El buque Ever Given ya está reflotado, pero este viernes aún había 227 navíos haciendo cola en el Canal de Suez para atravesar este paso comercial del que depende el 10% del mercado global. Mientras decenas de barcos siguen desviando sus rutas hacia el sur de África, Maersk, la mayor empresa de transporte marítimo del mundo, está ofreciendo a sus clientes una vía mucho más rápida para frenar el enorme retraso en la entrega de mercancías de los nueve buques que tiene en esa fila: el avión.
“Lo que estamos haciendo es ofrecer a nuestros clientes en origen rutas aéreas de carga sensible o urgente. Estimamos que se ha perdido una semana de capacidad en la red de suministro global y recuperarse del shock va a llevar meses porque ya estaba la industria corta de capacidad debido a la pandemia”, explican a Ballena Blanca fuentes de la compañía. La empresa, que aún no tiene una estimación del volumen que va a transportar vía aérea, pues trabaja “hora a hora con Asia y Europa”, especifica que esto incluye todo lo que sus clientes puedan considerar “de primera necesidad”.
Desde que el lunes se lograra liberar el Ever Given, más de 100 barcos han logrado atravesar. Algunos de Maersk han llegado a Puerto Saíd, y unos 12 tuvieron que optar por cambiar de rumbo y seguir la ruta más larga, la que bordea el continente y pasa por el Cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica. Aún así, Maersk mantiene su oferta de transportar la mercancía por aire para evitar que el atasco perjudique todavía más a la cadena de suministro de sus clientes. “La tarea difícil está por llegar”, explican desde la compañía. “Es como un puzle. Todas las navieras están en la misma situación, así que se esperan cuellos de botella en los puertos de Asia y de Europa. Para mitigarlos estamos ahora trabajando contrarreloj”.
Sin embargo, la crisis del Ever Given ha mostrado que cuando el sistema global tal y como está montado falla, las cuestiones ambientales, en este caso climáticas, se ignoran.
“El incidente del canal de Suez demuestra claramente el fallo del mercado global que tenemos al alinear los comportamientos del mercado con la crisis climática”, valora Jarl Krausing, director del think tank climático danés Concito. “Los liderazgos sectoriales solo pueden desplegar todo su potencial si existe una igualdad de condiciones entre todos los actores económicos relevantes de ese sector o de otros relacionados. A falta de una fuerte regulación internacional, el único medio con el que podemos corregir este profundo fallo del mercado es desarrollar y adoptar un precio global elevado y uniforme del carbono. Pero incluso eso requiere un acuerdo global, que por ahora parece ilusorio”, abunda Krausing.
Otra cuestión relevante, apunta este experto, es la vulnerabilidad de la economía mundial ante el bloqueo de una sola ruta de carga. “¿Se puede contrarrestar esta fragilidad con un mayor almacenamiento general de mercancías? Probablemente no, debido a las ganancias de eficiencia al no almacenar. ¿Debemos producir más localmente en lugar de abastecernos y transportar bienes y materiales globalmente a la escala actual? Sí, pero ¿cómo regularlo?”, plantea.
La decisión de recurrir al avión para ahorrar tiempo de transporte a costa de elevar la huella ambiental contrasta con los compromisos climáticos de Maersk, que en 2018 anunció la descarbonización de su flota a partir de 2030 y hace solo un mes avanzó que en 2023 ya tendrá listo su primer buque neutro en carbono. Recordemos que ni los barcos ni los aviones están obligados a reducir emisiones de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático: sus compromisos de reducción son por el momento voluntarios.
Coincide con este análisis Joseph Romm, especialista en cambio climático y director del medio estadounidense FrontPageLive.com. “La crisis de Suez muestra la fragilidad del capitalismo globalizado ante las catástrofes y revela cómo las necesidades a corto plazo pueden desplazar los objetivos de reducción de la contaminación por carbono a largo plazo. Si queremos evitar un cambio climático catastrófico, tendremos que hacer que todas nuestras infraestructuras sean libres de carbono y más resistentes”.