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El PP y la canallada de utilizar a ETA

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Evita el PP hablar de gestión, calla Feijóo las carencias de todas sus administraciones, y oculta deliberadamente la reina del vermú el desastre, gigantesco, de la sanidad pública o la nefasta praxis seguida en las residencias de ancianos en Madrid, por no hablar de las pizzas a los niños o las patatas con gusanos a los mayores. Para qué abordar esas cosas tan nimias ante unas elecciones municipales y autonómicas, cuando se puede despotricar contra Sánchez por cuestiones meramente ideológicas, un campo de batalla ajeno a lo que se decide el día 28 en casi toda España. Es la trampa de los políticos inútiles, hablar de las nubes para no bajar a la realidad de la miseria que sus políticas generan.

Es mejor, mucho mejor, utilizar, por ejemplo, el comodín de ETA. Tema ya cansino, y que aquí han abordado con fuerza y acierto Ignacio Escolar, Sáenz de Ugarte, Isaac Rosa y algunos articulistas más. Por eso sobra que les repita las vergüenzas y la hipocresía del PP en este asunto. Los pactos de Maroto, hoy representante de Feijóo en el Senado, con los abertzales antes de que ETA anunciara su disolución, o la generosidad desmedida de Aznar cuando vio, en 1999, la posibilidad de negociar un acuerdo de paz con los terroristas. Ya digo que son conocidos, pero quizá convenga recordar alguna cosa, ya publicada en el El fin de ETA, libro editado por Planeta de Luis R.Aizpeolea y quien esto escribe, pero desgraciadamente olvidada.

Cuenta Jaime Mayor Oreja, a la sazón ministro del Interior con Aznar, que para engrasar aquellas conversaciones con la banda, el presidente le propuso un acercamiento de presos de ETA al País Vasco, entonces encarcelados en prisiones de toda España y bien alejados de sus familiares. Mayor recomendó 63, pero el presidente le insistió en que fueran más, e incluso desde Instituciones Penitenciarias se planteó que se acercara a todos. Finalmente fueron unos 120 los presos que se trasladaron. Aznar decidió, además, autorizar el regreso a España de más de 300 exiliados de la banda terrorista cuyos delitos habían prescrito, aunque hubieran sido de sangre. Durante esos años, se produjeron 311 excarcelaciones de etarras, 64 de ellas correspondientes a terroristas que habían sido condenados por asesinatos múltiples a penas superiores a veinte años. Esas sí que fueron concesiones, ya no a una organización política legal, como ahora lo es Bildu, sino a los mismísimos terroristas y sus jefes militares.

Permitan al Ojo la licencia de reproducir, tal cual, un párrafo de aquel libro, a mi juicio muy representativo de cómo han tratado el tema del terrorismo, y el de la lealtad constitucional, los dirigentes del PSOE, González, Almunia, Zapatero o Rubalcaba —ya cuatro años sin él— y Sánchez, a los del PP, desde el inefable Aznar al inane Feijóo, tan pasmado ante la vida que cree que Badajoz está en Andalucía, pasando por el Rajoy del infame “Usted ha traicionado a los muertos” dirigido a Zapatero, amén del pimpollo Casado, tan florido en sus diatribas verbeneras. He aquí el párrafo:

“Como consecuencia de estas excarcelaciones se produjo un hecho tremendo. El etarra Iñaki Bilbao salía de la cárcel el 28 de septiembre de 2000, siendo Ángel Acebes ministro de Justicia y Mariano Rajoy ministro del Interior. Estaba condenado a 52 años de prisión, que quedaron reducidos a 30 por efecto de la acumulación de penas, y de ellos había cumplido 17. Desgraciadamente, menos de dos años después, Bilbao asesinó al concejal socialista de la localidad de Orio, Juan Priede. Jesús Eguiguren [el primer negociador del PSOE con ETA en ese último proceso] destacaba este desafortunado hecho tan solo para mostrar la diferente actitud de respeto en la lucha antiterrorista cuando gobernaba el PSOE o el PP. «La policía nos admitió que tenía localizado al comando antes de matar a Juan Priede. Que habían esperado para detenerlo y que, en el ínterin, habían asesinado a nuestro compañero. Pero no reprochamos nada a la policía. Nosotros respetamos la administración de los tiempos que hace la policía en su actividad”.

Y un poco más adelante, se recordaba: “En cualquier caso, Aznar sí necesitó entonces, para llevar a cabo todas estas acciones, que podrían interpretarse como cesiones por parte del Gobierno a ETA, el apoyo del PSOE, que en esos años dirigía Joaquín Almunia. Lo pidió y lo obtuvo, porque los socialistas consideraban que el Gobierno siempre debe contar con la colaboración de la oposición en la lucha antiterrorista y nunca es conveniente mostrar al enemigo las disensiones entre los partidos democráticos mayoritarios”.

Excusas por la larga cita, pero es en verdad escandaloso oír ahora —y antes— a los dirigentes del PP esas lacrimógenas jeremiadas cuando hablan de ETA, hoy afortunadamente desarmada y sus miembros, sus jefes y sus partidarios, han optado de pleno por la vía democrática en lugar de la lucha armada. Claro que tienen razón las víctimas cuando ven, más que indignadas, que el posible alcalde de su localidad, o el concejal de urbanismo, verbigracia, es el asesino que descerrajó dos tiros en la sien a su padre o a su hermano. Hay quien ha recordado, y con razón, la repulsa que nos merecería que se presentara a alcalde un violador múltiple o un pederasta condenado por tal, aun cuando hayan cumplido sus penas. Seguro que es legal, pero marca, muy bien, el talante de quienes les han elegido como candidatos. Y aunque Cuca Gamarra grite, desaforada como siempre —¿pero no decían que era una señora educada?— no ha sido Pedro Sánchez quien ha elaborado las listas de Bildu. El sentido que dan esos dirigentes al concepto de moral, ese árbol que da moras, decía un periodista mexicano, es francamente deplorable, como la empatía —cero— hacia las víctimas que tanto dicen respetar. Su líder, Arnaldo Otegi, en primer lugar del pelotón.

Adenda. Ahora resulta que vamos a tener que echar de menos con enorme tristeza, y lanzar grandes ayes quejosos, por la desaparición en la parrilla televisiva de esa bazofia que se llamaba Sálvame. Pues ahí no encontrarán al Ojo, encantado y feliz de que tal miseria se borre de la retina de los espectadores. Que viene Ana Rosa que es más de derechas, por citar a otra Ana, que Ana Botella, pues nada, denunciémoslo con toda la fuerza de la que somos capaces. Ana Rosa es basura periodística y política. Pero Sálvame era la misma purria. Hedía. 

Evita el PP hablar de gestión, calla Feijóo las carencias de todas sus administraciones, y oculta deliberadamente la reina del vermú el desastre, gigantesco, de la sanidad pública o la nefasta praxis seguida en las residencias de ancianos en Madrid, por no hablar de las pizzas a los niños o las patatas con gusanos a los mayores. Para qué abordar esas cosas tan nimias ante unas elecciones municipales y autonómicas, cuando se puede despotricar contra Sánchez por cuestiones meramente ideológicas, un campo de batalla ajeno a lo que se decide el día 28 en casi toda España. Es la trampa de los políticos inútiles, hablar de las nubes para no bajar a la realidad de la miseria que sus políticas generan.

Es mejor, mucho mejor, utilizar, por ejemplo, el comodín de ETA. Tema ya cansino, y que aquí han abordado con fuerza y acierto Ignacio Escolar, Sáenz de Ugarte, Isaac Rosa y algunos articulistas más. Por eso sobra que les repita las vergüenzas y la hipocresía del PP en este asunto. Los pactos de Maroto, hoy representante de Feijóo en el Senado, con los abertzales antes de que ETA anunciara su disolución, o la generosidad desmedida de Aznar cuando vio, en 1999, la posibilidad de negociar un acuerdo de paz con los terroristas. Ya digo que son conocidos, pero quizá convenga recordar alguna cosa, ya publicada en el El fin de ETA, libro editado por Planeta de Luis R.Aizpeolea y quien esto escribe, pero desgraciadamente olvidada.