Esquí de montaña por la sierra de Guadarrama

Por: Ismael Ordóñez “Iogrea”

29 de noviembre de 2019 11:49 h

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Este año parece que el otoño ha tenido un despiste, y unas copiosas nevadas, de forma algo adelantada a la de los últimos años, han pintado de blanco las montañas de toda España.

Que nieve en noviembre en la zona norte no es tan raro, pero tener en la tercera semana de de este mes la Sierra de Guadarrama con un aspecto de mediados de febrero es algo que no podíamos dejarlo pasar, así que madrugamos un poco y, a primera hora, ya estábamos unos cuantos amigos aparcados en Navacerrada. No es Pirineos, y ni mucho menos recibe las mismas precipitaciones, pero a los que vivimos en la zona centro nos da un buen respiro, y hay zonas muy interesantes para disfrutar.

En este caso, el día amaneció con las cumbres muy cubiertas y estuvimos a punto de optar por la seguridad del bosque. Seguridad que a veces se echa en falta en Pirineos, y es que en el bosque de 7 Picos y Navacerrada se puede esquiar siempre que haya nieve, aún cuando a escasos metros fuera de su cobijo podamos encontrar ventiscas y muy mal tiempo.

En esta zona de bosque el riesgo de aludes tiende a cero, y tenemos la suerte de que la separación entre pinos es generosa, con lo cual el disfrute es muy elevado.

Pero nos fiamos de la previsión meteorológica que pronosticaba mejor tiempo según avanzara el día y elegimos una ruta clásica para el esquí de montaña en el Sistema Central cuando ha soplado de norte.

Desde el parking situado a 1.858 metros orientamos nuestros pasos a la Bola del Mundo (Alto de Guarramillas, a 2.265 metros). 400 metros de desnivel que podemos afrontar remontando por las pistas que aún permanecían cerradas, por el exterior de la pala de montañeros (suele estar la nieve más dura), o siguiendo la pista asfaltada tapada de nieve que sube hasta la cima.

Elegimos subir por las cerradas pistas puesto que es lo más rápido y seguro. He dudado un poco a la hora de elegir la ropa ya que el tiempo es malo, pero se espera mejora. Al final he optado por darle caña a los pantalones largos Trango Russel probándolos en un ambiente cerca de su límite de confort. Son algo finos para estar con viento y nubes bajas, y comienzo con las piernas frescas, pero al poco de subir tengo temperatura de confort llegando algo justo de temperatura, pero sin llegar al límite en la cima con un fuerte viento y temperaturas bajo de cero.

Desde la Bola podemos dirigirnos a casi todas las orientaciones con sus correspondientes bajadas. Valdesquí está muy cerca y en temporada puede tener nieve dura y seguir encontrando zonas de acumulación en la vertiente contraria para todo aquel que quiera subirse con sus piernas.

Tenemos muy poca visibilidad y el viento ha movido mucho la nieve. Ajusto bien las polainas integradas en los pantalones e intento cerrar todo lo que puedo las cremalleras de los tobillos. Bajamos con nieve más que aceptable hasta el cruce de los dos arroyos por el Ventisquero de la Condesa y mientras ponemos pieles de nuevo aparece tímidamente el sol.

Tenía mis reparos mientras quitábamos pieles a cerca del comportamiento bajando de los pantalones, pero el Gore-tex Infinium funciona perfectamente y no sentí frío al bajar sin sol.

Una vez cambiadas pieles, y disfrutado el momento con ligeros claros, toca volver a subir. Al estar al resguardo del viento los pantalones comienzan a darme más calor y como soy de “pierna caliente” hago la mayor parte de la subida de la loma de Valdemartín con las cremalleras laterales a medio bajar hasta que llegamos a la cima donde de nuevo está cerrado y feo. “Cierro escotillas” y mano de santo.

La pala este de Valdemartín tiene un pacto con el Diablo y suele estar casi siempre en buenas condiciones cuando hay nieve. Hoy se cumple, pero nos llevamos un sabor agridulce ya que al realizar el cambio de pieles se despeja el día regalándonos unas vistas espectaculares. Tanto es así que repetimos bajada para disfrutar de los rayos de sol.

Es entonces cuando los pantalones están en su mejor momento. Aunque en la cima con mal tiempo se han portado, si la actividad no es muy intensa, mejor unas mallas térmicas debajo.

Van casi 1.000 metros de desnivel y tenemos que emprender regreso. No llegamos hasta la cima y bajamos por la pala sur de Valdemartín siguiendo el cauce del arroyo de nuevo hasta el cruce.

El día está despejado con alguna nube baja ocasional y remontamos hasta el Alto de Guarramillas con las piernas ya cargadas para hacer cima con la nube baja de nuevo estorbando.

Parte del grupo opta por la seguridad de las pistas para bajar al coche, pero Ramón y yo arriesgamos bajando por el tubo suroeste que forma el arroyo de Peña Cabrita, y la montaña nos recompensa con la mejor acumulación de nieve en una pala y toda para nosotros.

Con más nieve se puede bajar bastante más, pero es noviembre y solo ha nevado una semana, así que sigo el buen instinto de Ramón y conseguimos llegar sin calzarnos focas hasta el cruce de Cabrillas, y de ahí al puerto. Este último tramo se suele hacer bajando por las pistas de la estación, pero le daba un punto más “salvaje” al final de la ruta.

Sin duda, un estupendo día de esquí de montaña realizando algunas de las bajadas más repetidas de la zona, pero no por ello menos gratificantes, con buenos compañeros que han aguantado estoicamente mis charlas al tiempo que parábamos a hacer fotos.

Gracias a David y Miguel por esas fotos que con mal tiempo cuesta pararse para sacarlas.

Mapa y perfil de la ruta:

Datos de la ruta

Distancia: 17 kilómetros.

Desnivel positivo: 1.550 metros.

Número de cambio de pieles: 5.

Pendiente: 20 grados.

Orientación: Sures principalmente.

Dificultad: Técnica fácil. Física alta.

Equipamiento: APS. Crampones y piolet recomendable ya que las condiciones en la zona varían mucho en cuestión de horas.

Inicio: Parking de Navacerrada.

Actividad guiada: Si estás interesado en esta o en otra actividad similar, no dudes en ponerte en contacto con Guías Campobase, quienes harán de tu salida una experiencia segura y única.