El matadero moderno ha sido diseñado para acabar con la vida del mayor número de animales a la mayor velocidad posible. La matanza industrial de animales es un gigantesco negocio y algunas de estas factorías, cada vez más tecnificadas y con equipamientos cada vez más modernos y especializados, llevan a la muerte a miles de ellos cada día. El matadero propiedad del Grupo Jorge, Le Porc Gourmet, mata 13.000 cerdos en una jornada; Veravic, de la sociedad Ibergallus 80.000 pollos; Faccsa ha iniciado los trámites para construir un matadero en Andalucía con un volumen de matanza que alcanzará los 40.000 cerdos. Son algunos de los mataderos con mayor producción del Estado Español y ayudan a hacerse una idea del ritmo de explotación y exterminio de la industria.
Entre noviembre del año 2016 y octubre del año 2018 he accedido a 16 mataderos del Estado español. Dentro de ellos he podido documentar la matanza de vacas, cerdos, corderos, pollos y conejos. El material que se presenta a continuación tiene como fin exponer, frente al oscurantismo y la propaganda de la industria cárnica, la violencia institucional y sistemática que padecen los animales en los mataderos. Aporta información relevante al debate que, promovido por el movimiento antiespecista, cuestiona la legitimidad de la explotación animal y aboga por su abolición.
Siempre que su uso sea sin ánimo de lucro y su fin sea la denuncia, pongo a disposición de quien lo solicite, de forma libre y gratuita, todo el material gráfico obtenido.
Industria cárnica: hermetismo y poder de influencia
La preocupación social por los abusos que sufren los animales en granjas y mataderos está creciendo progresivamente y las imágenes de violencia cometidas contra ellos ocupan cada vez más espacio en los medios de comunicación. Estas imágenes son generalmente obtenidas por activistas investigadores que, mediante engaños con los que consiguen acceder cámara en mano a estos lugares, o mediante el uso y colocación de cámaras ocultas, exponen al público la realidad de una industria cada vez más blindada a la vista de los consumidores.
El debate sobre el especismo —la discriminación y la consecuente opresión que padecen los animales— y el movimiento social que ha nacido para enfrentarlo, no se hallarían en su estado actual sin la existencia de las investigaciones gráficas llevadas a cabo por organizaciones y activistas. Estas han ayudado a personas de todo el mundo a tomar conciencia sobre las atrocidades que se producen tras los muros de los mataderos y, consecuentemente, les han hecho involucrarse en la defensa de los animales.
Los constantes abusos que recogen las imágenes no son casos aislados de maltrato animal sino que forman parte de un régimen de explotación sistemática que cuenta con respaldo institucional. Este tipo de investigaciones están deteriorando la imagen de los negocios cárnicos y causando pérdidas millonarias. Con el fin de que estas imágenes nunca vean la luz, los gerentes de las empresas cárnicas reciben directrices específicas que pretenden evitar que activistas encubiertos sean contratados y accedan a sus instalaciones.
En EEUU el movimiento de derechos animales tiene un amplio recorrido histórico y las investigaciones llevadas a cabo por activistas han revelado el trato brutal que reciben los animales en granjas y mataderos de importantes marcas de alimentación (Tyson Foods, McDonald's, JBS, Perdue Foods, Pilgrim's Pride, etc). Las medidas de blindaje de la industria de la explotación animal en este país no se han limitado a obstaculizar la infiltración de defensores de animales y su despliegue de poder ha ido más allá. Durante la última década, los potentes lobbies de la industria ganadera han estado detrás de leyes que persiguen la filmación y obtención de imágenes dentro de sus instalaciones. Estas leyes, conocidas como “Ag-gag”, han generado gran controversia y algunos tribunales las han declarado inconstitucionales. Periodistas, juristas, activistas y organizaciones pro derechos civiles han advertido que atentan contra la libertad de expresión, el derecho a la información, el bienestar animal, los derechos de los trabajadores o la seguridad alimentaria.
El poder de influencia de la industria cárnica española sobre la opinión pública y las instituciones también se ha dejado entrever de forma reciente en varios escándalos.
- En el año 2016 se filtraron a la prensa unos documentos estratégicos que señalaban a cuatro importantes agrupaciones cárnicas (Interporc, Provacuno, Asici e Interovic) como autoras de una trama que tenía como fin manipular la opinión pública ante el informe de la OMS donde relacionaba el cáncer con el consumo de carne. Una de las medidas recogidas en el plan consistía en una “estrategia de evangelización” para “contrarrestar la información negativa” del informe de la IARC y la OMS.
- En febrero del año 2018, el programa de televisión Salvados emitió un controvertido reportaje sobre la industria cárnica que mostraba acerdos con malformaciones, comiéndose entre ellos, y en un estado grave. Las imágenes, que fueron obtenidas durante una visita clandestina junto a un equipo de investigadores de Igualdad Animal, pertenecían a una granja proveedora de El Pozo. Su emisión causó un gran revuelo social que fue ampliamente recogido por medios de comunicación de todo el país y sumía a la marca en una crisis de reputación. Días después Jordi Évole, el presentador de Salvados, acusaba a la ministra Isabel García Tejerina de representar los intereses del sector cárnico frente a los de la ciudadanía y de no haber abierto ninguna investigación.
- En marzo del año 2018, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha condenaba al Gobierno de la Junta y a Incarlopsa —empresa que suministra elaborados cárnicos a Mercadona— por expedientar y apartar de su puesto a dos veterinarios que habían denunciado incumplimientos de la normativa en el matadero de cerdos propiedad de la empresa. Según recoge la noticia, los cerdos no eran expuestos a los efectos del CO2 el tiempo necesario para la pérdida de consciencia y permanecían despiertos durante el degüello y el desangrado. Tras ello, eran introducidos vivos al tanque de escaldado donde el agua alcanza una temperatura de 65 grados. Estas brutales prácticas se llevaron a cabo durante tres años en un matadero que procesa más de 3.000 cerdos cada ocho horas.
Todo adquiere sentido cuando conocemos los números que engrosan las arcas de la industria cárnica en el Estado español y entendemos la influencia que ejercen los grandes grupos empresariales sobre los poderes públicos. Con una cifra de negocio de 24.000 millones de euros, el negocio de la carne es el cuarto sector industrial del país y lo sitúa como uno de los mayores productores a nivel mundial.
La investigación
Durante tres años he logrado acceder a más de ochenta mataderos y he tenido que ganarme la confianza de cada uno de sus responsables. No ha sido fácil. Si hubiera acudido con la intención expresa de mostrar la matanza de animales al público, no me hubiesen permitido la entrada a ninguno.
En muchos de ellos he sido acompañado por algún responsable del matadero que ha hecho la labor de vigilante, y en algunos se me ha prohibido la entrada a las zonas donde el sufrimiento de los animales se hace más patente, como el cajón de aturdimiento o el área de degüello.
En noviembre del año 2016, meses antes de partir a México a finalizar la que ha sido recogida por los medios como “la mayor investigación gráfica realizada sobre mataderos”, comenzaba otra investigación paralela en el Estado español. Parte de la misma la he llevado a cabo en colaboración con NOR, un colectivo antiespecista vasco de reciente creación que en esos momentos se encontraba preparando su presentación pública con una investigación en mataderos. Así mismo, todas las visitas las he realizado junto a Linas Korta, el compañero que ha filmado parte de las imágenes del reporte audiovisual.
Hemos llamado a muchas puertas, algunas pertenecientes a grandes mataderos, pero nuestros intentos en estos han resultado en vano. En los últimos años, y especialmente desde la emisión del reportaje en Salvados sobre la industria cárnica, el hermetismo de la industria se ha multiplicado. Saben a que se exponen y no quieren cámaras dentro sus instalaciones. Pese a todo, nos hemos ganado la confianza de algunos de ellos y hemos logrado acceder a dieciséis mataderos ubicados en la zona norte del Estado Español.
Las imágenes obtenidas son una muestra de la violencia estructural y la explotación sistemática que se ejerce contra los animales en estos lugares. Las descargas eléctricas, los disparos de bala cautiva o los baños de agua electrificada son procedimientos estandarizados que, por brutales que parezcan, forman parte de la actividad regular de cualquier matadero.
Algunas de estas imágenes reflejan prácticas, como el degüello de animales conscientes o la quema de un cerdo vivo con soplete, que contravienen la normativa de protección animal. Puede que no se repitan en todos los mataderos, pero las investigaciones previas realizadas —algunas de ellas citadas en este trabajo— han constatado que el incumplimiento de la normativa es más habitual de lo que nos hacen creer. Todas estas muertes son representativas del principio de explotación bajo el que opera la industria cárnica donde los animales son tratados como meras máquinas de producción y lo último que importa es su bienestar.
El fraude del bienestar animal
bienestar animalAnte la creciente preocupación social por las condiciones en las que los animales son tratados en granjas y mataderos, las empresas cárnicas pretenden hacer creer al consumidor que los animales están protegidos por normativas. Esto no es cierto. El denominado bienestar animal y la aplicación de su marco legislativo solo se implementa en la medida que este no incida significativamente en la producción. Bajo estos parámetros fue concebido en sus inicios.
En la década de los años sesenta el Gobierno Británico encargaba a Roger Brambell, profesor de Zoología de la Universidad de Bangor, un estudio para investigar las condiciones de explotación de los animales en las granjas. Con él se pretendía dar respuesta a la indignación social provocada tras la polémica publicación de Animal Machines, el libro de Ruth Harrison donde se habían descrito los horrores de la cría intensiva de animales.
El estudio corroboró la tesis presentada en la denuncia, indicando que el trato que recibían en las granjas era espantoso y desarrolló una serie de condiciones indispensables para garantizar su bienestar. A partir de sus conclusiones el gobierno británico creó el Farm Animal Welfare Advisory Committee que años más tarde, en 1979, pasó a llamarse Farm Animal Welfare Council. Las condiciones especificadas en el estudio fueron ampliadas por este comité y derivaron en Las Cinco Libertades. Desde entonces han sentado los estándares de bienestar animal que hoy influyen en las legislaciones de todo el mundo.
Sin embargo, tal y como se desprende de su propio análisis, los estándares de bienestar animal ni impiden la muerte de los animales ni evitan su sufrimiento físico y emocional —inherente al sistema de producción cárnica— pues quedan supeditados a las necesidades de la industria.
[Las Cinco Libertades] forman un marco lógico y amplio para el análisis del bienestar dentro de cualquier sistema, junto con los pasos y compromisos necesarios para salvaguardar y mejorar el bienestar dentro de las restricciones apropiadas de una industria ganadera efectiva. (Las Cinco Libertades, Farm Animal Welfare Council)
Las medidas de bienestar animal sí hacen menos sufrida la explotación y matanza industrial de animales pero es erróneo pensar que los protegen. No solo no lo hacen, sino que además la implementación de estas medidas es inviable en muchos casos y en otros tiene nula efectividad. De esta forma acaban sirviendo únicamente para edulcorar la imagen de la industria.
La existencia de un marco legislativo no asegura la aplicación efectiva de la norma. Varias de las prácticas observadas durante este trabajo, algunos de los escándalos recientes asociados a mataderos del país —como el de la empresa Incarlopsa o el ubicado en Riaza— y las numerosas investigaciones realizadas en mataderos de medio mundo, así lo corroboran.
Tampoco es posible comprobar el procedimiento que se sigue durante la matanza de los más de 60.000 millones de animales que son enviados a mataderos de todo el mundo cada año —800 millones en el Estado español— (datos de FAOSTAT y de la Encuesta anual censal de sacrificio de ganado en mataderos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación). El matadero moderno es una fábrica donde los camiones llegan de forma incesante cargados con cientos o miles de animales. Algunas plantas procesan 10.000 pollos por hora o 10.000 cerdos al día. No hay forma posible de control.
El discurso del bienestar animal conduce el debate a un lugar sin salida que solo favorece a la industria, no a los animales, presentando dos opciones como las únicas posibles, aquella explotación que es legítima o humanitaria frente a aquella que no lo es. Y nos hace olvidar que existe otra respuesta, la única aceptable para los animales: la completa abolición de la explotación animal.
El presente trabajo es el resultado de la labor documental realizada en dieciséis mataderos ubicados en el Estado español.
Transporte y descarga de animales
Según la última encuesta de sacrificio de ganado del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPAMA) en el año 2017 se mataron más de 850 millones de animales en los mataderos españoles. Vacas, toros, terneros, cabras, ovejas, cerdos, conejos, pollos y animales de otras especies fueron trasladados en camiones hasta estas fábricas de la muerte.
El transporte es uno de los momentos más duros y traumáticos para los animales explotados en granjas industriales. La normativa europea autoriza recorridos de hasta 24 horas seguidas, y sin descanso, para cerdos y caballos, 14 horas para cabras, ovejas y vacas y 12 horas para pollos y conejos. Durante el traslado permanecen generalmente hacinados sobre sus propios orines y excrementos. Muchos de ellos sin espacio para tumbarse. Debido al traqueteo, los golpes, el hacinamiento y la exposición a temperaturas extremas algunos animales llegan heridos, extenuados o con graves problemas de salud. Otros sencillamente no lo soportan y mueren en el camino.
Un estudio realizado en Italia durante cuatro años en más de cincuenta mataderos de aves reveló que la cantidad de animales que llegaban muertos a las instalaciones alcanzaba tasas de hasta el 1,62%. Puede parecer un porcentaje pequeño, pero si lo aplicamos al volumen de aves que son trasladadas cada año a mataderos españoles —más de 750 millones durante el 2017— la cifra que arroja la ecuación implica a millones.
Durante la carga muchas aves sufren fracturas en los huesos. Las aves son introducidas bruscamente en las jaulas, cargadas al camión y trasladadas sin ninguna atención. Los resultados de varias investigaciones realizadas en Alemania revelaron que hasta un 15% de estos animales resultaban lesionados como consecuencia de la captura.
También hay que tener en cuenta que un importante número de animales nunca llegará a la fase de transporte ni al matadero. La cifra de los que perecieron en las granjas debido a problemas de salud asociados al duro régimen de explotación —enfermedades derivadas de la selección genética, desórdenes metabólicos, problemas respiratorios, etc. — o debido a lo que la industria denomina 'descarte' —matanza de animales en la propia granja por no alcanzar los niveles óptimos de producción— se estima en millones.
Por otra parte, un cambio brusco de temperatura en las naves donde son hacinados o un fallo en el suministro eléctrico pueden llevar a la muerte a cientos de miles de animales. Otros pueden perecer en los accidentes de carretera durante su traslado. A los animales heridos no se les atiende. En el mejor de los casos se les mata en el mismo lugar del siniestro o se les vuelve a cargar en otro camión hacia el mismo destino.
Durante la investigación he asistido a varias llegadas y descargas de animales en los mataderos, la gran mayoría con instalaciones de tamaño medio y arquitectura similar. Los animales son recibidos en un acceso que conecta directamente a los corrales, espacios que suelen ser lúgubres y sucios, y son conducidos a los establos mediante ruidos que los asustan o mediante 'empujadores' eléctricos. En ocasiones se propinan patadas y golpes a los que se resisten y a los de menor tamaño los lanzan hacia adelante o desde el camión a las rampas que conducen a los establos. Muchas veces las descargas son realizadas mientras se está efectuando la matanza de animales en otra área y el responsable veterinario no puede atender las dos actividades al mismo tiempo. Es decir, no se verifica si la normativa de protección animal está siendo correctamente aplicada. Algunos animales pueden permanecer horas en los corrales mientras que otros son dirigidos a la zona de sacrificio tras su llegada.
En uno de los mataderos un granjero descargó a dos corderos del maletero de su coche. Llegaron asustados y atados de sus patas. Contraviniendo la normativa y en presencia de la veterinaria, fueron trasladados a los establos boca abajo.
No se atará a los animales por los cuernos, la cornamenta, las argollas nasales, ni con las patas juntas. No se pondrá bozal a los terneros. Los équidos domésticos mayores de ocho meses deberán utilizar un cabestro durante el transporte salvo cuando se trate de caballos no desbravados. (Anexo I, Capítulo III, Manipulación, 1.11 del Reglamento (CE) No 1/2005 DEL CONSEJO de 22 de diciembre de 2004 relativo a la protección de los animales durante el transporte y las operaciones conexas)Reglamento (CE)
En otro matadero de corderos los animales permanecieron en los remolques varias horas sin agua ni atención de ningún tipo.
Las aves y los conejos son dispuestos en los mismos contenedores en los que han llegado, apiladas unas sobre otras y no se impide, tal y como exige el reglamento europeo, que la orina y los excrementos caigan sobre los animales.
1.4. Cuando los contenedores se superpongan, se adoptarán las precauciones necesarias para: a) limitar la caída de orina y excrementos sobre los animales situados debajo; (Anexo III, Normas de funcionamiento de los mataderos, 1.4 del Reglamento (CE) Nº 1099/2009 del Consejo de 24 de septiembre de 2009 relativo a la protección de los animales en el momento de la matanza.)Reglamento (CE)
Los últimos conejos en ser sacrificados estaban sucios y cubiertos de orina y pasaron varias horas encerrados en estas jaulas de plástico sin apenas espacio para moverse. La veterinaria me pidió expresamente que no hiciera fotos de estos conejos.
En el reglamento se requiere la atención prioritaria a las hembras que hayan parido durante el transporte. Es decir, se está reconociendo que existen hembras que son enviadas al matadero a punto de parir.
1.5. A efectos del sacrificio, los animales no destetados, los animales lecheros en período de lactación, las hembras que hayan parido durante el trayecto o los animales entregados en contenedores tendrán prioridad sobre otros tipos de animales. (Anexo III, Normas de funcionamiento de los mataderos, 1.5 del del Reglamento (CE) Nº 1099/2009 del Consejo de 24 de septiembre de 2009 relativo a la protección de los animales en el momento de la matanza.)Reglamento (CE)
Hacia la muerte: métodos de aturdimiento
Los métodos de aturdimiento aplicados en la fase previa al degüello de animales es uno de los asuntos que más controversia y polémica suscita en el debate sobre bienestar animal. Su finalidad consiste en asegurar la pérdida inmediata de conocimiento para evitar el sufrimiento del animal mientras se desangra. También, según se recoge en el reglamento, se considera aturdimiento a cualquier proceso que provoque la muerte instantánea.
La industria cárnica asegura que con estos métodos los animales no sufren pero saben que en sus mataderos, debido a diversas causas, la realidad es otra.
Los procedimientos incluidos en el reglamento europeo exigen que estas prácticas sean realizadas con una precisión que no he observado en los lugares que he visitado. Acertar un disparo sobre la cabeza de una vaca asustada que pesa cerca de media tonelada y que se resiste a morir o colocar dos electrodos en ambos lados de la cabeza de un cerdo mientras resbala agitado sobre un suelo bañado de sangre, no son tareas fáciles de ejecutar. Menos aún con el rigor que exigen los estándares de bienestar animal. El ritmo de producción de los mataderos —cada vez más frenético—, en donde un solo trabajador tiene que realizar la misma tarea decenas o cientos de veces cada día, aumenta la dificultad de cumplir con los procedimientos. A esto se suma que a veces, las pistolas se atascan, o los dispositivo eléctricos han sido mal regulados, o los animales despiertan del aturdimiento y permanecen despiertos mientras les degüellan etc., lo que aumenta la espera, estrés y sufrimiento de todos ellos.
Además, y como ya se ha dicho anteriormente, en algunos mataderos se incumple directamente la normativa en presencia del veterinario. Durante la investigación he visitado dos mataderos de corderos donde los animales no eran aturdidos. En otro se me prohibió el acceso a esa zona específica y en un tercero se me confesó que la razón por la que aturdía a los animales era la presencia de una cámara.
Existe otro factor, también objeto de controversia, por el que muchos animales no son aturdidos. La normativa permite la excepción en el caso de los ritos religiosos, como la matanza halal o kosher, donde los animales son degollados sin aturdimiento previo. En el año 2010 y solo en Mercabarna se llegaron a matar así más de 100.000 corderos y más de 40.000 terneras.
Debido a estas excepciones y debido a la existencia de malas prácticas en la aplicación de la normativa de bienestar animal, todo apunta a que muchos animales son llevados a la muerte en un estado de plena consciencia.
Lo que sigue a continuación son los métodos de aturdimiento observados durante la investigación. Todos ellos son considerados, según el reglamento, como métodos de aturdimiento simple —no provocan la muerte instantánea de los animales— y se exige que vayan seguidos de un procedimiento que los mate.
Pistola de perno cautivo
Debido a su bajo costo y fácil funcionamiento, el pistolete de perno cautivo es probablemente el método de aturdimiento más extendido del mundo y se utiliza tanto en vacas, como en cerdos, ovejas, cabras y caballos.
La pistola dispara un proyectil accionado por un cartucho de pólvora o mediante aire comprimido que, tras penetrar en el cráneo, se recoge a su posición inicial causando un trauma cerebral. Para lograr un aturdimiento efectivo el reglamento exige que los animales de la especie bovina estén debidamente colocados en el cajón de aturdimiento y que el arma tenga que ser sostenida de forma firme sobre el lugar donde vaya a dispararse.
Es bastante común que las vacas se resistan a entrar al cajón y para ello se les apliquen descargas eléctricas. Algunas mugen y parecen sensiblemente afectadas. Agitan sus cabezas y se mueven de forma nerviosa hacia atrás y hacia delante. Acertar un disparo con la precisión que exigen los estándares de bienestar animal no es tarea sencilla y en algunos casos debe repetirse el procedimiento.
El propio reglamento reconoce que la espera en el cajón de aturdimiento puede provocar angustia al animal y, por esta razón, exige que el tiempo de espera sea el más breve posible. Sin embargo, en tres de los cinco mataderos de vacas que he visitado se incumplía esta exigencia. Algunos animales han permanecido varios minutos en él sin presencia de ningún operario. En uno de ellos se retorció el rabo a una vaca —otra práctica prohibida en el reglamento— para introducirla en el cajón de aturdimiento. Igualmente, se exige que el cajón de aturdimiento esté “dotado de un sistema que limite los movimientos tanto laterales como verticales de la cabeza del animal”. La gran mayoría de mataderos no están obligados a acatar esta medida hasta 2019. Sin embargo, es importante señalar que no se cumplía en ninguno de ellos y que los animales podían mover la cabeza de forma vertical dificultando aún más la ejecución. Una vaca incluso logró darse la vuelta de forma completa y salió del cajón.
Este método no solo se utiliza en animales de la especie bovina. También he observado su uso en un matadero de ovejas. Estas eran agrupadas contra una esquina y disparadas por detrás, bajo la base de la cornamenta, sin sujeción alguna. Una vez caían al suelo el matarife las arrastraba cogiendo una de sus patas traseras hasta los ganchos del transportador. Algunas de ellas presentaban signos de seguir conscientes.
Esta técnica, aun cuando es aplicada de forma correcta, no asegura que el animal vaya a perder el conocimiento y algunos animales muestran signos de sufrimiento tras ser disparados. Un estudio realizado en Europa en 585 toros, 306 vacas, 58 novillos y 49 terneros revelaba que el aturdimiento había fallado el 12.5% de veces y que el intervalo intermedio entre el disparo y el degüello había sido superior a los 100 segundos.
Aturdimiento eléctrico
El equipo está compuesto de un cuadro eléctrico al que van unidas unas tenazas provistas de electrodos en sus extremos. Las tenazas, colocadas a ambos lados de la cabeza, transmiten una descarga eléctrica al animal. Si se utilizan de forma correcta, la descarga le provoca un ataque epiléptico y la pérdida de conocimiento momentánea. Este es un procedimiento reversible, es decir, en el caso de que el aturdimiento haya sido logrado, el animal puede recuperar la consciencia en un breve espacio de tiempo.
Aturdimiento eléctrico de cerdos
- Restrainer. Es una máquina que inmoviliza y traslada a los cerdos de uno en uno desde los corrales hasta el punto de aturdimiento donde se les aplica la descarga eléctrica. Está compuesta por dos cintas transportadoras colocadas de tal forma que el cerdo queda completamente inmovilizado. Los cerdos son dirigidos por un túnel hasta los pies del restrainer. Si se resisten al avance son empujados mediante descargas eléctricas o golpes. Algunos cerdos permanecen en el punto de aturdimiento más tiempo del indicado en la normativa.
- Box de aturdido. Los cerdos son introducidos, generalmente a la fuerza, en un armazón metálico. La descarga eléctrica se aplica desde un extremo por donde asoman la cabeza. Seguidamente el animal cae a través de una trampilla lateral y es arrastrado hasta el elevador de sangrado. En ocasiones, cuando los cerdos son mal aturdidos, se les aplica una segunda descarga mientras son suspendidos de las patas y trasladados hacia la zona de degüello.
- Redil de aturdimiento. Cuando no se dispone de equipamiento de sujeción los cerdos son conducidos en grupo —muchas veces mediante gritos y golpes— a una estancia donde se les aturde uno a uno. Los cerdos se mueven agitados y tratan de huir. A veces se ponen unos sobre otros o resbalan y caen al suelo. No siempre se acierta en el primer intento, aumentando el estrés del animal
Con el fin de agilizar la tarea muchos cerdos son izados para su posterior degüello al mismo tiempo que los aturden. En ocasiones los matarifes, para encadenar las patas a los ganchos de los elevadores, presionan el torso de los animales con una pierna. He sido testigo de esta práctica, que contraviene la normativa, en diferentes mataderos.
Varios estudios han comprobado que un gran número de cerdos siguen conscientes tras la aplicación de este método de aturdimiento. La Universidad de Bristol reveló, tras una investigación realizada en veintinueve mataderos de Inglaterra, que el 36% de los cerdos eran mal aturdidos técnicamente, el 15,6% tenían que volver a ser aturdidos y el 20,5% se encontraban en un estado que les permitía recuperar la consciencia. Inglaterra es uno de los lugares del mundo donde la normativa de bienestar animal es más exigente. Otro estudio más reciente llevado a cabo en un matadero de Colombia donde se examinó la aplicación de la electronarcosis en 1.341 cerdos indicaba que sólo fue efectiva con el 20,6% de los casos.
Aturdimiento eléctrico de ovejas y corderos
Las ovejas y los corderos son conducidos hasta un redil generalmente conectado por una puerta con los corrales. Los corderos suelen permanecer visiblemente asustados y agrupados contra una esquina del redil. No he observado un método de sujeción específico. Generalmente son inmovilizados entre las piernas del matarife que aplica la descarga con las tenazas. En dos mataderos que visité los corderos eran aturdidos mientras permanecían suspendidos de sus patas traseras en el elevador de sangrado. En uno de ellos incluso ataban a dos corderos del mismo gancho. Ambas prácticas están prohibidas en el reglamento.
Oveja guía, dirigiendo el rebaño al área de matanza
Conducir a los animales hasta el área de matanza no es sencillo. El transporte y el paso por los corrales supone un cambio de escenario drástico para todos ellos. Muchos acaban de ser recién separados de sus madres; incluso en algunos todavía es visible el cordón umbilical. Están asustados y se resisten a avanzar. La siguiente conversación —registrada con cámara oculta— la mantuvieron mi compañero de investigación y una veterinaria.
—Hay carneros que se niegan a entrar en el cajón. Y es que huelen la sangre del anterior que han sacrificado. A ver, tienen siempre miedo a lo desconocido, han estado siempre en la explotación, y de repente lo traes a estas historias… siempre tienen miedo. Pero yo creo que huelen la sangre.—
En algunos mataderos, con el fin de facilitar el traslado de los corderos hasta el área de matanza, utilizan ovejas adultas. Estas ovejas guía o mansas—también llamadas ovejas judas en manuales de la industria—son adiestradas para conducir a los corderos hasta el lugar donde van recibir la descarga eléctrica y el posterior degüello. Su vida transcurre en los corrales y durante cada jornada conducen a la muerte a miles de corderos. He observado esta práctica en dos mataderos.
Aturdimiento eléctrico de conejos
Se coloca la cabeza del conejo en un dispositivo equipado con dos pinzas accionadas por un pedal. Una vez recibe la descarga el animal es colgado por una de sus patas traseras en un gancho del transportador.
Un estudio llevado a cabo en un matadero del norte de Italia sobre 1.020 conejos observó que el procedimiento fue ejecutado de forma incorrecta más del 10% de las veces. Además, varios animales recuperaron la consciencia tras el aturdimiento.
Tras el aturdido, algunos animales —cerdos, ovejas o conejos—, muestran signos de seguir conscientes. Agitan sus cuerpos con ímpetu, mueven los ojos observando el entorno, se retuercen o patalean colgados de una pierna. En ocasiones incluso permanecen colgados varios minutos mientras el matarife está realizando otras tareas. Si el aturdimiento eléctrico no es realizado correctamente, bien porque el operario no lo ha aplicado donde debe o bien porque la corriente eléctrica no ha sido la suficiente, es posible que los animales no pierdan el conocimiento y entren en un estado shock conocido como “Estado o pesadilla de Leduc”. El animal queda paralizado y no puede emitir ningún sonido pero sigue consciente.
Electroaturdimiento en tanque de agua
El baño de agua electrificada para aturdir pollos o aves de tamaño similar, es el procedimiento de aturdimiento más extendido en el Estado Español y en general, en toda la Unión Europea (81%). Los pollos llegan hacinados en jaulas que son dispuestas, unas sobre otras, justo al inicio de la línea de matanza. Allí son colgados por las patas y boca abajo de los ganchos de un transportador aéreo que los traslada por las diferentes zonas del matadero.
Los pollos destinados para engorde han sido seleccionados genéticamente de tal forma que muchos sufren graves trastornos en sus patas y apenas pueden mantenerse de pie. Un trabajador especializado puede llegar a colgar a más de 1.000 pollos por hora. Si esto no es realizado de forma correcta —algo común dada la velocidad de algunas líneas de procesado— pueden sufrir aún más daños de los que están destinados a padecer. Un estudio concluía que, tras el colgado, el 3% de los pollos tenían los huesos rotos; otro estudio indicaba que el colgado aumenta en un 44% las posibilidades de sufrir roturas de huesos. En el matadero de aves que he visitado algunas permanecieron colgadas más de un minuto en la fase previa al aturdimiento, superando el tiempo de espera máximo que exige el reglamento. Una vez colgadas y en un intento desesperado por salir de ahí, aleteaban y se retorcían intensamente.
En el año 2003 Alternativa para la Liberación Animal, asociación pionera y germen de algunas importantes organizaciones de defensa animal del Estado Español, publicaba en su Boletín Informativo unas estremecedoras declaraciones de un matarife de aves:
Vienen en camiones, en jaulas, en cada camión vienen de dos mil quinientos a tres mil pollos, vienen unos encima de otros con las plumas, con las patas, las alas fuera. Vienen de Huesca y de otros sitios. Tienen un largo viaje, y con el frío que hace muchos vienen congelados, muertos, o en condiciones penosas. [...] Se coge de la pata o de donde agarres, porque cuando se coge un pollo se coge sin mirar, igual coges del cuello que de las patas y se le cuelga boca abajo y de ahí pasa a una bañera donde le das descargas, es una bañera con dos cables y pasa la corriente, se usa para atontar al pollo.
Con el equipo en marcha, el transportador lleva a los pollos a un tanque con agua electrificada. Sus cabezas son sumergidas en él durante unos segundos pero, tal y como se recoge en varias investigaciones, algunos animales logran levantar la cabeza o son demasiado pequeños y pasan el tanque de agua sin haber sido aturdidos. La electricidad recorre todo su cuerpo y puede causar hemorragias y fracturas en los huesos. Si la entrada del tanque está mojada pueden sufrir choques eléctricos momentos antes de sumergir la cabeza.
La complejidad del aturdimiento múltiple del agua no es propicia para mantener un buen bienestar. No se puede determinar la efectividad del aturdimiento. El método, ampliamente practicado porque es simple y barato, no puede ser controlado. No se puede controlar la cantidad de corriente eléctrica que fluye a través de un pájaro. No se puede armonizar la resistencia eléctrica en pollos de engorde. El baño de agua tiene que ser reemplazado. (Dr. Mohan Raj, Seminario del USDA, 16 de diciembre de 2004)
Bajo este sistema de aturdimiento el voltaje es constante e igual para todos. Si el tamaño y peso de los pollos es desigual es posible que algunos no reciban la cantidad suficiente de corriente para inducir a la pérdida de conocimiento. Virgil Butler, exoperario de la corporación cárnica Tyson Foods y más tarde activista por los derechos animales, indicaba que este método está dirigido en mayor medida a aumentar la producción que a impedir el sufrimiento de los pollos. Así se manifestaba sobre ello:
La aturdidora está para facilitar la velocidad de la línea. Antes de que fuera implementada en esa planta, la línea procesaba 98 aves por minuto, con dos matarifes. Después de añadirla la velocidad alcanzó 120. Luego implementaron la máquina de matar, quitaron a uno de los matarifes, y la velocidad subió a 142. Ahora, por supuesto, procesa 186 aves por minuto. Todo lo que hace es paralizar los músculos. No los deja inconscientes ni insensibles al dolor. En palabras del dueño de Tsyon a los trabajadores, “hace la planta más eficiente”.
La matanza
El proceso de matanza más común es por degüello. Se realiza de forma manual con un cuchillo afilado seccionando “sistemáticamente las dos arterias carótidas o los vasos de los que nacen”. Las líneas de matanza de pollos más sofisticadas disponen de una cuchilla automática que puede llegar a degollar a miles de pollos por hora.
Según el Reglamento (CE) Nº 1099/2009 del Consejo de 24 de septiembre de 2009 relativo a la protección de los animales en el momento de la matanza, el degüello se debe efectuar lo más rápidamente posible tras el aturdimiento, antes de que el animal recobre el conocimiento. Sin embargo, debido a que los métodos de insensibilización no son completamente efectivos, a que en ocasiones son mal ejecutados o a que se prescinde de su uso contraviniendo la normativa, un porcentaje de animales llegan conscientes a esta fase del proceso. Durante la investigación lo he presenciado en varios mataderos y he sido testigo de escenas duras y violentas; allí no existía compasión ni cuidado, solo velocidad y embrutecimiento.
Las ovejas son trasladadas al área de matanza mediante una cinta transportadora. Llegan colgadas de sus patas traseras y una vez se encuentran sobre la tina que recoge la sangre, el matarife les corta la garganta una a una. Sujeta la cabeza con una mano y con la otra, dependiendo de la técnica, les clava el cuchillo o les da un corte a la altura de la carótida. Tras esto, muchas de ellas son empujadas a gran velocidad a través de los rieles de la cinta transportadora, mientras se desangran, chocan y se agolpan unas contra otras. Patalean, se retuercen y la sangre salpica en todas direcciones. En una ocasión vi como llegó a la cinta una oveja que superaba el tamaño para el que había sido diseñada la línea. Debido a su peso y sin haber sido aún aturdida, cayó contra el suelo. La volvieron a colgar a los rieles. Su cabeza tocaba el fondo de la tina completamente cubierta de sangre. La mataron en esas circunstancias.
La matanza de cerdos es similar a la de las ovejas. Tras el degüello, los animales son llevados a los tanques de escaldado y al horno chamuscador, dos máquinas cuya función es eliminar su pelo. Los tanques contienen agua caliente que cubre el cuerpo del cerdo en su totalidad. El reglamento exige que los animales lleguen muertos a esta fase y que antes de introducirlos a los tanques “se haya comprobado la falta de signos de vida del animal”. En algunos mataderos en los que estuve, ni hubo tal comprobación, ni el veterinario se encontraba presente, ni la línea de procesado se paró por este motivo.
Las investigaciones llevadas a cabo por activistas, por organismos institucionales o los propios testimonios de trabajadores, prueban que en mataderos con idénticos procedimientos de los observados durante la presente investigación, muchos cerdos son descolgados aún vivos a los tanques donde mueren ahogados.
El matadero de Incarlopsa —empresa situada en Cuenca que suministra elaborados cárnicos a Mercadona— fue condenado por introducir a cerdos vivos en los tanques de escaldado durante tres años consecutivos. A principios del año 2017 un activista infiltrado en el mayor matadero de cerdos en Bélgica, portando una cámara oculta, mostró como los animales eran descolgados vivos dentro de los tanques. Durante el año 2016 una investigación oficial realizada en Gran Bretaña denunció más de 4.000 infracciones graves a las normativas de las leyes de bienestar animal y encontró también casos de cerdos introducidos vivos en los tanques de escaldado.
En su libro, Slaughterhouse: The Shocking Story of Greed, Neglect, And Inhumane Treatment Inside the U.S. Meat Industry, la investigadora Gail Eisnitz recoge también testimonios de trabajadores que han presenciado como algunos cerdos llegaban vivos a los tanques de escaldado.
Estos cerdos llegan al tanque de escaldado, caen el agua y comienzan a chillar y patear. A veces se revuelven tanto que arrojan agua fuera del tanque. No mucha agua, pero era obvio que estaba pasando porque podía oír como chillaban. Tarde o temprano se ahogan.
Hay un brazo giratorio que los empuja hacia abajo, sin posibilidad de salir. No estoy seguro de si se queman antes de ahogarse, pero les toma un par de minutos dejar de revolverse. ¿Crees que a la gerencia le importa si se ahogan o se queman hasta morir?
He visto cerdos tratando de nadar en el tanque de escaldado.
En algunos mataderos también utilizan un soplete para chamuscar las pezuñas de los cerdos y desprenderlas de las patas. Esta práctica solo debe hacerse cuando el cerdo está completamente muerto. En una ocasión y con la intención de ganar tiempo, pude ser testigo de cómo un trabajador quemaba las patas de un cerdo que aún respiraba.Las llamas le alcanzaban el rostro. Le estaba quemando vivo.
En otro matadero de cerdos presencié cómo los animales eran arrastrados por el suelo hasta la zona de matanza mediante un garfio clavado a su garganta. Esta es una práctica prohibida y el personal del matadero me pidió expresamente que no publicara esas imágenes.
La matanza de aves y de conejos que he documentado para este reportaje ha tenido lugar en el mismo matadero. Las aves son colgadas de sus patas y transportadas al tanque de agua electrificada para aturdirlas y tras ello a la zona de desangrado donde un trabajador les corta el cuello con una cuchilla. Tras superar la fase de aturdimiento y el degüello, algunas aves parecían seguir conscientes.
Se debe tener en cuenta que el ritmo de trabajo en los mataderos es cada vez más frenético. Los degolladores automáticos pueden llegar a matar hasta 10.000 animales por hora. Debido a la imprecisión de los cortes manuales, a la tasa de error de los degolladores automáticos o a los tiempos de espera insuficientes entre el degüello y el siguiente estadio del proceso, un porcentaje de aves llegan vivas a los tanques de escaldado y mueren ahogadas. En el Estado Español no se han realizado aún investigaciones relevantes en mataderos de pollos o gallinas, pero dos importantes y extensos informes gubernamentales realizados en mataderos de Estados Unidos y de Gran Bretaña, así como las investigaciones realizadas mediante la instalación de cámaras ocultas, dan pistas delo que puede estar sucediendo en mataderos españoles de similares características.
En el caso de los conejos, algunos también muestran signos de seguir conscientes tras el degüello. Agitan sus patas, retuercen sus cuerpos y levantan la cabeza. Tal y como indica el estudio realizado en un matadero de Italia, los animales pueden recuperar la consciencia tras el aturdido.
Los bovinos han sido la especie menor documentada durante esta investigación. He observado la matanza de algo más de veinte vacas. Una vez se aturden, son expulsadas al suelo mediante una trampilla situada en la parte inferior del cajón. La gran mayoría de ellas se siguen moviendo tras el degüello.
Como ya se ha explicado anteriormente y de forma contraria a lo que transmite la industria cárnica y sus representantes institucionales, las medidas de bienestar animal no protegen a los animales. El propio reglamento que regula la implementación de los estándares de bienestar animal en los mataderos de la Unión Europea, reconoce que la matanza de animales puede provocar “dolor, angustia, miedo u otras formas de sufrimiento a los animales, incluso en las mejores condiciones técnicas disponibles”. Y efectivamente, he podido comprobar que así sucede.
Edad de los animales en el matadero
La industria cárnica cuida mucho la forma en la que presenta a los consumidores la explotación de los animales. Cada vez son más conscientes de la influencia que tienen las palabras e imágenes en sus hábitos de consumo, y desde hace tiempo ha comprendido que relacionar los productos con la explotación industrial y la matanza de animales, no es una buena estrategia de venta.
Las actuales campañas de la industria nos muestran animales que viven en parajes bucólicos bajo los cuidados de simpáticos granjeros. Nunca muestran imágenes de sus mataderos ni explican que la gran mayoría de los animales son enviados a ellos en las primeras etapas de su vida. Tampoco dicen que su esperanza de vida en un entorno sin explotación es mucho mayor. A algunos los matan con apenas días de vida, otros son separados traumáticamente de sus madres y aún presentan restos del cordón umbilical cuando llegan al matadero.
Los pollos tienen una esperanza de vida de 8 años y son llevados al matadero con 42 días de edad; la esperanza de vida de las ovejas alcanza los 10 años pero su sacrificio suele ser entre los 3 y 10 meses de edad; los conejos pueden vivir aproximadamente hasta los 9 años pero son enviados a los mataderos a los dos meses de edad; las terneros pueden superar los 20 años y son llevados al matadero durante su primer o segundo año de vida.
Nuestra complicidad les ampara
La industria cárnica esconde de forma deliberada la explotación y matanza de animales. Miente sobre como son tratados en sus nauseabundos mataderos y granjas. Mediante la implementación de sellos de bienestar animal y etiquetas como “libres de jaulas” o “en libertad” pretende hacernos creer que los animales son protegidos precisamente en los lugares donde se acaba con sus vidas.
Llevo años visitando centros de explotación animal. He saltado muros de granjas industriales junto a activistas durante sus investigaciones. He viajado dentro de camiones cargados de vacas y accedido a casi un centenar de mataderos. En ellos he sido testigo de los innumerables abusos y agresiones que sufren los animales y he constatado la explotación sistemática que padecen. No hay lugar para el bienestar en ninguna granja ni en ningún matadero.
La aparente preocupación de la industria ganadera por el trato que reciben los animales es solo propaganda. Una parte más de su estrategia de ventas. Conoce al detalle lo que sucede en sus instalaciones y no tiene ningún interés en protegerlos porque eso supondría su fin.
Sin embargo, su negocio no puede funcionar sin la complicidad de quienes demandan sus productos. Muchos intuimos, o ya sabemos, que hay algo éticamente inaceptable tras esos muros, pero elegimos mirar hacia otro lado y aceptamos su versión. Justificamos atroces formas de violencia hacia determinados animales que nunca toleraríamos hacia otros. Si el animal al que sumergimos la cabeza en un tanque de agua electrificada o al que disparamos en un cajón de aturdimiento fuera de otra especie —como un perro o un gato, por ejemplo— seríamos acusados de maltrato animal e incluso llevados ante un tribunal.
En los mataderos se perpetra la mayor forma de violencia y de abuso cometida contra animales terrestres. Una explotación que opera bajo el paraguas ideológico del especismo, la opresión histórica que sufren los animales.
Las imágenes presentadas en este informe abren una ventana al hermético mundo de la ganadería industrial y han sido realizadas con el fin de aportar herramientas con las que hacer frente a la explotación que sufren millones de animales.