A quién no le ha dolido la cabeza alguna vez. Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) más de 3,5 millones de personas sufren migrañas en España. De ellos, casi un millón la padecen de una forma crónica, lo que supone que las cefaleas les afectan más de 15 días al mes.
Según el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica francés, este mal acaba afectando a la vida socioprofesional de uno de cada cuatro enfermos y puede llegar a provocar problemas de visión, dificultades sensitivas y dificultades del lenguaje que se van en cuanto desaparece el dolor de cabeza.
¿Pero qué provoca este problema? Dice un estudio publicado por el instituto francés que “ya desde el siglo XIX se sabe que existe una predisposición genética a padecerlo, pero no se puede hablar de un gen de la migraña. Más bien se trata de una asociación de diferentes variantes genéticas.
Desde 2010 hemos podido detectar más de una docena de genes que provocan una cierta susceptibilidad a la migraña“. El instituto, sin embargo, asegura que no todo es achacable a la herencia recibida. ”Existen factores internos y externos que favorecen su desarrollo“.
Todos ellos tienen algo en común, asegura este organismo: “Siempre hay un cambio de estado. Puede tratarse de variaciones emocionales (positivas o negativas), físicas (sobrecargas o relajación, un esfuerzo físico inusualmente intense), en las horas de sueño (ppor exceso o por defecto), hormonales (una bajada en las tasas de estrógenos durante la menstruación), alimentario (saltarse una comida o darse un atracón) y hasta climáticos (subidas o bajadas bruscas de temperature o un viento fuerte) y sensoriales (someterse a luces u olores fuertes)”.
Advierte el instituto que no todos reaccionamos igual a todos estos factores, del mismo modo que no todos somos sensibles a todos ellos, aunque por lo general sí que suelen ir asociados.
“La identificación y, en la medida de lo posible, posterior eliminación de algunas de estas conductas puede permitirnos reducir las crisis. Adoptar horarios de sueño regulares, no saltarse comidas o evitar actividades demasiado exigentes o violentas desde un punto de vista físico puede resultar beneficioso”.