sofisticación tiene un precio, está fabricada de tal forma que hoy por hoy no existe un proceso industrial que sea capaz de recuperar todos sus componentes.
“Otro de los problemas es el plástico. La primera generación de led que fue realmente comercial, hace unos cinco años, contenía aluminio en gran parte para mantener el led frío, pero los fabricantes han encontrado un mejor forma de enfriar las bombillas sin aluminio. Esto ha hecho que el material reciclable de un led sea mucho menor que antes”, comenta desde Reino Unido Alistair Rinfret, director de Balcan, una de las empresas de reciclaje de bombillas más importantes.
Este especialista hace referencia al frío por ser esta una de las claves para que un led dure mucho más que una bombilla antigua. Y ese periodo de vida más largo también hace, en teoría, que tenga un menor impacto ambiental, pues así se fabrican menos bombillas, consumiendo menos recursos. “La siguiente pregunta que deberíamos hacernos es por qué, si se supone que estas lámparas duran diez años, ya nos están llegando”, incide Rinfret. Él encuentra la respuesta en que las primeras que se han empezado a consumir en Europa se fabrican en China: “Baratas y de mala calidad”.
Saber cuánto de una bombilla led se está reciclando realmente resulta muy complicado. Las cifras que dan unos y otros no coinciden y siempre explican que se trata de medias muy aproximadas y de un proceso que describen con trazo grueso.
Según cifras de Ambilamp, la organización responsable de la recogida y reciclaje de lámparas en España, el 23% de una bombilla led es plástico. Como señala Rinfret, “esta parte no tiene valor, nadie la quiere y termina en el vertedero”. Sin embargo, desde Recyberica, dedicada en España al mismo trabajo que Balcan, su director, Fermín Rodriguez, defiende que hay una parte de ese plástico que sí se utiliza, aunque reconoce que solo para incinerarlo y utilizarlo como combustible. “Ojalá todas fueran de aluminio, pero hay que reciclar lo que hay”, incide .
El resto de un led son metales (52%), circuitos impresos (12%) y lo demás se reparte entre espuma y otros componentes. La cuestión es que los fabricantes no están produciendo esta bombilla pensando en qué pasará una vez que ya no sirva; el plástico está tan fusionado a los metales que resulta prácticamente imposible separarlos o no merece la pena económicamente, así que termina en el vertedero o incinerándose, según las fuentes consultadas. Se recupera algo de cobre y algo de aluminio. Respecto al resto, se trata de metales tan pequeños que ninguna fuente confirma que efectivamente puedan reciclarse.
Desde Ambilamp, reconocen: “El 100% de los materiales de una bombilla led, tras un proceso de reciclado, no puede enviarse a procesos donde se utilicen todas las fracciones recuperadas, dado que en muchos tratamientos mecánicos testados se producen plásticos con metales que son muy difíciles de separar y recuperar posteriormente en otros procesos. Estos deben enviarse a procesos de valorización energética [incineración] o eliminación”. Desde esta misma organización dan una media: “El porcentaje de reciclado es del 56% y un porcentaje de valorización del 86%, que incluye las fracciones que se envían a valorización energética”.
También se trata de una cuestión de escala. En España, de las 3.000 lámparas que llegan a las plantas de reciclaje al año, solo el 5% son led. Pero los recicladores esperan que esta cifra crezca exponencialmente en los próximos años. ¿Qué pasará si no se desarrolla un sistema para reciclarlas del todo? “Las empresas que no hayan invertido en tecnología no aguantarán en el mercado”, concluye Rinfret. Y mientras, materiales valiosos y raros seguirán tirándose en vertederos o quemándose.
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