En la literatura infantil es habitual encontrar muchos personajes encarnados por osos, tortugas, ballenas o hipopótamos. Pero, ¿están hablando realmente de animales? ¿Existen libros para niños que hablen realmente de animales? ¿Cómo los retratan? Con estas incógnitas entramos a la sección infantil de cualquier librería o biblioteca. Lobos que dan mucho miedo, ratones que recogen dientes o patitos preocupados por su físico. Una narrativa muy buena para las moralejas, pero muy poco útil si lo que queremos inculcar a los más pequeños es el respeto por los animales.
Cada vez son más las personas que se dan cuenta de esta anomalía y cabe celebrar que cada vez hay más autoras y autores se esfuerzan por juntar literatura infantil y empatía por los de otra especie. Pero si estos títulos no llegan al gran público, no se logra nada. “Nosotras queremos enseñar en Derechos Humanos, pero ignorando a los demás animales y al Medio Ambiente no podríamos hacerlo de verdad”, explica Olga Ibarra, una de las fundadores de Olacacia. Esta libería madrileña se creó por la falta de libros infantiles que hablaran de diversidad familiar, pero fue aumentando hasta contar con la actual sección de ‘Respeto por los animales’. Allí, tanto físicamente como de online, se puede encontrar títulos como El sueño de Chocolate, de Elisabet Blasco, para que los niños menores de 4 años se pongan en la piel de un niño que busca ser adoptado por una familia; el mundo al revés de Juan Oveja también quiere ser una persona; Color animal, de Agustín Agra; o la aventura del rescate de La foca arco iris, de Alfredo Gómez Cerda.
Lo sorprendente viene -además de que la sección cuenta con 86 títulos y no para de crecer- por la perspectiva sobre los animales que consiguen ciertos libros. Uno de los más peculiares es Qué hay en mi nevera. Publicado por Ochodoscuatro ediciones, es uno de los pocos libros que existen enfocados al público infantil que muestra a los más pequeños el origen de muchas de las cosas que se consideran ‘alimentos’. Junto a él, podemos encontrar Rescate animal, en el que, gracias a un precioso y eficaz diseño, su autor, Patrick George, muestra cómo los animales deben vivir pero las personas les obligamos a morir: un oso dentro de una jaula o un oso feliz en su hábitat; un cocodrilo convertido en unas botas o un cocodrilo feliz en su charca. También muy atractivo es el libro de Barry Frances Salvemos a los animales. Por medio de solapas y muy interactivo, los bebés y niños más pequeños acaban teniendo una idea más real sobre los animales y sobre cómo ayudarles. Una sola cosa, por su parte, es uno de los títulos que más promueven más la empatía. Mención aparte tiene Ferdinando, el toro, de Munro Leaf, un libro que con más de 60 años de vida sigue siendo un referente y que estuvo prohibido en la Alemania nazi y en la España franquista.
La asociación FAADA ha ayudado a esta biblioteca a crecer con títulos como La Adopció d'en Tro, Tiko y Bengala, la historia de un toro o Sinpalabras. Este último recoge ilustraciones para grandes y pequeños de Roger Olmos, un artista comprometido por los derechos animales. “Nosotras teníamos muchos libros sobre ecología, otros sobre reciclaje, pero gracias al consejo de FAADA nos decidimos a hacer una sección animalista en la librería”, explica Laura del Villar, la otra pata de Olacacia, que explica que envían libros a todas partes de España e incluso a países de Latinoamérica. Un éxito que hizo que Laura y Olga aumentaran esta sección e incluso se lanzaran a editar un libro antiespecista.
Con su editorial La Locomotora -que hasta ahora ha publicado ¡Déjame en paz! Yo soy de colores y ¿tú? y En el país perfecto, ambos sobre la diversidad familiar- este sábado 3 de diciembre verá la luz El cazador y la tribu de los Lazulis, de Aída Cortecero. “Se trata de una historia que promueve la empatía por los demás animales. Si el canibalismo nos resulta algo tan horrible, ¿por qué hacer con otros algo semejante?”, se pregunta Olga, que cuenta que en casa son los productos vegetales los que tienen cabida. “Nuestros tres hijos -de seis y cinco años- cada vez se dan más cuenta de dónde vienen los nuggets o de que los peces tambien son carne”, explica Laura, que aprovecha para señalar que aún es difícil trasladar esos valores familiares a, por ejemplo, el comedor del colegio.
Los hijos de las fundadoras de Olacacia están muy presentes en los libros que se publican. Ellos testean las historias, opinan sobre las ilustraciones y dan el visto bueno a los libros. Lo mismo que el hijo de una de las autoras de Galgui, una historia que se presentó en Olacacia y que tabién puede comprarse a través de su web. Con exquisitas ilustraciones de Andrés Arcos Corretjé, María José Rodríguez Gómez cuenta la historia de su perro, rescatado del maltrato. “Galgui surgió en mi corazón antes que en mi mente, poco a poco”, nos explica, “y cuando Diego, nuestro hijo mayor, tuvo alrededor de un año, y Miguel ya estaba en nuestros pensamientos, estuve preparada para escribirlo. Porque ya tenía claro lo que quería enseñar a Diego y Miguel sobre Indy, sobre cualquier animal, sobre todos los Galguis. Quería conseguir que mis niños pudieran empatizar con un animalito, que es, básicamente, como un niño. Y contárselo en un lenguaje que pudieran entender, sin esconder nada, con esa sinceridad tan radical que sólo atesoramos cuando somos niños”.
Con ese reto continúa la aventura de juntar literatura infantil y derechos animales. Un futuro sin explotación ni víctimas que, sin los más pequeños, no será posible.
En la literatura infantil es habitual encontrar muchos personajes encarnados por osos, tortugas, ballenas o hipopótamos. Pero, ¿están hablando realmente de animales? ¿Existen libros para niños que hablen realmente de animales? ¿Cómo los retratan? Con estas incógnitas entramos a la sección infantil de cualquier librería o biblioteca. Lobos que dan mucho miedo, ratones que recogen dientes o patitos preocupados por su físico. Una narrativa muy buena para las moralejas, pero muy poco útil si lo que queremos inculcar a los más pequeños es el respeto por los animales.
Cada vez son más las personas que se dan cuenta de esta anomalía y cabe celebrar que cada vez hay más autoras y autores se esfuerzan por juntar literatura infantil y empatía por los de otra especie. Pero si estos títulos no llegan al gran público, no se logra nada. “Nosotras queremos enseñar en Derechos Humanos, pero ignorando a los demás animales y al Medio Ambiente no podríamos hacerlo de verdad”, explica Olga Ibarra, una de las fundadores de Olacacia. Esta libería madrileña se creó por la falta de libros infantiles que hablaran de diversidad familiar, pero fue aumentando hasta contar con la actual sección de ‘Respeto por los animales’. Allí, tanto físicamente como de online, se puede encontrar títulos como El sueño de Chocolate, de Elisabet Blasco, para que los niños menores de 4 años se pongan en la piel de un niño que busca ser adoptado por una familia; el mundo al revés de Juan Oveja también quiere ser una persona; Color animal, de Agustín Agra; o la aventura del rescate de La foca arco iris, de Alfredo Gómez Cerda.