¡Ufff! de alivio de poco más de media España, ¡aggg! de desesperación de poco menos de media España. Sufrimos, claro que sufrimos, pero pocos minutos después de las once de la mañana recuperábamos la color de nuestras ajadas mejillas. El parto de los montes parió esta vez un ejemplar descomunal, que tantos momentos de zozobra bien se merecían un final wagneriano. Es obvio que la primera intención de Sánchez con la carta y su amenaza de dimisión se ha conseguido con creces: el puñetazo en la mesa, el aldabonazo de atención para acabar -o por lo menos mostrarla en su crudeza- con esa riada imparable de mugre nauseabunda, cóctel deleznable entre una acción vomitiva de la oposición de ese señor dizque moderado, llamado Alberto Núñez Feijóo, una judicatura que incluso se atreve a salir a la calle, con toga y puñetas, a manifestarse contra el Gobierno –¿cabe mayor desvergüenza?–, más esas gotas de angostura que proporcionan a la mezcla el amargor de la bilis y la miseria de una prensa bochornosa, mendaz y generadora de bulos infames. Acusarán al presidente de todo lo imaginable, ya lo hacen desde hace diez años, pero seguro que las buenas gentes de nuestros pueblos y ciudades serán más conscientes después de estos cinco días de la bajeza moral de ese sucio conglomerado. Demasiado tiempo viviendo en el fango, respiremos un poco de aire puro.
Primer paso, pues, dado con gracia y donosura. Primera pregunta: ¿Servirá este puñetazo en la boca del estómago de una sociedad envenenada por tanto tóxico para reconducir la actividad política hacia caminos de dignidad y decencia? Quizá, sólo quizá, haya servido para concienciar a esa convulsa ciudadanía de la necesidad de pisar el freno ante tanta inmundicia, pero dejen al Ojo opinar, ya saben que el pesimista es sólo un optimista bien informado, que apenas si servirá para hacer un mínimo rasguño en la piel acorazada de la oposición, los jueces y la prensa canallesca. En tan sólo unas horas ya se acumulan evidentes muestras de lo que decimos. El propio Núñez Feijóo, tan desesperado como para recurrir al Rey, lo ha expuesto en toda su crudeza, aún más vociferante que aquel estrambótico pimpollo Casado, por no hablar del señor Abascal, todavía en el paleolítico. No quieren bajar el tono porque es ahí donde saben moverse: en las porquerizas. ¿Cómo explicar si no es así ese batallón de fusileros reclutados por el partido para ejercer de portavoces, desde Gamarra a Tirado, de Álvarez de Toledo a Ester Muñoz o Rafael Hernando? Hozar y más hozar y chufla, chufla, que como no te apartes tú yo sigo aquí: dándome de cabezazos contra el muro. Incluso han sacado a pasear a Aznar, el mentiroso. Por no insistir, ya lo haremos en su momento, en la reacción de esos medios tan entretenidos que llenan de estiércol la atmósfera en la que nos movemos. ¿Citamos a Abc, El Mundo, Okdiario, El Debate? ¿A la basurilla de The Objective o Libertad Digital? Puaj. Ni han parado en estas últimas horas ni pararán. Sólo existen para eso, únicamente les financian para eso, inmersos como están, además, en una loca carrera de emulación. Thomas de Quincey, su guía: se comienza con un asesinato y se acaba por faltar a la buena educación.
¿Entonces? Pues vayamos al punto y aparte que nos ha garantizado Sánchez: “Por eso asumo ante ustedes mi compromiso de trabajar sin descanso, con firmeza y con serenidad, por la regeneración pendiente de nuestra democracia y por el avance y la consolidación de derechos y de libertades”. Épicas intenciones que ahora habrá que llevar al papel y al devenir de las cosas de comer. Dicen desde el ala izquierdista del Gobierno, Yolanda Díaz, Íñigo Errejón, incluso Bildu, que la única salida posible a esta crisis es emplearse con fuerza y denuedo en ampliar e incrementar las políticas sociales, vivienda, dependencia, salarios, etc. Es posible. Pero primero hay que solucionar y enfrentar otros problemas. Quizá lo urgente no es lo más importante pero sí lo primero que hay que acometer. Así que manos a la obra. Por lo pronto, enfrentarse a esa barrabasada judicial del juzgado de Instrucción número 41 de Madrid, cuyo titular es su Señoría Ilustrísima don Juan Carlos Peinado, que ha transmutado la broma ridícula del esperpento malparido por Manos Limpias en una cuestión seria y de gran alcance. ¿Y cómo hacerlo? Al Ojo se le ocurre una fórmula: romper la defensa en dos. Por un lado, María Begoña Gómez Fernández, 51 años, una señora con una acreditada vida profesional, que bien haría en defenderse como tal, ciudadana privada, con los abogados que contrate para la ocasión. Ellos serán quienes manejen profesionalmente esta situación, demandas, querellas, inhabilitaciones. Y hágase esa defensa, además, con los dineros que guarde en la hucha doña Begoña, que los fondos públicos no están para defender a particulares. (Díaz-Ayuso y Miguel Ángel Rodríguez, lean esa frase, por favor).
Pero no nos engañemos. El Gobierno tiene que llevar las palabras de ese frontispicio que citábamos a una lucha fuerte, dura, aguerrida y sin concesiones para enfrentar tanta ignominia. Y eso implica forzar hasta el límite la transparencia y dar todas las explicaciones sobre su actuación en el manejo de aquellos asuntos que rocen la sombra de la corrupción. Al momento y con todos los papeles sobre la mesa. Ya han contestado sobre Air Europa y otras cuestiones. Cierto. Pero permítanme constatar que con poco éxito. Lo dijimos aquí y lo repetimos. Dótese Moncloa de un plan estratégico serio, coordinado y acompañado por grandes trompetas que griten hasta reventar los tímpanos esas explicaciones a los medios infamantes, por supuesto, pero sobre todo al personal de a pie, al que no debe quedarle ni un resquicio en la mollera de dudas sobre la honestidad del presidente, primero, del resto del Gobierno, después. Todo el mundo debe conocer cómo se procedió en las adjudicaciones públicas y otros sucedidos aireados –ensuciados, diríamos mejor– por las fábricas de bulos que se llaman a sí mismo medios de comunicación. Qué risa. Este segundo paso es imprescindible como añadido al puñetazo sobre la mesa. Brillante golpe de efecto, sin duda, pero ahora urge constancia, perseverancia y claridad, mucha, muchísima claridad, en la explicación. Decíamos que nada esperen de los articulistas de la espesa selva de la caverna, seguirán perennes en la infamia, pero rómpanles las costillas a esos medios mentirosos con datos y cifras. Informar, informar, hasta ahogarlos en el mar. La cosa tiene lo suyo, así que piensen con mente fría en cómo hacer esa labor imprescindible. Y con quién, cuestión no menor. La señora Gómez Fernández, repetimos, que siga su propio camino. Libre, se defenderá mejor.
Quedan, no nos hemos olvidado, los señores jueces. Manos a la obra que ayer ya era tarde. Haga Bolaños un último intento en esa ridícula mediación europea, también boicoteada, como todo, por el PP, inmune al ridículo, y su inefable Esteban González Pons, sonrisa de profidén y navaja de cazador furtivo. Y ya. Se acabó. Pongan todo el cuidado necesario en las decisiones que se tomen para poner orden en esa insana zambra de la que disfrutan jueces y fiscales muy dignos, pónganse de rodillas que somos nosotros quienes mandamos, pero cojan las riendas y digan basta, hasta aquí hemos llegado, cinco años de bochornos en el estrangulamiento del Poder Judicial son suficientes. Alejandro Magno ya se cansó un día y agarró la espada: es lo mismo cortarlo que desatarlo, dijo bizarro, y se acabó con el nudo gordiano. Hay que actuar con mucha cabeza, que un paso en falso te precipita al vacío. Pero con decisión.
Claro que sabemos que una oposición política fuerte, una prensa crítica y una justicia independiente son columnas básicas de cualquier democracia que se precie. Es cierto que hay que actuar con prudencia, porque estamos tocando puntos neurálgicos para que exista y se desarrolle una sociedad libre. Pero ocurre que tenemos una oposición terrible por destructiva, una prensa cabalgada por empresarios y periodistas –duele llamarlos así– canallas y mentirosos, servidos todos ellos por unos jueces genuflexos ante el poder omnímodo de la derecha más reaccionaria social, económica y de pensamiento troglodita. Así que nada nos impide luchar contra todos ellos, que la indecencia y la desvergüenza siempre hay que enfrentarla con valentía. Bastará el detente, bala, de la dignidad.
Adenda. Cantó Miguel Ríos, o recitó, qué más da lo que fuera, este poema de Luis García Montero en un acto de apoyo a Sánchez en el Auditorio Marcelino Camacho: “A vosotros, que cortáis la manzana de la muerte/con el anonimato de una guerra/os pido caridad/ Por un Dios/en el que jamás he creído/Por una Justicia de la que desconfío/Por el orden de un Mundo/que no respeto/Para que renunciéis a vuestra guerra/yo renuncio a mis dudas/que son parte de mí/como la luz amarga/es parte del otoño/Y escribo Dios, Justicia, Mundo/y os pido caridad/y os lo suplico”.
Gaza, tanto dolor.
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