Ha requerido mucho tiempo (los primeros plazos situaban su puesta en marcha en 2003), una elevada inversión (de los 60 millones de euros previstos se ha pasado hasta los 150) y un triunfo de la presión vecinal. En mayo, Bilbao tendrá en marcha su nuevo acceso viario, que sustituirá al histórico viaducto de Sabino Arana, el más transitado de la decena de entradas y salidas a la capital vizcaína, con cerca de 80.000 vehículos al día.
La victoria vecinal se debe especialmente al derribo del scalextric de Sabino Arana, al que la crisis económica le daba hace unos meses más vida. Aunque su eliminación siempre se había unido a la construcción del nuevo acceso de San Mamés (transita junto al campo de futbol), este verano la Diputación de Vizcaya, que financia las obras, dio otro disgusto a los vecinos. “No hay proyecto ni fecha”, dijo en junio la diputada foral de Transportes, Itziar Garamendi. Los ocho millones de coste fueron el motivo esgrimido. Los vecinos cargaron de nuevo contras las instituciones y, en los últimos meses, ha habido un cambio de opinión, el presupuesto de la demolición se ha reducido a cuatro millones y esta vez, parece que sí, la mole de Sabino Arana será pasado dentro de unos meses.
El acceso de Sabino Arana habrá persistido durante 38 años. Se construyó en 1975 como el paradigma del progreso: se pensaba que una carretera llegase al corazón de la ciudad era la mejor solución urbanística. Pero llegaron los efectos colaterales en forma de ruido y contaminación, que en 1992 provocaron las primeras quejas de los vecinos, que no han cejado en su empeño en estos más de 20 años. Desde 1998 han mantenido cerca de 2.000 carteles en sus ventanas pidiendo el derribo del vial. De hecho, al poco de iniciar la encartelada, en 1999 el entonces candidato a alcalde Iñaki Azkuna incluyó el derribo del viaducto entre sus promesas electorales de la campaña de aquel año.
Los vecinos han interpuesto demandas judiciales, mirando con desconfianza a los retrasos en la ejecución del nuevo acceso de San Mamés, que iba a estar disponible para 2003. El proyecto tuvo importantes cambios: primero se redujo a capacidad del vial a la mitad, al pasar de ocho carriles en los dos sentidos a cuatro, lo que permitirá absorber 35.000 vehículos, la mitad de los que ahora transitan por Sabino Arana. Y las alegaciones vecinales, que querían que estuviera cubierto en su totalidad, propiciaron que el trazado esté soterrado en casi un 75% de su longitud. La Diputación de Vizcaya ha argumentado los graves problemas técnicos y el encarecimiento de la obra para no atender los requerimientos de los vecinos. La construcción del nuevo acceso ha estado jalonada de dificultades, con el derribo de dos edificios y seis viviendas unifamiliares en el barrio de Santa Ana, y las afecciones a la ya de ya de por sí saturada A-8 y el soterramiento en esta zona de las líneas ferroviarias de Feve.
Ahora, en un mes, según el anuncio de la Diputación de Vizcaya, los vehículos podrán circular por el nuevo acceso de San Mamés y los vecinos empezaran a contar los días para dejar de convivir con el viaducto de Sabino Arana. “No queremos olvidarnos de las personas que han dedicado media vida a este proyecto y no lo podrán ver. Sin ellos no hubiese sido posible”, asegura Javier Muñoz, presidente de la asociación vecinal.