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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Moda vegana, cuando la compasión marca tendencia

Pantalones acampanados, cremalleras, estampados de rosas, brocados, abrigos largos y el color “topo”. Los artículos sobre tendencias en las revistas de moda son una mezcla de superficialidad, glamour y frivolidad. Nos gusta la moda porque es creatividad y porque nos permite expresar lo que somos. Nos gusta y, como veganos, no queremos prescindir de ella. Precisamente por eso celebramos a lo grande que algunas marcas, hasta ahora impermeables a valores éticos como la protección del medio ambiente o los derechos de los animales, se pongan las pilas para satisfacer una demanda que, según muchos creadores, ya empieza a ser un clamor.

Y es que algo está pasando en el mundo de la moda. Algo está cambiando desde que Stella McCartney declarase en 2009 a The Guardian: “La gente de la moda simplemente no quiere escuchar los mensajes. Me sorprende, ya que se supone que la moda va de eso, de cambios. ¡Se supone que nosotros somos la vanguardia! Sólo puedo pensar que no les importa tanto como a los que trabajan en otro tipo de sectores. Así que, sí, creo que la gente de la moda es bastante insensible”.

Esta diseñadora y fotógrafa, hija del Beatle Paul McCartney, lleva años cuestionando las reglas del juego de la industria de las vanidades, rehusando utilizar pieles o cuero en sus colecciones. Sus zapatos, cinturones y bolsos están fabricados con materiales alternativos, más sostenibles y respetuosos, tanto con los animales como con el planeta.

Hace pocos días, el muy popular y televisivo diseñador alemán Guido Maria Kretschmer, alma del reality de máxima audiencia Shopping Queen, presentaba su colección Sol y Sombra en Berlín: “No hay nada de cuero en la colección, todo es vegano. Y no porque yo haya insistido en ello, sino porque mi nuevo proveedor ofrece una piel falsa maravillosa”. El diseñador, que es vegetariano, parece estar buscando con éxito el equilibrio perfecto entre glamour y ética, entre sensibilidad y visión comercial.

La marca estadounidense Vaute Couture hizo historia en la Fashion Week de Nueva York en 2013 al presentar por primera vez en las pasarelas una colección integramente vegana, que le valió el aplauso del público y una enorme repercusión mediática. Ética y alta tecnología combinadas para crear unas prendas diferentes en las que la compasión es la que marca tendencia. Y es que no hay nada más moderno que una moda que rompe moldes, nada más vanguardista que una moda consciente.

La neoyorquina Elisabeth Ann Olsen, creadora de la marca de calzado vegano Olsenhaus, era directora de arte de Tommy Hilfiger cuando le tocó ver la realidad de las curtidurías en Asia. “El olor era insoportable, olía a muerte. Horrible. Empecé a investigar cómo se producía el cuero. Es una cuestión de sentido común. El cuero es la piel de un animal muerto y naturalmente tiende a descomponerse. Para prevenir la biodegradación para su uso comercial, es procesado con más de doscientas sustancias químicas, la mayoría de ellas tóxicas, que provocan una contaminación medioambiental extrema y graves problemas de salud para la gente que trabaja en las curtidurías y la que vive cerca de ellas”.

Los zapatos de Olsenhaus son ya habituales en todas las revistas de tendencias: “Trabajamos para cambiar la imagen que se supone tiene una persona vegana. No estamos en los años sesenta, hoy en día es cool y moderno ser consciente de lo que pasa y trabajar para marcar una diferencia, sin sacrificios”.

Pero no sólo el mundo de la alta costura, también las grandes cadenas van reconociendo las nuevas prioridades de sus potenciales clientes y van adaptandose a ellas. Esprit, una marca presente en 40 países y con más de 8.500 puntos de venta en todo el mundo, ha ampliado su línea de calzado vegano para este otoño-invierno.

Kerstin Buddendiek, portavoz de la empresa, explica esta decisión: “Hay unos 7 millones de vegetarianos y aproximadamente 800.000 veganos en Alemania, unos mil millones en todo el mundo, tendencia al alza. Que la conciencia del cliente final está cambiando, no sólo en lo que a alimentación se refiere, es algo que notamos claramente. Ahora se cuestiona mucho más. Gracias a los avances en el desarrollo de materiales sintéticos, el cuero ha dejado de ser sinónimo de calidad. Está totalmente desfasado pensar que un zapato es de menor calidad por ser de piel sintética. Todo lo contrario”.

Y aquí, en nuestro país, Pepa Loves, una empresa malagueña y familiar con una larga trayectoria de éxitos, presenta desde hace más de diez años una moda femenina, romántica y muy positiva, con colecciones que prescinden de forma consecuente de productos de origen animal. Porque, como ellos mismos declaran: “Hoy en día, la mayoría tenemos asumido que usar pieles de animales para vestirnos ni es necesario ni es ético. Tenemos la suerte de obtener prendas de calidad sin la necesidad de dañar a ningún animal. Nada que ver con las telas sintéticas de hace 10 años. Elegancia y calidad no son palabras que estén reñidas con el medio ambiente, ni tampoco que dependan de la vida de tantos animales.”

Es indudable que algo está cambiando, y Hollywood tampoco es inmune a esta tendencia. El maltrato y la explotación animal suelen ir acompañados de maltrato y explotación humana, por lo que apuestan por una moda respetuosa con el medio ambiente y fabricada bajo condiciones laborales dignas y libres de explotación, tanto animal como humana. La terrible tragedia producida por el derrumbe del Rana Plaza en Bangladesh, un edificio de 8 plantas que albergaba varios talleres textiles y en el que más de 1.100 personas murieron y casi 2.500 resultaron heridas, fue el revulsivo para el lanzamiento del reto Green Carpet Challenge, que anima a los grandes diseñadores, y a los actores y actrices que lucen sus diseños, a elegir moda sostenible. Livia Firth, su promotora, y esposa de Colin Firth, escribía recientemente en Business of Fashion: “Llevamos bolsos enormes de cuero, pero casi nunca los relacionamos con las vacas de las que proviene ese cuero. Junto a China, Brasil es uno de los mayores exportadores del mundo de pieles. La región de Mato Grosso en el Amazonas se ha convertido en el hogar de 200 millones de cabezas de ganado a causa, en parte, de la demanda de moda y accesorios. Es casi una vaca por habitante. Y la ganadería industrial es una de las principales causas de la deforestación.”

Algo similar debió de inspirar a Tiziana Domínguez, la hija menor del diseñador Adolfo Domínguez, a la hora de desarrollar su línea de bolsos ecológicos y veganos Green Me. La creadora y Directora Creativa de la marca lo cuenta en este reportaje: “Creo que la moda se puede hacer de una forma mucho más sostenible y se puede hacer con materiales más benignos. Nada más”. Y nada menos.

Pocas industrias hay en las que la verdad sobre lo que compramos quede tan escondida tras diseño, color y supuesta elegancia. Y es que rechazar las pieles, el cuero, la lana, la angora, las plumas o las pieles exóticas es sencillamente un acto de justicia. Si resulta insoportable ver las imágenes explícitas de los vídeos enlazados a cada uno de estos productos, no debería ser atractivo lucir su resultado. Pero nuestro cerebro tiene sus mecanismos, reforzados por el marketing, para contribuir a que el sistema siga funcionando. Así, creamos una brecha insalvable entre lo que una vez fue un ser sintiente y hoy es nuestra cazadora de cuero. Pero, ¿por qué seguir dañando a los animales, si podemos elegir no hacerlo? Y es que no hay nada más atractivo que la lucidez, nada más sexy que la compasión, nada más glamouroso que la coherencia.

La asociación Igualdad Animal ha lanzado recientemente una petición bajo el lema Stop Moda Cruel que ya han firmado miles de personas instando a Burberry, Dior, Armani, Yves Saint Laurent, Louis Vuitton, Marc Jacobs y Diane Von Furstenberg a dejar de vender pieles y de contribuir a la crueldad. ¿Escucharan el clamor?

Pantalones acampanados, cremalleras, estampados de rosas, brocados, abrigos largos y el color “topo”. Los artículos sobre tendencias en las revistas de moda son una mezcla de superficialidad, glamour y frivolidad. Nos gusta la moda porque es creatividad y porque nos permite expresar lo que somos. Nos gusta y, como veganos, no queremos prescindir de ella. Precisamente por eso celebramos a lo grande que algunas marcas, hasta ahora impermeables a valores éticos como la protección del medio ambiente o los derechos de los animales, se pongan las pilas para satisfacer una demanda que, según muchos creadores, ya empieza a ser un clamor.

Y es que algo está pasando en el mundo de la moda. Algo está cambiando desde que Stella McCartney declarase en 2009 a The Guardian: “La gente de la moda simplemente no quiere escuchar los mensajes. Me sorprende, ya que se supone que la moda va de eso, de cambios. ¡Se supone que nosotros somos la vanguardia! Sólo puedo pensar que no les importa tanto como a los que trabajan en otro tipo de sectores. Así que, sí, creo que la gente de la moda es bastante insensible”.