“He sido testigo de muchas crisis financieras, de inflación en los 70 y 80; de la divisa asiática en 1997, la burbuja de las puntocom y la crisis financiera global. El cambio climático es diferente. Aunque solo se materialice una fracción de los impactos que se proyectan, esta crisis es mucho más estructural, de largo recorrido”.
En su carta anual a los consejeros delegados de las principales compañías del mundo, publicada este martes, Laurence D. Fink, fundador y presidente de la mayor cartera de inversiones mundial, con siete billones de dólares en activos, anuncia un potente cambio de rumbo: situar el medio ambiente en el centro de su estrategia de inversión. Más aún. La compañía asume el riesgo climático y lanza que esta cuestión está forzando a los inversores a replantearse sus propias asunciones sobre las finanzas modernas. Para aquellos que no estén en la partida, viene a decir, la gestora está dispuesta a votar en contra de sus directivos.
La misiva que cada año escribe este financiero a los directivos de medio mundo es importante porque es vista como anticipo de lo que está por llegar para las compañías que hoy dominan la globalización y la economía.
“Desde Europa hasta Australia, Sudamérica a China, Florida u Oregón, los inversores preguntan cómo deberían modificar sus carteras. Intentan comprender el riesgo físico asociado al cambio climático y cómo la política climática afectará a los precios, costes y la demanda en toda la economía”. Estas cuestiones, reflexiona el presidente de BlackRock, suponen que en “un futuro cercano, antes de lo que se ha anticipado, habrá una recolocación muy importante del capital”.
No es una cuestión política, precisa Fink. Son negocios y es la responsabilidad que asume el fondo sobre el dinero de los clientes que representa. De forma concreta, la nueva política de la compañía significará, por ejemplo, abandonar la inversión en las centrales térmicas de carbón –una fuente de energía de la que BlackRock sentenció hace dos años que estaba “muerta”–.
Por otro lado, vigilará la transparencia sobre las cuestiones ambientales de las compañías en las que pone dinero. “El año pasado, BlackRock votó contra o se abstuvo en la elección de 4.800 directores de 2.700 empresas. Cuando observemos que las compañías o los consejos de administración no estén dando información sobre las cuestiones ambientales de forma efectiva o implementando marcos para gestionar estas cuestiones, consideraremos responsables a sus miembros”.
Además, escribe Fink, “estaremos cada vez más dispuestos a votar en contra de los directivos cuando las empresas no estén haciendo los progresos suficientes para comunicar sobre las cuestiones ambientales o los negocios y planes relacionados con ellas”.
El presidente de BlackRock tiene una palabra para los jóvenes, que en el futuro tomarán el mando: “La gente joven está pidiendo más transparencia y acción. A medida que se conviertan en consejeros delegados o políticos o jefes de Estado, remodelarán el enfoque del mundo hacia la sostenibilidad”.
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