La multinacional General Electric ha anunciado su intención de cerrar una de sus mayores plantas de gas de ciclo combinado en California cuando solo lleva funcionando un tercio de su vida útil. La razón es económica, según comunicó la empresa el pasado viernes. “Hemos decidido cerrar la planta Inland Empire a finales de 2019, que ha estado operando por debajo de su capacidad durante años con una tecnología que no es rentable”, declaró la compañía a la agencia Reuters.
La principal razón de la pérdida de rentabilidad de esta central de 750 MW de potencia, que costó 500 millones de dólares de inversión, es la competencia en este estado de las energías solar y eólica, mucho más baratas para producir electricidad.
El Gobierno de California aprobó en 2003 la instalación de Inland Empire, situada en Riverside, a unos 120 kilómetros al este de Los Angeles. La primera unidad empezó a funcionar en 2008 y la segunda en el año 2010. El problema es que la planta se puso en marcha cuando la demanda de energías fósiles empezó a contraerse. A finales de 2017, la compañía ya clausuró una de las dos turbinas, dejando la producción de la planta en 376 megavatios.
La clausura deja en evidencia la fuerte competencia de las energías renovables en un mercado desregulado y en un contexto en el que las apuestas fallidas por las energías fósiles resisten menos que hace años.
La pérdida de competitividad de las centrales de gas también es evidente en España, donde ya se ha autorizado, en 2017, el cierre de la central de ciclo combinado de Viesgo en Tarragona. Y, hace poco más de un mes, Naturgy, la antigua Gas Natural Fenosa, solicitó al Gobierno parar la actividad de dos grupos de la central de Palos (Huelva), dos de Cartagena y uno de Sagunto por la caída de la demanda de gas para producir electricidad.
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