El próximo día 4 a las 11.00 en la Plaza del Ayuntamiento de A Estrada (Pontevedra) se celebrará una concentración en contra de la implantación de granjas de visón americano en Galicia. Si os preguntáis el motivo, a continuación os lo explicamos.
Países como Holanda, Reino Unido, Alemania, Suiza, Austria o Croacia han prohibido la instalación de granjas de visones en su territorio. Por el contrario, España y más concretamente Galicia (donde ya están el 80% de las instalaciones de este tipo que funcionan en todo el Estado) está viendo cómo en las últimas fechas multitud de empresas extranjeras se apresuran a solicitar licencias para implantarlas en nuestra comunidad, aprovechando la disposición de las administraciones y los bajos costes que les suponen tanto la compra de terrenos como los salarios en la actual situación económica. Holanda no solo ha prohibido la implantación de nuevas granjas, sino que ha dado de plazo hasta 2024 para cerrar las que ya existen. Quizá por eso la mayoría de las empresas que buscan ubicación en Galicia proceden de allí.
Los visones criados y asesinados en esas granjas viven un infierno diario. Permanecen aislados en estrechas jaulas metálicas en las que apenas pueden dar unos pasos. Las naves a veces están cubiertas, y en otras ocasiones las jaulas permanecen a la intemperie. Como ocurriría con nosotros mismos o con cualquier otro animal con el que podamos estar más familiarizados (perros, gatos), el hacinamiento, el miedo, el estrés, la falta de libertad y la ausencia de toda posibilidad de satisfacer sus necesidades vitales más básicas les genera tal estado de ansiedad que se autolesionan, se muerden las patas y la cola, se agreden unos a otros y llegan incluso al canibalismo.
Dado que el objetivo de sus criadores es robarles su piel, son asesinados de manera que ésta no resulte dañada. Para ello, son usualmente gaseados, desnucados, o electrocutados por vía bucal, anal o vaginal. Debido al ritmo frenético de la granja, muchas veces los animales están aún vivos cuando son despellejados, y sus gritos de horror se pueden escuchar a distancia.
Todo esto ya supone motivos suficientes para todas las personas que estamos en contra del maltrato animal. Pero hay que añadir que el gran número de granjas, la capacidad de fuga de estos animales y el alto potencial invasor de la especie ya provocaron que el visón se reproduzca en libertad en Galicia, causando graves daños que llegaron incluso al Parque Nacional de las Islas Cíes, donde algunas especies autóctonas siguen amenazadas. El visón es un depredador voraz de peces de agua dulce, como truchas y salmones, y ocasiona graves destrozos en la fauna fluvial. De hecho, hay ríos de Gredos y Galicia que se han quedado sin peces tras la llegada de los visones. También es un depredador del desmán ibérico, especie protegida por el plan europeo Life+, desarrollado con fondos de la Unión Europea.
Además, las propias granjas son una importante fuente de contaminación. Los purines (líquido formado por la orina de los animales y lo que rezuma de sus heces) generan al degradarse en los ríos un descenso de los niveles de oxígeno del agua, lo cual puede provocar la asfixia de los peces y de otros integrantes de la fauna y la flora.
Con todos estos datos, resulta contradictorio que España haya destinado en los últimos años más de tres millones de euros procedentes de planes Life a proteger el visón europeo (sin apenas resultados por el momento), mientras las administraciones siguen incentivando la apertura de granjas de visón americano. En muchas de las alegaciones que se presentaron ante la Xunta y ante las administraciones locales, se aportaron estudios de expertos que alertaban de los peligros de estas granjas y desaconsejaban por ello su implantación. Sin embargo, esos estudios no han sido tenidos en cuenta y las administraciones siguen otorgando los permisos correspondientes, como en el caso de A Estrada, donde las obras habían tenido que ser paralizadas tras la denuncia por comenzar sin licencia, o de Forcarei, también en Pontevedra, que ha recibido el visto bueno de la Conselleria de Medio Ambiente y solo está a la espera de la licencia final. En ninguno de los dos casos se ha escuchado a las casi 19.000 personas que han firmado en contracasi 19.000 personas que han firmado en contra.
Tampoco podemos obviar que los puestos de trabajo dedicados a la fabricación en la industria peletera han sido asociados a distintas enfermedades causadas por agentes biológicos, tóxicos y cancerígenos. Los trabajadores de estas granjas están expuestos a hongos, tétanos, ántrax, leptospirosis, afta epizoótica, fiebre Q o brucelosis. En cuanto al aspecto económico, los datos de las granjas activas indican que en muchos casos las retribuciones de estos empleados apenas llegan al Salario Mínimo Interprofesional. Las empresas prometen apenas un puñado de puestos de trabajo a cambio de torturar a miles de animales y tratando de obviar los riesgos y la precariedad.
A quienes vivimos en A Estrada también nos preocupa el hecho de que en los proyectos no consta ningún tipo de compromiso para el restablecimiento de la zona una vez finalice la actividad de la empresa, y lo que es aún más grave: en caso de fuga de animales solo se contempla la colaboración de los vecinos para su captura, aunque ninguno de ellos ha sido advertido de esa circunstancia ni ha recibido formacion alguna.
Ante esta situación, nos queda un motivo para la esperanza, y es que los ciudadanos presionamos cada vez más a nuestros representantes para acabar con el comercio de pieles que no nos pertenecen. Nos queda confiar en que la información y la concienciación lleven cada vez a más gente a asumir que los animales son dueños de su propia piel, como nosotros lo somos de la nuestra.