Mutilar a un animal, amputarle una parte de su cuerpo que debe estar ahí y que cumple una función vital es algo que solo debería hacerse por motivos sanitarios, por evitar un mal mayor, por su salud y solo por su salud. Da igual que hablemos del rabo o de las orejas que de una pata. Sin embargo, algo tan evidente hay que seguir proclamándolo, explicándolo y justificándolo a pesar de los daños que sabemos que causa la amputación de la cola (caudectomía) y de orejas (otectomía).
El Convenio europeo de protección de animales de compañía fue aprobado en 1978 pero España está aún pendiente de ratificarlo. Su texto prohíbe esa amputación salvo por esos motivos sanitarios, y cuando por fin el Gobierno se decidió a impulsar su ratificación introdujo una reserva con una finalidad: una vez que la estética es difícilmente justificable de forma pública, busca que los cazadores puedan seguir mutilando a los perros que utilizan para perseguir y matar a otros animales.
Durante el trámite parlamentario un rayo de sensatez en forma de enmienda defendida por Unidos Podemos iluminó a sus señorías y el dictamen aprobado el pasado lunes eliminaba esa reserva. Quienes respetamos a los animales respiramos aliviados pero solo hasta dos días después: el miércoles, en Comisión, el PP lograba el inesperado respaldo de ERC para presentar una enmienda que recuperaba la reserva. Con el voto a favor también del PNV, el texto aprobado permite las amputaciones de la cola a “cachorros de razas cazadoras y sus cruces” y las amplía a aquellos perros cuya “actitud y actividad” así lo aconsejen. La enmienda pide al Consejo General de Veterinarios una lista con las razas que requieren esa amputación por su conformación anatómica y su actitud.
El revuelo obligó a ERC a rectificar apenas 24 horas después. El jueves la formación difundía un comunicado en el que aclaraba que está “en contra de que se corte la cola a los perros”. Su portavoz en la comisión, explicaba, “quiso promover que esta práctica fuera muy limitada y controlada” en las comunidades autónomas que no han tenido intención de prohibirla. ERC alegaba que la prohibición legal no garantiza la erradicación de esa práctica. Cierto, pero también lo es que si la amputación es legal es imposible perseguirla.
“Se partía de una realidad que no se puede olvidar: actualmente hay animales a los que se amputa la cola sin ningún control ni garantía sanitaria. Lo sufren de manera especial los perros destinados a la caza. Lo que se reclamaba es que, a pesar de que Esquerra considera que es una práctica que hay que erradicar en todas partes, en aquellas comunidades autónomas donde todavía no se ha prohibido, esto quedara limitado a determinadas razas y supuestos muy concretos, nunca por cuestiones estéticas, y siempre realizado por veterinarios”, explicaba ERC. Aseguraba que su objetivo era evitar el sufrimiento animal y combatir “de manera realista una práctica anómala”, y dado que su propuesta “no ha sido entendida” anunciaba su rectificación en el debate que el próximo jueves se celebrará en el Pleno del Congreso, que debe aprobar el dictamen.
De cara a ese debate, el jueves 16 de marzo en el Pleno del Congreso de los Diputados, consideramos imprescindible que los parlamentarios lean y escuchen los argumentos a favor de esa prohibición, condensados en un informe de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal (AVATMA) que fue asumido por la Asociación Parlamentaria en Defensa de los Derechos de los Animales (APDDA).
El argumento esgrimido por los defensores de esas amputaciones es que las orejas caídas o el rabo son fácilmente accesibles para las presas de los perros cazadores. Lo mismo dicen quienes mutilan a los perros utilizados en peleas o en frentes de guerra; quienes lo hacen a perros pastores para “protegerlos” de depredadores y quienes desean un aspecto más feroz en los guardianes de sus fincas. En el caso de los cazadores, tienen otro motivo: evitar que los perros al mover la cola alerten de su presencia a las presas.
Las voces críticas con las mutilaciones surgieron en el siglo XIX y en 1839 Sir William Youatt publicó un ensayo en contra de las mismas en la revista The Veterinarian. En los últimos años, dice el informe de AVATMA, “cada vez somos más los veterinarios que nos negamos rotundamente” a llevar a cabo estas operaciones y tratan de convencer a los responsables de los animales alegando una serie de razones que ahora explican también a los parlamentarios.
Lo primero que explican es que no se trata de “cortes” sino de “amputaciones” en toda regla. A diferencia de los cortes de uñas o pelo, que forman parte de la rutina de limpieza y mantenimiento del perro, en el caso de las orejas o la cola “se seccionan cartílagos, nervios, vasos sanguíneos y otros tejidos además de la piel”. Cuando es necesario por motivos patológicos, los animales tienen que someterse a una analgesia y una anestesia similares a la de una intervención mayor. “La amputación estética se realiza en animales muy jóvenes, los rabos en animales de días, a los que no se les practica muchas veces ningún tipo de analgesia o anestesia, por lo que conlleva un sufrimiento mayor. Sin embargo, el mejor conocimiento del dolor y su manejo dictan el empleo de anestesia local, con o sin sedación, ya que las vías nerviosas que reconocen, procesan y responden ante el dolor (las llamadas tálamo-corticales) están perfectamente desarrolladas en los animales antes de su nacimiento, es decir, en la etapa fetal”.
Las amputaciones de orejas suelen realizarse en animales de entre 6 y 9 semanas, por lo que sufren el riesgo de la anestesia general, además de los peligros de una mala intervención en caso de no ser realizada por veterinarios.
El segundo argumento de AVATMA es evidente: dolor. La amputación de la cola puede ser asociada a la presencia de neuromas y dolor crónico, o a un incremento en la sensibilidad del dolor en algunos animales. Aunque los perros sean capaces de enmascarar ese dolor crónico, no es extraño que afecte a su comportamiento. Dado que las estructuras tálamo corticales que reconocen el dolor, lo transmiten y responden ante él están perfectamente desarrolladas y por tanto existen en los cachorros recién nacidos, cualquier procedimiento quirúrgico que se realice en ellos debe garantizar la ausencia de dolor.
Otro argumento más: se ha descrito atrofia y degeneración de la cola en pacientes amputados, así como de los músculos pélvicos, que puede desembocar incluso en incontinencia fecal y a un compromiso de la integridad del diafragma pélvico, pudiéndose producir una hernia perineal. También se han observado casos de incontinencia urinaria.
Seguimos. La cola es la continuación de la columna vertebral. Está compuesta por unas vértebras llamadas caudales acompañadas de otros tejidos y son un elemento importante para mantener el equilibrio del perro. “Al correr, girar y hacer ciertos movimientos el animal necesita de la cola, es como si fuera su timón. Dado que la mayoría de especies animales que tienen estilos de vida en los que se requiere velocidad y agilidad poseen cola, se puede llegar a pensar que ésta supone una ventaja evolutiva para ellos”, dice AVATMA.
Quizá el problema que más percibimos quienes convivimos con perros amputados es el de su comunicación e interacción social. Además de la forma oral (ladridos, gruñidos, gemidos, etc), el perro tiene otras formas de comunicarse. Envía mensajes a sus congéneres a través de sus olores, de sus movimientos, de la posición de las orejas y del movimiento de la cola. Un perro que no dispone de cola tiene claras desventajas a la hora de comunicarse, y muchos de ellos tratan de compensarlas con el movimiento de todo el tercio posterior de su cuerpo. Aun así, sus posibilidades de generar e incurrir en “malentendidos” son mayores que en los demás perros, y la comunicación con nosotros también se ve afectada, ya que no podemos distinguir si la mueve de alegría o la mantiene erguida en señal de cautela, por ejemplo.
A todo ello hay que sumar el evidente riesgo derivado del procedimiento quirúrgico y del sometimiento del animal a una anestesia general, un peligro innecesario que aumenta cuando no se realiza por un veterinario cualificado y con los medios necesarios. Ese riesgo no se limita a la intervención sino que se prolonga después por posibles complicaciones como sangrado excesivo, infección o necrosis, así como por dificultades en la cicatrización.
A no ser por casos específicos en donde la salud del animal se vea afectada (como una fractura de cola, la extirpación de un tumor en esas localizaciones o por lesiones que no puedan permitir la reconstrucción de estas zonas), estas amputaciones están prohibidas en muchos países del mundo. Además, la World Small Animal Veterinary Association (WSAVA), con 55.000 integrantes en 50 países diferentes, recomienda que no se realicen.
En 2011, su Asamblea General estableció que la amputación de la cola es “innecesaria y contraria al bienestar del animal” y pedía que sea considerado un acto “ilegal excepto en los casos en que sea necesario terapéuticamente en problemas diagnosticados por profesionales y sea llevado a cabo por personal cualificado como veterinarios titulados, y bajo los efectos de la anestesia para minimizar el dolor y el estrés del paciente”.
También la Federación de Veterinarios de Europa, órgano consultivo de la Unión Europea, ya se había posicionado en 2001 en contra de todas las cirugías para fines no curativos o de diagnóstico, incluyendo amputación de cola, de orejas, desvocalización y resección de uñas y tercera falange.
En España la amputación de orejas y rabos a los perros no está regulada a nivel estatal, por lo que cada comunidad autónoma tiene una legislación diferente. En siete de ellas está prohibida (Andalucía, Aragón, Cataluña, Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana, Murcia y Navarra), y en el resto está permitida. Esta realidad genera confusión y perjudica la lucha contra este horrible acto, advierte AVATMA. “Quienes deseen mutilar a su perro sólo han de desplazarse a las comunidades en las que sea legal. Dada esta confusión, muchas veces se continúan efectuando las amputaciones en territorios en los que está prohibido. Es el veterinario, como garante de la salud de los animales, el que debe desaprobar esta práctica, aún efectuándose en territorio español permitido”, explica.
La conclusión de AVATMA es clara: “Las otectomías o caudectomías estéticas se entienden como un procedimiento quirúrgico que no está indicado médicamente y no van a proporcionar ningún beneficio al paciente. Por tanto, y de acuerdo con la doctora Paola Melly (veterinaria especialista en pequeños animales), podemos afirmar que desde el punto de vista veterinario la apariencia a gusto del dueño no justifica, en ningún caso, el sufrimiento a varios niveles al que se somete al animal”.
Con toda esa información, pedimos a los parlamentarios de todas las formaciones que ratifiquen el Convenio sin reserva alguna para que la mutilación de los perros sin fines curativos no sea legal. Pedimos en nombre de todos esos perros que ese sea el criterio que se imponga el jueves en el Congreso de los Diputados y posteriormente en el Senado. En una sociedad que avanza en la consideración moral hacia los animales no humanos mantener esa salvedad no tiene justificación posible.