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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

“La Unión Europea subvenciona la ganadería intensiva con el dinero de la ciudadanía”

Giulia Innocenzi con Florent Marcellesi, exeurodiputado, y José Ramón Becerra, director general de Derechos de los Animales, en el estreno en Madrid del documental 'Food for profit'

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A sus cuarenta años, Giulia Innocenzi tiene una carrera profesional impresionante. Antes de cumplir los treinta, puso contra las cuerdas al hasta entonces omnipotente Berlusconi en un cara a cara público. Licenciada en Ciencias Políticas, ha publicado una novela, un libro-entrevista a Margherita Hack y varios libros de investigación, entre ellos, Tritacarne [Picadora de carne]. Porque lo que comemos puede salvar nuestra vida. Y nuestro mundo. Ha conducido varios programas de televisión y desde hace más de una década se dedica al periodismo de investigación.

Desde 2017, Innocenzi ha realizado seis episodios para la televisión de Animales como nosotros, investigaciones encubiertas en el mundo de la explotación animal. La hemos entrevistado en su reciente paso por Madrid y Barcelona, donde vino a presentar su más reciente trabajo, Food for profit.

¿Qué es Food for profit?

Food for profit es un documental que nos muestra cómo la Unión Europea subvenciona y hace posible la ganadería intensiva con el dinero de toda la ciudadanía, gracias a la labor de lobistas y a su influencia en los europarlamentarios.

¿Cómo nació el proyecto?

Llevo diez años investigando granjas intensivas y quise saber cómo era posible que se hubieran desarrollado hasta llegar a lo que son hoy en día. Después de dos años se unió al proyecto Pablo D'Ambrosi. Como no encontramos a nadie que nos financiara, creamos nuestra propia productora, Pueblo Unido. Al carecer de financiación, nos llevó cinco años terminarlo.

¿Ninguna productora o plataforma apostó por el documental?

No. Las productoras no querían exponerse a problemas legales y muchas están vinculadas a grupos empresariales. Las plataformas dijeron que no solían incluir contenidos políticos, y este documental evidentemente es político.

Entonces, ¿cómo se financiaron?

Prácticamente fui a pedir dinero con un platito. Recuerdo que lloré la primera vez que me dieron veinte euros. Luego, organizaciones y particulares animalistas fueron donando, algunos más y otros lo que podían. En total el documental costó doscientos cincuenta mil euros, pero ni Pablo ni yo hemos cobrado nada por los cinco años de trabajo. También hay grandes profesionales que aportaron limitando sus ganancias -cobrando sumas simbólicas, o nada-, por la música, los gráficos, la edición. Por ejemplo, la animación final es de Jonathan Reyes, un artista que no habríamos podido permitirnos, pero que creyó en el proyecto.

¿Y para la distribución?

El estreno absoluto fue en el Parlamento Europeo. Logramos el apoyo de tres eurodiputados, la cantidad mínima necesaria. Ninguno de los tres había visto el documental, y después nos felicitaron. Luego empezamos a proyectarlo en centros públicos, centros sociales, en cualquier lugar donde lo solicitaron. Sugerimos que la gente lo solicitara a las instituciones o a los cines de su localidad. El resultado fue desbordante. Un día nos contactó una distribuidora interesada, Mescalito Film, empezó a proyectarla en cines y llegó a ser la película presente en más salas en Italia y a estar entre las diez con más asistentes. Lleva así ocho semanas. Ahora esperamos que esto se repita en España gracias a Versión Digital y, sobre todo, a la ciudadanía. Pablo D'Ambrosi va a asistir a varias proyecciones en Madrid y en Murcia para dialogar con el público.

En los últimos veinte años se han hecho varios documentales de temáticas similares, como Earthlings, Dominion, Cowspiracy, What the health, Seespiracy, pero ninguno ha salido del círculo de los colectivos animalistas, ninguno logró estar tantas semanas en los cines comerciales. ¿A qué se debe este éxito?

Creo que el motivo es que este documental tiene la particularidad de que se dirige realmente a todas las personas, no solo a la que ya es vegana o animalista. Estamos explicándole a todo el mundo que el horror de la ganadería intensiva lo estamos financiando de nuestros bolsillos, evidenciando la complicidad de la industria de la carne, los lobistas y la política. Esto ha estimulado a la gente a ir al cine y a recomendar la película.

El documental muestra el horror de la ganadería intensiva y cómo lo estamos financiando con dinero público y la complicidad de la industria de la carne, los lobistas y la política

En Italia se emitió en la televisión pública un domingo en horario de máxima audiencia.

Se emitió en la televisión pública porque se consideró que este tipo de documental es un servicio público. Y la televisión pública tiene que seguir siendo un servicio público. Las cadenas comerciales tienen vínculos con las otras industrias, incluso con la cárnica, y es difícil que emitan contenidos como este. Hubo que traducirlo porque lo que se emite en la RAI tiene que ser traducido (el original tiene partes subtituladas), se abrevió un poco, pero se agregaron algunas imágenes más fuertes, que hemos omitido de la versión para cine por razones obvias. Queremos que el público la vea hasta el final.

¿Dónde se grabó?

Las investigaciones se realizaron en Italia, España, Alemania y Polonia. Para ello nos apoyamos en activistas y organizaciones animalistas. En algunas explotaciones las personas que investigaban se infiltraron incluso buscando trabajo. Luego intentamos entrevistar a los dueños de las granjas, quienes a veces negaron que se realizaran esas prácticas violentas o antihigiénicas, y otras veces las consideraron normales.

También grabaron en el Parlamento europeo.

En Bruselas tuvimos la ayuda de un lobista bueno, Lorenzo Mineo, coordinador de la Oficina Europea Eumans, que se entrevistó con varios eurodiputados y se arriesgó a llevar una cámara oculta. Inventamos propuestas totalmente absurdas, como desarrollar cerdos de seis patas, vacas con dos ubres o un tubo de escape para no contaminar. De manera asombrosa, fueron recibidas con toda normalidad; “sin prejuicios, con tal de aumentar la productividad y los beneficios”, afirmó un eurodiputado, tal y como podemos ver en el documental.

Esas entrevistas dieron unos resultados inesperados.

Totalmente. Cuando entrevisté a la eurodiputada Clara Aguilera, del PSOE, dijo que no se subvencionaba ganadería en la que hubiera maltrato animal. Luego, con cámara oculta, la grabamos cuando afirmaba que a ella no le importa nada la felicidad de los animales, ya sea un pollo, un conejo o un gato, que ella se los come igual. Estas declaraciones causaron tanto revuelo que Aguilera ya no está en las listas de su partido para las próximas elecciones, aunque ella ha declarado que no se debe a esto. Su homólogo italiano Paolo De Castro también ha sido excluido.

¿Han sabido algo más de estas personas?

Clara Aguilera dijo que nos había denunciado ante la Eurocámara, pero no sabemos por qué nos habría denunciado. Paolo De Castro ha amenazado con querellarse.

¿Han recibido otras amenazas, querellas o denuncias?

Nuestro asesor legal nos puso en alerta desde el principio. Somos una pequeña productora y nos enfrentamos a corporaciones todopoderosas, con enormes recursos económicos e igualmente poderosos bufetes de abogados. Por eso en el documental todas las marcas y letreros están pixelados. Después de las primeras proyecciones, hemos recibido algunas advertencias desde empresas. Lo curioso es que una de esas advertencias llegó de una empresa que ni siquiera aparece en el documental, y que nosotros no hemos investigado. Por algo será...

¿Piensan en denunciar ustedes a alguna de las empresas?

No tiene sentido. Si denunciamos a una empresa, deberíamos entregar nuestro material y pasaría a estar bajo secreto de sumario, por lo que no podríamos difundirlo. Por otro lado, hay material grabado hace varios años. Y lo más importante, las malas prácticas son de un sistema, no de una u otra empresa en particular. Es necesario cambiar el sistema, no es suficiente con cerrar un establecimiento.

Políticos y empresarios afirman que esas empresas crean puestos de trabajo y que hay que alimentar a la gente.

Las macrogranjas generan pocos puestos de trabajo, son más los que destruyen. Y también hay muchísimo trabajo sin contrato, explotación laboral, condiciones infrahumanas. Una de las granjas investigadas carga los animales de noche, y quienes trabajan son inmigrantes sin permiso de trabajo o trabajadores del campo que lo hacen como segunda ocupación. Se contaminan los alrededores a un nivel imposible de gestionar. Se consume y se contamina tanta agua que repercute directamente en el estado de salud de la población humana de los alrededores.

Las macrogranjas destruyen puestos de trabajo, emplean sin contrato a inmigrantes o a trabajadores del campo, en condiciones infrahumanas, de explotación laboral

En diferentes países se presume de la calidad de ciertos productos: en Italia, de los alimentos Made in Italy; en España, del jamón ibérico. Se dice que en otros países se dan malas prácticas, pero no en los nuestros.

En Europa no hay una definición de lo que es ganadería intensiva, no aparece en ninguna normativa. Pero se sabe que, en todos los países, el 90% de los productos de origen animal proviene de la ganadería intensiva. Muchos productos, de cuya “Denominación de Origen Controlada” cada país se siente orgulloso, pueden tener un origen vergonzoso.

Otra de las razones que les dieron es que, si esto no se hace en Europa, lo harán en China.

En China, hasta hace pocas décadas, tenían una alimentación eminentemente vegetal. Ahora quieren aumentar el consumo de proteínas de origen animal. Están acercándose a los sesenta kilos al año por persona. Europa está en ochenta. Para una investigación anterior, pude ir a China y visitar la granja más grande, que puede producir dos millones de cerdos al año. Y otra, en vertical (veintiséis plantas, cerca de la tristemente famosa ciudad de Wuhan), que a pleno rendimiento puede albergar un millón doscientos mil cerdos. Es la respuesta al riesgo de nuevas pandemias. Los trabajadores viven dentro de la granja con sus familias y sólo pueden salir cuatro días al mes. Al regresar tienen que hacer un día de cuarentena, test, desinfección total. Los responsables nos dijeron que varios empresarios europeos les habían visitado, interesados en copiar el modelo. Uno de ellos, español. O sea, que en lugar de ser China quien copie los supuestos modelos de excelencia europeos, somos nosotros quienes los copiamos.

¿Qué puede hacer la ciudadanía frente a esta industria?

En nuestro portal hacemos tres propuestas concretas y realizables. La primera es que se deje de subvencionar con dinero público la ganadería intensiva a través de los fondos de la Política Agraria Común (PAC). La segunda, imponer una moratoria inmediata sobre las macrogranjas, que no se autorice la construcción y puesta en funcionamiento de nuevas instalaciones de este tipo. Y la tercera, que el destino de las subvenciones de la PAC tenga que ser aprobado por una Asamblea Ciudadana, un mecanismo de participación democrática de la Unión Europea: un grupo de ciudadanos elegidos por sorteo pueden decidir, tras asistir a la argumentación de expertos en la materia, tanto a favor como en contra. Para que esto sea posible, necesitamos europarlamentarios comprometidos. Un grupo de organizaciones ha creado la plataforma voteforanimals, a través de la cual se puede pedir a todos los candidatos, país por país, que se comprometan a cumplir diez puntos básicos, y se puede ver cuáles ya han suscrito todos o algunos de estos puntos, para decidir a quién votar en las próximas elecciones. Pero la primera acción política que podemos hacer todos los días es con nuestro tenedor en nuestros platos, eliminando los productos de origen animal de nuestra dieta.

Hacemos tres propuestas. La primera, que no se subvencione la ganadería intensiva con fondos públicos de la PAC. La segunda, una moratoria inmediata sobre las macrogranjas, que no se autorice la construcción y puesta en funcionamiento de nuevas instalaciones. La tercera, que el destino de las subvenciones de la PAC sea aprobado por el mecanismo europeo de la Asamblea Ciudadana

Ha sido miembro y candidata de partidos políticos. ¿Piensa volver a la vida política o prefiere seguir en el periodismo?

Creo que puedo ser más útil como periodista. Además, el periodismo que hago es una actividad política.

¿Tiene otros proyectos para el futuro?

Por ahora queremos llevar Food for profit por toda Europa, hacerlo antes de las elecciones, y luego al resto del mundo. Con Pueblo Unido ya tenemos otro proyecto, que no quiero desvelar para no alertar a quien pueda sentirse observado.

¿Podemos pensar que el Pueblo Unido jamás será vencido?

¡Exactamente!

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Food for profit se proyectará en España en salas de cines desde el próximo 7 de Junio. Aquí, la información actualizada de todas las proyecciones. En algunas salas, habrá un coloquio posterior con su director, Pablo D'Ambrosi, y con Lorenzo Mineo, coordinador de la Oficina Europea Eumans y jefe de investigaciones en Bruselas.

Para las Elecciones Europeas 2024, en la plataforma voteforanimals.es/es se puede pedir a todos los candidatos, país por país, que se comprometan a cumplir diez puntos básicos.

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

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