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Decir genocidio

Criticar a Israel por la ocupación de Palestina no es antisemitismo. Definir su masacre en Gaza como “genocidio” no es un delito de odio contra el pueblo judío. Esas dos obviedades han sido cuestionadas durante décadas, y lo hemos sufrido muy directamente los periodistas, activistas y políticos críticos con los abusos israelíes. Ahora esas dos obviedades quedan desacreditadas por una sentencia judicial que crea jurisprudencia porque es del Tribunal Supremo: la Sala de lo Penal ha tumbado dos denuncias contra Ione Belarra por sus primeras declaraciones al inicio de la actual operación militar en Gaza, que calificó de “genocidio planificado”. El PP le pidió la dimisión por “antisemitismo” y Aznar insistió ayer mismo en vincular la crítica a Israel con el odio a los judíos. Pero dice el Supremo, nada sospechoso de ser un tribunal progresista: “Las críticas a la acción militar no pueden ser calificadas de antisemitas o como discursos de odio simplemente porque tengan como destinatario al gobierno de Israel”. A ver si les entra en la cabeza.

En todo caso, hay algo que a Benjamin Netanyahu le preocupa hoy mucho más que lo que piensen el Tribunal Supremo o la izquierda española: el fiscal de la Corte Penal Internacional ha pedido una orden de arresto contra él y contra su ministro de Defensa por crímenes de guerra en Gaza. También contra líderes de Hamás. Es la primera vez que la fiscalía de este Tribunal Penal Internacional pide una orden de detención contra el líder de un país aliado de Occidente. Olga Rodríguez analiza la repercusión que puede tener.

  • En Irán, el ala dura del país ya controla el mecanismo de sucesión para sustituir a Ebrahim Raisí, el presidente fallecido tras estrellarse el helicóptero en el que volaba. Es inevitable preguntarse si ha sido un accidente o si alguien ha atentado contra el presidente de un país enfrentado a Israel pero también con otros enemigos en el mundo árabe. No hay por ahora ninguna denuncia, ninguna reivindicación, ningún indicio. El régimen atribuye el siniestro a un fallo técnico.
  • Oxígeno para Assange. La Justicia británica le ha dado una pequeña gran victoria a Julian Assange, que podrá seguir apelando contra su extradición a Estados Unidos.

Por qué no se calla

Por mucho que lo pida el ministro Albares, el presidente de Argentina, Javier Milei, no va a rectificar sus palabras en un mitin de Vox en Madrid contra el socialismo, al que dijo que “hay que echar a patadas”, ni sus acusaciones de corrupción a la esposa de Pedro Sánchez. De hecho, sigue a lo suyo, regodeándose en Twitter de la crisis diplomática abierta con España, "surfeando una ola de lágrimas socialistas". Sus portavoces más serenos tratan de separar al Milei que insulta del Milei que gobierna y dicen que es España la que trata de convertir en conflicto diplomático lo que es “una diferencia personal”. Pedro Sánchez ha respondido: “Entre los Gobiernos los afectos son libres, pero el respeto es irrenunciable”.

El PP primero justificó a Milei y luego ha tenido que salir a criticarle (con sus peros) porque hasta la CEOE, Telefónica, BBVA, Iberia o el Banco Santander han salido a marcar distancias con Milei, que les invitó a un encuentro en Madrid unas horas antes de sacar su motosierra dialéctica contra Moncloa. El PP está nervioso porque sabe que, paradójicamente, una confrontación de Pedro Sánchez con Javier Milei solo beneficia a Pedro Sánchez, a Javier Milei y a Vox.

Hoy en el podcast, hablamos de esa contradicción entre lo popular y lo políticamente correcto y recordamos otro episodio ya lejano de la historia de las crisis diplomáticas entre países latinoamericanos y España.

De fondo, las europeas

Lanzamos encuesta sobre las próximas elecciones europeas del 9 de junio. Así están las fuerzas ahora mismo:

La desaparición de Ciudadanos engorda al PP, que ganaría con seis puntos de ventaja sobre el PSOE. Crece la extrema derecha y descienden las fuerzas nacionalistas e independentistas. Tanto Sumar (8%) como Podemos (2%) bajan respecto a sondeos anteriores y juntos rondan la misma cifra que obtuvieron Podemos e IU en 2019.

Que no se te pase

  • Pacto y peluca. La pareja de Isabel Díaz Ayuso acudió ayer al juzgado como imputado por fraude fiscal. Transmitió a la jueza su deseo de aceptar su culpabilidad y pactar una condena a cambio de evitar la cárcel. La jueza ha suspendido su declaración. González Amador ha acudido con peluca y la mañana en general fue bastante surrealista.
  • Un susto enorme. La presidenta de Extremadura, María Guardiola, salió ayer de la UCI en la que ha estado ingresada por culpa de una complicación importante tras una intervención quirúrgica. Afortunadamente, su evolución es favorable.
  • Horror en Granada. Un hombre de 72 años ha matado a sus dos nietos y luego se ha suicidado. Hace dos meses, ese mismo hombre iba al volante de un coche que tuvo un accidente en el que murieron su esposa y su hija, es decir, la madre y la abuela de los niños. Es todo terrible.

Todo es política

  • La pintura es política y la manera de exponerla también. Por eso es sorprendente que hasta ahora el Museo del Prado no se haya decidido a hacer una exposición dedicada a los inicios de la pintura social en España. Trabajos feminizados, huelgas, el poder de la religión, la medicina, la prostitución, la emigración, por primera vez juntos en obras datadas del cambio de siglo XIX-XX. Como la de arriba, ‘Una desgracia’, que retrata el entorno de un accidente laboral sin representar al herido.
  • La construcción de personajes es política. Me han gustado los matices de esta reflexión de la escritora Sabina Urraca sobre la tendencia de editores y lectores de “reducir la literatura a temas y ‘hashtags’” e interpretar que los personajes se tienen que comportar según la moral o las opiniones de quien escribe. “Yo no me responsabilizo de las opiniones ni de los actos que llevan a cabo mis personajes. Es ficción”.
  • El picante es política. Seguro que alguna vez has acabado comiéndote una paella bastante mediocre en un bar, que quizá conocías desde hace tiempo, pero en el que te sentaste sin darte cuenta de que se había convertido ya solo en un sitio para turistas. En México les está pasando, pero no con la paella sino con el picante. La gentrificación y la turistificación están reduciendo la cantidad del clásico picante mexicano en taquerías y restaurantes. Los locales, claro, se quejan: “Son salsas para gringos”.

Hasta aquí llegamos por hoy. 

Un abrazo,

Juanlu.

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