La gripe aviar está de nuevo en boca de todos. No solo entre ganaderos y economistas, sino entre epidemiólogos, ecologistas y animalistas. Una sombra de catástrofe que nunca llegó a desaparecer. Por un lado, es una enfermedad que existe de forma habitual en la naturaleza y, por otro, las condiciones en que se cría a las aves en el sistema alimentario actual propicia que se den las circunstancias para nuevos estallidos de la enfermedad. La selección genética de individuos que tarden menos en engordar, el hacinamiento en las granjas y el riesgo de mutación de este virus convierten al sector ganadero aviar en una auténtica bomba de relojería. La gripe aviar, de hecho, es una enfermedad animal altamente contagiosa y de declaración obligatoria por orden del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. El último brote que está arrasando en Europa hizo su aparición en España el pasado 4 de enero. Desde entonces, no paran de aparecer nuevos brotes, tanto en España como en otros países de Europa, dejando patente que las medidas tomadas (sacrificios masivos, aislamiento, etc.) no han servido para frenar el avance del virus. Un asunto que ha pasado de preocupar a ecologistas (por su implicación con las aves salvajes); a animalistas (por el hacinamiento y la matanza masiva de animales, incluso sanos); a ganaderos y economistas (por las consecuencias económicas que puede acarrear para el mundo rural un descontrol en los contagios), y a epidemiólogos (por las consecuencias que estos brotes pueden conllevar para la salud pública).
Solo en Europa, este brote ha provocado que, desde el comienzo de la actual temporada (1 de julio de 2021) y hasta el 19 de enero de 2022 (último día del que se tienen datos), se hayan detectado 780 focos en aves de corral y 1.225 en otras aves no de corral. Estos son los datos oficiales, aunque cada hora que pasa se enciende una nueva alarma en algún punto de la geografía europea. Aunque las autoridades españolas se esfuerzan en dar una imagen de situación controlada, los expertos ya hablan de una ‘zona negra’ donde se concentra el mayor número de casos. Se trata de la comarca de La Moraña, en Ávila, que acumula diversos casos: una paloma en Hoyo de Pinares; un ganso en Laguna de Palacios Rubio; otro ganso en Laguna de Donjimeno; cinco gansos en El Bohodón, y tres gansos y una garza en El Oso.
Pero hay mucho más: el primer foco detectado en Segovia (en una granja de pavos del municipio de Fuenterrebollo); un foco en Huelva (en una explotación de pollos de la variedad broiler localizada en Villarrasa, donde se amontonan 41.000 pollos de seis semanas de vida); un caso en Lleida (el de una cigüeña hallada muerta en los Aiguamolls de l'Empordà). Asimismo, se ha detectado otro foco en los humedales de Córdoba (tanto entre fauna salvaje migratoria como en las granjas que aún hay en la zona). Un intercambio del virus entre las especies salvajes y las que están explotadas en granjas es especialmente peligroso en ecosistemas como los humedales, a los que acuden aves acuáticas y aves migratorias. Como explica Roberto González, de la Sociedad Española de Ornitología (SEO-Birdlife) a elDiario.es, “este virus está en la naturaleza, pero hay que estar alerta y vigilar, ya que siempre hay un elemento de azar. Imagina que salta un brote en un humedal donde estuviera ahora concentrada una alta población como, por ejemplo, los millares de grullas que hibernan en Gallocanta”.
Entre epidemiólogos y biólogos no hay precisamente tranquilidad, pese a que el virus de la gripe aviar sea corriente en el medio salvaje. El motivo es la posibilidad de que, si dos aves se contagian con los subtipos H9N2 y H7N9, podrían dar lugar al subtipo H9N9. El nuevo virus H9N9 recombinante muestra una mayor tasa de replicación en células A549 humanas y una unión al receptor celular significativamente mayor que el H9N2. Por ello, determinan que se trata de un virus altamente agresivo en humanos, mucho más infectivo, y que podría ser el culpable de una pandemia global similar a la del covid. De hecho, desde 2013, los expertos están vigilando de cerca por todo el mundo esta posibilidad, aumentada por el carácter migratorio de muchas aves y por el comercio internacional de productos animales.
Hacinamiento, sacrificios por gas y alfombra rota genética al virus
En general, en la mayor parte de los brotes europeos (incluyendo el primero en España, en la granja de Segovia) el virus es el H5N1. Es también responsable de uno de los mayores casos en Europa: la provincia italiana de Vicenza. La ONG Essere Animali ha documentado los sacrificios de miles de aves afectadas o sospechosas de estar infectadas por la gripe aviar en varias granjas de la zona. Unas maniobras radicales que no han impedido el contagio en el país, donde se calcula que el número de animales sacrificados a causa de la gripe aviar supera los 15 millones. Cuando se habla del sacrificio de los animales, rara vez se atiende a la realidad que estas medidas de contención suponen. Essere Animali ha logrado grabar un video con las operaciones de sacrificio en una granja donde se detectaron casos de gripe aviar. Se puede ver desde el aire cómo se recoge a los pollos vivos con una excavadora y son arrojados por miles a contenedores metálicos. Unos recipientes que son sellados y gaseados. La operación puede alargarse más de 30 minutos. “Se inflige una muerte terrible a los animales, que son víctimas de una situación de riesgo, que han sido seleccionados genéticamente para ser más productivos y que son obligados a vivir en condiciones de hacinamiento en diminutos espacios: condiciones perfectas para la propagación de virus”, explican desde la ONG italiana. Unas condiciones de vida, indican, que están detrás de estos brotes masivos en granjas de todos los países.
El caso documentado por Essere Animali es de una granja donde crían a más de 300.000 aves. Además del hacinamiento, la selección genética les hace más propensas al contagio y la propagación del virus: al ser genéticamente muy similares entre sí, el virus actúa sin resistencia, sin tener que mutar y actuando de una manera muy rápida. Pavos, gallinas, pollos de engorde, codornices, pintadas, patos y hasta animales de caza son los principales afectados por estas condiciones y proclives a padecer la gripe aviar. Algo que deben cambiar no solo las autoridades competentes, sino también el eslabón de consumo que son las personas consumidoras y las empresas comercializadoras. En este sentido, Equanimal reclama a Carrefour que acabe con el comercio de pollos de engorde o broiler, una de las variedades sometidas a peores condiciones de vida.
“Difundimos estas imágenes porque creemos que es necesario reflexionar sobre nuestro sistema alimentario”, afirma Simone Montuschi, presidente de Essere Animali, quien recuerda que no son las primeras enfermedades zoonóticas relacionadas con el consumo excesivo de carne o de otros productos animales: antes fueron la gripe porcina o el conocido como mal de las vacas locas (encefalopatía espongiforme bovina). “Estas granjas son zonas de cultivo para el virus y, mientras los animales se críen hacinados por miles, los brotes de gripe aviar seguirán reapareciendo regularmente y tendrán efectos devastadores. Estamos ignorando la crueldad que se ejerce sobre estos animales y subestimando el riesgo potencial que supone para la salud pública”, concluye.
La gripe aviar está de nuevo en boca de todos. No solo entre ganaderos y economistas, sino entre epidemiólogos, ecologistas y animalistas. Una sombra de catástrofe que nunca llegó a desaparecer. Por un lado, es una enfermedad que existe de forma habitual en la naturaleza y, por otro, las condiciones en que se cría a las aves en el sistema alimentario actual propicia que se den las circunstancias para nuevos estallidos de la enfermedad. La selección genética de individuos que tarden menos en engordar, el hacinamiento en las granjas y el riesgo de mutación de este virus convierten al sector ganadero aviar en una auténtica bomba de relojería. La gripe aviar, de hecho, es una enfermedad animal altamente contagiosa y de declaración obligatoria por orden del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. El último brote que está arrasando en Europa hizo su aparición en España el pasado 4 de enero. Desde entonces, no paran de aparecer nuevos brotes, tanto en España como en otros países de Europa, dejando patente que las medidas tomadas (sacrificios masivos, aislamiento, etc.) no han servido para frenar el avance del virus. Un asunto que ha pasado de preocupar a ecologistas (por su implicación con las aves salvajes); a animalistas (por el hacinamiento y la matanza masiva de animales, incluso sanos); a ganaderos y economistas (por las consecuencias económicas que puede acarrear para el mundo rural un descontrol en los contagios), y a epidemiólogos (por las consecuencias que estos brotes pueden conllevar para la salud pública).
Solo en Europa, este brote ha provocado que, desde el comienzo de la actual temporada (1 de julio de 2021) y hasta el 19 de enero de 2022 (último día del que se tienen datos), se hayan detectado 780 focos en aves de corral y 1.225 en otras aves no de corral. Estos son los datos oficiales, aunque cada hora que pasa se enciende una nueva alarma en algún punto de la geografía europea. Aunque las autoridades españolas se esfuerzan en dar una imagen de situación controlada, los expertos ya hablan de una ‘zona negra’ donde se concentra el mayor número de casos. Se trata de la comarca de La Moraña, en Ávila, que acumula diversos casos: una paloma en Hoyo de Pinares; un ganso en Laguna de Palacios Rubio; otro ganso en Laguna de Donjimeno; cinco gansos en El Bohodón, y tres gansos y una garza en El Oso.