La Plataforma ZOOXXI lleva más de diez años trabajando para conseguir la reconversión de los parques zoológicos. Uno de los momentos cumbre de este trabajo fue la modificación de la Ordenanza de protección de los animales de Barcelona, en 2019, con un nuevo articulado que supone una completa reconversión del zoo de esta ciudad. Pero, ¿cuál es el panorama actual? Se podría resumir como descorazonador.
ZOOXXI ha interpuesto un recurso contencioso-administrativo para que el Ayuntamiento cumpla con la Ordenanza, pues el zoo de Barcelona sigue siendo el zoo de siempre, pero con un buen marketing. No sólo eso, la Ley estatal de protección de los derechos y el bienestar de los animales recibió un gol en propia puerta cuando los lobistas prozoos consiguieron incluir una enmienda que blinda el espectáculo de cetáceos en los parques zoológicos. Los zoológicos y los acuarios son un negocio, y la movilización que llevaron a cabo para conseguir esta enmienda muestra que son un negocio poderoso.
El pasado mes de marzo, ZOOXXI puso en evidencia la falta de rigor técnico y científico de la millonaria instalación de los orangutanes del zoo de Barcelona:
La respuesta del zoo a nuestra denuncia pública fue la de siempre: negar la mayor para decir que los animales están perfectamente, que disponen de diversos aposentos mientras duran las obras, que todos los procedimientos están avalados por la asociación europea de zoos y acuarios, y que expertos en primates garantizan su bienestar. Respuesta en la que el zoo, como suele ser habitual, no aporta ni una sola prueba, documento o protocolo que justifique dichas afirmaciones.
ZOOXXI ha vuelto a ir al zoo. En este nuevo vídeo se puede ver la situación actual de los orangutanes:
Los orangutanes no sólo siguen sin poder acceder a las instalaciones exteriores, sino que la cría que nació en mayo del año pasado prácticamente lo único que conoce es el encierro y el ruido de las obras. El comportamiento del público sólo empeora la situación. ¿Dónde queda eso de que el zoo es educativo? Los golpes en el cristal de la orangutana a causa del estrés que le generan los visitantes son elocuentes. La situación de la cría, que debería estar aprendiendo todo tipo de comportamientos naturales, es indigna. El hecho de que las obras incluyan la construcción de una marquesina vegetal, porque el sol refleja e impide que el público pueda ver aún mejor a los orangutanes en sus instalaciones interiores, revela que el interés máximo del zoo de Barcelona es la exhibición de sus animales.
Pero vamos aún más allá, pues la situación de gorilas y chimpancés no es mucho mejor. Plataforma ZOOXXI anticipa que las siguientes denuncias públicas van a ser sobre la situación de estos animales y que, ante el poderoso marketing del zoo de Barcelona, continuará explicando a la ciudadanía la realidad de los animales, cuya situación no ha cambiado desde 2019. Estamos obligados a hacerlo ante la flagrante vulneración de la normativa por parte del Ayuntamiento, pero también ante la dejadez de todos los partidos políticos.
Incluso en este periodo preelectoral, a ningún partido parece quitarle el sueño tener en su su propia ciudad animales salvajes en condiciones lamentables, ni siquiera a los que votaron a favor de la modificación de la Ordenanza. Por supuesto, a las universidades y demás instituciones que se sirven de los animales del zoo, tampoco.
Adaptarnos a un planeta que está cambiando como nunca antes ha experimentado nuestra especie pasa, inexorablemente, por que cambiemos nuestra relación con las demás especies. Después de siglos de exhibición, sólo un acto de fe puede aceptar que ver animales encerrados sirve de algo. Carece de toda racionalidad el argumento que justifica encerrar y exhibir individuos de una especie como fórmula para recaudar dinero que financie proyectos para la conservación de esa misma especie en libertad. El argumento definitivo -que los zoos custodian genes de especies que están en peligro en la naturaleza- para justificar la cría, intercambio y vida en cautividad de millones de animales que nunca se van a reintroducir en sus hábitats naturales, tampoco se sostiene, y menos en un planeta cuyos ecosistemas van a experimentar una transformación que somos incapaces de predecir.
Los zoos son el paradigma de la contradicción humana. Si muchas personas caen en esta contradicción es porque los parques zoológicos poseen algo que fascina a nuestra especie: los animales salvajes. “Algo” no, debería decir “alguien”, porque cada individuo encerrado en un zoo es “alguien”. A quien ponga esto en duda le animo a consultar la Declaración de Cambridge sobre la Consciencia en Animales no Humanos.
Urge una actuación conjunta de las entidades, asociaciones primatológicas, ONGs, sociedad civil organizada y personas individuales. Aunque la Ordenanza va más allá, y llevamos meses con la vía judicial para tratar de hacerla cumplir, presionemos ahora mismo sobre algo en lo que, no me cabe la menor duda, estamos todas de acuerdo y se podría realizar inmediatamente: los zoos deben dejar de exhibir a los grandes simios. El artículo 33 quater de la Ordenanza de protección de los animales de Barcelona es un primer paso en esa dirección: “Los recintos y las instalaciones del Zoo se adecuarán para garantizar las medidas de sanidad, de bienestar animal y de seguridad más avanzadas, priorizando los intereses del animal en detrimento de su exhibición”.
Dejar de exhibir a los grandes simios no sólo es beneficioso para estos animales, sino que incluye un profundo mensaje educativo. El modelo actual de los zoos nos ancla al pasado y supone un freno a la necesidad imperiosa y urgente que tenemos los humanos como especie de repensar nuestra relación con la naturaleza. Los zoos deben reconvertirse.
Por mucho que el zoo de Barcelona hable de un nuevo modelo y plan estratégico, la gran cantidad de especies exóticas que alberga perpetúa el rol colonial y de supremacía de nuestra especie, en unos términos que contribuyen a la actual destrucción acelerada del planeta. Los zoos actuales no son la solución, son el problema.
Debemos organizarnos para pedir, como primer paso, el fin de la exhibición de los grandes simios.