Hay quien lo pasa mal si, a primera hora de la mañana, no se toma un café bien cargado. Otros lo necesitan de manera imperiosa después de comer. Hay muchas personas que, sin café, experimentarían auténticos síndromes de abstinencia y no son capaces de reducir un consumo excesivo. Los médicos ya le han puesto un nombre a esta dolencia: “trastorno por consumo de cafeína”.
Y, ¿cuáles serían los síntomas de este trastorno? Entre otros, “dolor de cabeza, fatiga y síntomas parecidos a la gripe”, así como “ansiedad, nerviosismo, malestar estomacal e irritabilidad”, afirma un estudio al respecto realizado por la Johns Hopkins University y la American University.
Ingerimos cafeína de muchas maneras: en café, té, refrescos, bebidas energéticas, chocolates… “Cuando la consumimos en dosis bajas, es una droga relativamente segura”, explica Laura Juliano, de la American University y una de las autoras del trabajo. Explica que una mayoría de personas puede tomar esta sustancia estimulante y psicoactiva sin experimentar ningún daño. Sin embargo, “otros desarrollan una dependencia física que interfiere con su funcionamiento diario”. Sufren este llamado “trastorno por consumo de cafeína”.
La buena noticia es que se puede tratar. Los científicos que elaboraron el estudio trabajaron con 67 personas que habían tratado infructuosamente de cortar el consumo de cafeína. En promedio, el grupo consumía unos 700 miligramos de cafeína al día, en comparación con el máximo de 400 miligramos recomendado, no más de dos o tres tazas.
Les ofrecieron terapia con un psicólogo, que además les proporcionó documentación para llevarse a casa en la que proponían rutinas orientadas a la reducción del consumo de cafeína. El tratamiento duraba cinco semanas.
¿El resultado? Más de tres cuartas partes de los miembros del grupo redujeron su consumo de cafeína a 200 miligramos por día. Incluso fueron capaces de mantener este nivel un año después.
Juliano reconoce que la comunidad médica ha sido lenta a la hora de caracterizar el consumo de cafeína como potencialmente problemático y reconocer que algunos casos pueden requerir tratamiento. “Es una droga socialmente aceptada y muy consumida que está bien integrada en nuestras costumbres y rutinas”, explica Juliano que considera importante que los fabricantes de productos que contienen cafeína, como por ejemplo las bebidas energéticas, etiqueten convenientemente envases y recipientes.