Cruzar de vuelta el 'charco' ya no es sinónimo de fracaso

El miércoles pasado Alberto Galindo acompañó a dos compatriotas colombianos al aeropuerto. Eran padre e hijo y llevaban 13 y 7 años en Euskadi. Uno ingeniero técnico y el otro con un ciclo superior, ambos vinieron a trabajar en el sector de la construcción. Ahora la crisis y el desempleo han provocado que emprendan el camino de vuelta a casa. Sin embargo, cruzar el charco en dirección opuesta ya no significa un fracaso en su proyecto vital, es solo una forma de buscar las oportunidades que ya no tienen aquí.

Su caso no es aislado. Esta misma semana, el Ayuntamiento de Bilbao hacía público un dato esclarecedor: según el padrón municipal la población inmigrante de la capital vizcaína ha descendido por primera vez. Las causas principales a las que se apuntan son las adquisiciones de nacionalidad, por un lado, y la situación del mercado de trabajo, por otro. Sea por estos motivos o por otros diferentes, la verdad es que en 2012 el número de autóctonos que vive en la villa bajó en 865 personas, mientras que la cantidad de expatriados se redujo en 1.668. De hecho, a día de hoy el porcentaje de extranjeros, un 8,15%, es inferior al del año 2000.

Como presidente de la asociación Asocolvas, Asociación de Colombianos y Colombianas en el País Vasco, Alberto ha despedido ya a un gran número de compatriotas y amigos. La mayoría han sido profesionales de muy alta cualificación, precisamente los perfiles más demandados en estos momentos en Latinoamérica. “Sobre todo se van los graduados universitarios o personas con postgrados, aquellos que ven que van a ganar en calidad de vida si vuelven a Colombia”, explica. “En diciembre, por ejemplo, se fue un amigo mío y socio de Asocolvas. Tiene un doctorado y ha trabajado en la ONU, pero aquí no pudo encontrar un empleo”, añade.

¿Y el propio Alberto? “No, yo no. Llevo 14 años aquí y me gusta mucho la vida bilbaína, aunque tengo familia en Colombia todavía no me planteo regresar”, responde. Entre los 700 socios de Asocolvas, sin embargo, la sangría es constante. Actualmente hay 2.527 colombianos viviendo en Bilbao, se trata del segundo grupo más numeroso de extranjeros, pero también del que ha sufrido la mayor reducción durante el último año. Casi 500 personas cogieron un avión de vuelta o consiguieron la nacionalidad. El resto de los latinoamericanos les siguen de cerca, con 400 bolivianos menos y en torno a 300 ecuatorianos, mientras que en otras nacionalidades como los marroquíes o los rumanos, la disminución es prácticamente inapreciable.

Jorge Martínez Falero también ha dejado de aparecer en las listas de extranjeros. Este uruguayo de 56 años, asentado en Euskadi desde hace 14, obtuvo la nacionalidad “hace muy poco”. A pesar de que acaba de quedarse en el paro después de que la empresa de premecanizado en la que trabajaba echara el cierre, no está por la labor de tomar el camino de vuelta. “Me lo he pensado, pero los que somos mayores de cierta edad es muy difícil que volvamos”, comenta. Además, apenas le queda familia en Uruguay, mientras que aquí tiene tres hijos y dos nietos. “Lo máximo, valoro ir y venir de vez en cuando, tengo un inmueble por lo que solo me haría falta dinero para el viaje”, apunta.

“Es una forma de buscar oportunidades”

Sin embargo, lo que no ve para sí mismo, no lo descarta para sus compatriotas más jóvenes. “Ahora mismo se están abriendo muchas oportunidades allá, la gente capacitada escasea”, explica. Incluso ha animado a su propio hijo a que pruebe suerte al otro lado del 'charco'. “Si no encuentra nada en Euskadi, es una forma de buscar oportunidades y todavía me queda algún conocido allá que le podría ayudar”, aclara.

Tampoco lo descarta para los ciudadanos vascos que quieran probar suerte cruzando el Atlántico. “Animaría a todo el que tenga formación porque se están abriendo oportunidades relacionadas con el sector turístico-inmobiliario y también otros como el del aceite de oliva y los vinos”, detalla Jorge. Alberto coincide también con esta tesis. “A nuestra asociación también acude gente de aquí que quiere conocer cómo está el mercado allí. No somos un consulado, pero les ayudamos en lo que podemos”, relata. El presidente de Asocovas hace especial mención del caso de un empresario bilbaíno dedicado al sector de la construcción y que en épocas anteriores a la crisis facturaba “alrededor del millón de euros al año”. “Se quedó con sólo 150.000 euros y ha decidido invertirlos en crear una pequeña empresa en Colombia”, concluye.