Un espacio en el que está implicada toda la redacción de eldiario.es para rastrear y denunciar los machismos cotidianos y tantas veces normalizados, coordinado por Ana Requena. Puedes escribirnos a micromachismos@eldiario.es para contarnos tus experiencias de machismo cotidiano.
“Zorra”, “te voy a violar”: ser feminista en redes es un deporte de riesgo
“Zorra”, “puta”, “te voy a violar” o “feminazi” son algunos de los mensajes anónimos que recibo diariamente por expresar mi opinión y defender lo que creo que es más justo para esta sociedad: el feminismo. Os voy a poner algunos ejemplos reales:
“A ti te vendría bien que dos morenos te dieran un susto una noche eh”.
“Me cago en tu puta madre zorra malfollada”.
“Vete a follar un moro y a chupar pollas en Podemos si es lo que quieres y deja de dar por culo por aquí maldita ramera de tres al cuarto”.
“Yo desde que tú y tú gente estáis aquí no necesito un psicólogo sino un bazooka bien grande, llorona”.
“Tus pezones serán retorcidos provocándote tremendos dolores”.
Mi nombre es Carla Galeote, tengo 22 años y mi cruz es, básicamente, crear contenido en redes sociales sobre feminismo, derechos humanos y justicia social. Desde que tengo redes sociales, han creado páginas porno usando imágenes de mi Instagram, me han suplantado la identidad y han organizado campañas extremas de odio y de acoso contra mí.
Sin embargo, y es algo que me gusta reivindicar siempre que puedo, sé que no es un acoso dirigido exclusivamente a mi persona ni que me insultan por llamarme Carla Galeote, sino que esa violencia extrema lo que pretende es silenciar y destruir una idea, un movimiento y unos ideales de justicia muy concretos: el feminismo.
Somos muchas, desgraciadamente, las feministas que estamos sufriendo la violencia más feroz e impune que nos hayamos podido imaginar en el siglo XXI y que, lejos de encerrarnos en el papel de víctima, decidimos salir a denunciar la erradicación de la misoginia más interiorizada. Sin embargo, siempre que salimos a denunciar el acoso que sufrimos, suelen surgir personas que afirman (mayoritariamente anónimos) que el acoso orquestado es a lo que nos exponemos las activistas por ser un “personaje público”, que es “lo que hay” y que “si no nos gusta nos podemos ir de las redes sociales”. Como siempre, se pone el foco en las acciones de la víctima y no en las de los agresores.
La violencia machista que las feministas, personas del colectivo LGTBIQ+ o racializadas sufrimos en redes sociales no es más que la representación del blanqueamiento y naturalización de discursos de extrema derecha que han dado alas al odio que parecía casi inexistente. Hemos visto cómo, en apenas cuatro años, las instituciones se han llenado de cargos públicos que han abierto las puertas de la caverna que durante años nuestras ancestras pelearon hasta dejarse la vida para cerrarlas.
Estamos viendo cómo cada vez hay más personas jóvenes (a pesar de seguir siendo minoría) que deciden perpetuar los roles de la violencia machista adaptándola, lejos de erradicarla, a las redes sociales. El acoso sufrido por parte de estas personas es diario, continuo y bajo un prisma anónimo difícilmente perseguible.
Yo me pregunto: ¿cuál es la mejor forma de combatir un mensaje de odio que se implanta en cada brecha de nuestra sociedad? ¿Cuál es la mejor forma de educar a las futuras generaciones para que no perpetúen la violencia extrema en redes sociales? ¿Cuál es la mejor forma de volver a cerrar la puerta de la caverna para liberar a todas esas mujeres que sufrimos, diariamente, esta violencia?
Puedes compartir tu historia de machismo cotidiano escribiéndonos a micromachismos@eldiario.es.
“Zorra”, “puta”, “te voy a violar” o “feminazi” son algunos de los mensajes anónimos que recibo diariamente por expresar mi opinión y defender lo que creo que es más justo para esta sociedad: el feminismo. Os voy a poner algunos ejemplos reales:
“A ti te vendría bien que dos morenos te dieran un susto una noche eh”.