En estos días tristes asistimos al éxodo desesperado de la población ucraniana que huye de los horrores de la guerra. Muchas familias abandonan el país con lo puesto, pero sin dejar atrás a sus animales: los animales de familia. Los países limítrofes se preparan para recibir a los refugiados, y también muchas protectoras, aún estando ya desbordadas, abren sus puertas para acoger a más animales.
Vladia y Andrea, en cambio, no van abandonar su refugio para cuatrocientos animales. Está a 45 kilómetros de Kiev y no solo acoge a perros y gatos, también viven allí cerdos, vacas, ovejas, caballos y aves.
Andrea Cisternino fue durante muchos años el asistente de un célebre fotógrafo de moda en Italia, pero al mismo tiempo empleaba su habilidad con la cámara para denunciar situaciones de maltrato, explotación y abandono de animales. En 2005 los chillidos de desesperación de los cerdos en un matadero pequeño en un pueblo italiano le impidieron seguir mirando hacia otro lado. Con su cámara como arma, se dedicó a denunciar esas realidades ocultas: el sufrimiento de quienes no pueden hablar. Su trabajo siguiente fue entrar a dos granjas de visones para documentar las condiciones en las que malvivían, y su testimonio gráfico sirvió para que las cerraran.
En 2009 viajó a Ucrania, la patria de su esposa, Vlada Shalutko. Entonces el país se preparaba para la Eurocopa de 2012, de la que sería sede. Había un gran entusiasmo con el evento y se engalanaban las ciudades. Al gobierno le preocupó entonces la mala imagen que daba la gran cantidad de perros viviendo en la calle, y para resolver la situación optó por su exterminio sistemático. Desde Rusia llegaron los dog hunters (cazadores de perros a sueldo con licencia para matar) que se valían de cualquier método para desembarazarse de perros y gatos —de calle, asilvestrados o de familia—. Usaron desde veneno y trampas hasta armas de fuego y luego exhibieron sus “hazañas” con imágenes en las redes sociales. Además entrenaron a dog hunters ucranianos. Se estima que mataron a más de 250.000 animales, entre perros y gatos, solo hasta la fecha de la Eurocopa. Esa política de exterminio continuó.
Cucciolo, el perro de 13 años de Vlada y Andrea, en 2010 fue víctima de esta barbarie: murió envenenado sin que pudieran hacer nada para evitarlo. La pareja ya colaboraba hacía muchos años con un refugio local. En ese momento Andrea decidió dejar Italia, abandonar su profesión, y quedarse en Ucrania con un objetivo y un desafío: “combatir el maltrato de los animales sin hogar y establecer un modelo diferente de convivencia con los animales”.
En 2011 publicó un libro con sus textos y fotografías en blanco y negro, Randagi: storie di umani e animali (Vagabundos: historias de humanos y animales), un fotorreportaje para el que se dedicó durante dos años a fotografiar animales y humanos callejeros, para mostrar que no hay serie A y serie B en los seres vivos.
En 2013, con lo recaudado con la venta del libro, junto a Vlada puso en marcha la International Animal Protection League Charitable Foundation (Fundación Liga Benéfica Internacional de Protección Animal), con sede en Kiev. En esa ciudad construyeron y gestionaron el Rifugio Italia, proyecto que incluyó, además del refugio, un hospital, un área de cuarentena y siete mil metros cuadrados para acoger a otras especies de animales como caballos y vacas. En poco tiempo, el Rifugio Italia se convirtió en un referente de la protección animal en Ucrania. Ese mismo año ganó el Premio Nazionale Paolo Borsellino, creado en memoria del juez asesinado por la mafia en 1992, que se otorga a quienes han desarrollado una acción particularmente significativa de compromiso, coherencia y coraje contra la injusticia, y han mostrado su compromiso con la defensa y promoción de los valores de la libertad, la democracia y legalidad.
Pero aun en tiempos de paz, la guerra de la especie humana contra los demás animales es constante. Vlada y Andrea, el refugio, sus voluntarios y los animales han estado siempre en la mira de los dog hunters, de los cazadores y otros maltratadores de animales. El 12 de abril de 2015, día de la Pascua Ortodoxa, el refugio fue incendiado, mientras Vlada y Andrea compraban comida para sus huéspedes y los voluntarios habían ido a festejar con sus familias. Solo estaban de guardia dos voluntarias en ese momento. Las causas nunca se esclarecieron y las autoridades no mostraron ninguna preocupación por el suceso, aunque era evidente su origen doloso. En el incendio murieron setenta de los perros y gatos que vivían allí, y del refugio solo quedaron cenizas.
Este atentado solo sirvió para que siguieran adelante aún con más ímpetu y determinación. El nuevo refugio que construyeron se llama Rifugio Italia Kj2, en memoria de la osa asesinada en el norte de Italia en 2017. Hoy se extiende por veinte mil metros cuadrados, y además de perros y gatos acoge también animales rescatados de la explotación, como ovejas, caballos, cabras y vacas. A veces también atienden algún animal silvestre herido para su rehabilitación. Las visitas escolares a este refugio son frecuentes, con la idea de concienciar al alumnado sobre la sintiencia animal y el especismo. En 2019 Andrea publicó otro libro, Diario de un povero animalista, también con textos y fotografías propios. Está prevista la publicación de ambos libros en ucraniano.
Otros santuarios de animales en Ucrania
Alexandra Gavriluk-Levitska es otra heroína de la protección animal. Con gran esfuerzo, en 2013 creó Shelter Ugolyok, un refugio para animales de explotación. En 2014 obtuvo el estatus oficial de organización sin fines de lucro y se denominó Organization Paw of Help y Shelter Ugolyok. Hoy la organización tiene varias sedes en las que cuidan a más de cien caballos, noventa vacas, cinco potros, treinta terneros, cuarenta cabras, setenta perros, una docena de gatos, tres burros, treinta ovejas y ocho ponis.
La guerra en la región oriental del país ha causado estragos en su economía. El apoyo local es poco o nulo y están constantemente bajo el escrutinio de las autoridades locales, lo que hace que su misión sea extremadamente difícil. El 8 de enero de 2018, su refugio ubicado en la región de Lviv (oeste) también se quemó. Hasta hoy no se sabe si el incendio fue accidental o intencionado, y las autoridades locales han cerrado la investigación sin darles una respuesta.
Ya antes de que empezaran las hostilidades, Alexandra, Vladia y Andrea habían decidido quedarse con sus animales. Ahora que llegó la ley marcial y las restricciones para los traslados, Vladia está en la ciudad y Alexandra y Andrea siguen en sus refugios. Al trabajo diario se ha sumado el intentar tranquilizar a los animales angustiados por el ruido de artillería a pocos kilómetros y por el cielo que se tiñe de rojo. Varios helicópteros rusos han sobrevolado los refugios, ojala no sean considerados objetivos militares.
Andrea ha estado informando a través de las redes sociales hasta el viernes en la tarde. Apareció brevemente en la televisión italiana. Después de eso, los bombardeos dejaron la zona sin electricidad y, por tanto, incomunicada. Vladia ha podido hablar con Andrea este martes 1 de marzo, y tanto él como las otras tres personas que están en el refugio por el momento están bien, tienen víveres para humanos y animales. Desafortunadamente, la situación alrededor del refugio no es la mejor. Las fuerzas rusas han volado un dique y las carreteras que conducen al refugio están todas cortadas, por lo que están aislados. Andrea cree que quizás podrían crear un corredor humanitario, aunque por ahora es improbable. Hay muchos combates cerca del refugio, tanques, explosiones de bombas y fuego de mortero. Por el momento es imposible entrar o salir, por lo que ni siquiera se plantea sacar los animales de allí. No hay electricidad y, por lo tanto, tampoco internet. Tienen un generador que tratan de usar lo menos posible.
En Shelter Ugolyok la situación es similar o peor, hay muchos combates en los alrededores y pasan mucho tiempo en los sótanos con los animales.
Una de las principales preocupaciones de los santuarios es que los animales que allí viven, rescatados de la explotación animal, en la emergencia sean secuestrados para ser recursos y no seres sintientes.
Hay además otros santuarios en Ucrania, como el de Vier Pfoten en Domazhyr, que acoge veintinueve osos, y varias protectoras de animales. Algunas están en peores condiciones. La protectora Shelter Friend, en Dnepropetrovsk, sigue admitiendo animales, algunos sacados de hospitales veterinarios, ya que todos estos están cerrados. Tienen comida, y no pueden comprar más aunque tengan dinero por la escasez de efectivo en los cajeros que aún funcionan.
El Refugio Hostomel ha resultado afectado por el bombardeo entre tanques rusos y milicias ucranianas. Han muerto animales y están sin electricidad y sin agua. Solo tienen alimentos secos y no los pueden suministrar sin tener agua, por lo que hacen un llamado desesperado para que les lleven agua ahora que han cesado las hostilidades en los alrededores.
Es difícil para santuarios y protectoras informar sobre su realidad día a día. Todos necesitan ayuda.
Desde los movimientos y el activismo animalista en España, vamos a intentar seguir en contacto con ellos, apoyándolos e informando sobre su situación. Esperamos que las noticias sean buenas y la absurda realidad mejore, pero todo cambia minuto a minuto.
Entre tanto, quienes quieran ayudar a estas entidades, pueden hacerlo a través de sus portales:
http://ugolyok.com.ua/
http://www.rifugioitalikj2.org/donazioni/
https://www.sos-shelter.kiev.ua/
https://www.tierschutzbund.de/impressum/
http://dryg.org.ua/eng/help/
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