Teniendo en cuenta que cuando los hermanos alaveses llegan a Huaraz, capital de la Cordillera Blanca, a 3.000 metros de altura, lo hacen desde el nivel del mar, y que venían de hacer un trabajo en Mallorca 48 horas antes, pasando un día después por su ciudad natal Vitoria-Gasteiz donde ultimaron los preparativos antes de embarcarse directamente para tierras andinas, estaba claro que el proceso de aclimatación sería clave para poder acometer con garantías cualquiera de sus objetivos. Y así ha sido...
Toda la situación generada por el Covid han hecho que solo una semana antes se decidieran por este viaje, cuando ya una vez vacunados, pensaron que podrían partir con ciertas garantías. Pero lo cierto es que no era lo ideal, ya que si hubiesen podido ascender a mayores cotas antes de salir, eso habría facilitado mucho el arduo proceso de adaptación a la altura.
En esta ocasión, su campo base se sitúa a 3.300 metros, en uno de los barrios altos de la capital de la provincia de Ancash. Desde ah, y a las 24 horas de llegar, deciden acometer su primer objetivo, que no ha sido otro que el ascenso al Nevado Mateo de 5.120 metros, una ascensión perseguida por los andinistas que se acercan a la cordillera por ser uno de los cincomiles más accesibles desde la ciudad. La ascensión la realizan en compañía del peruano Micher Quito y de la argentina Luciana Juárez.
“Nos ha hecho mucha ilusión la llegada de los Pou. Además de ser muy buenos amigos, y un referente indiscutible en el mundo de la montaña, nos pueden ayudar mucho a activar el sector montañero y atraer turistas. Llevamos año y medio malviviendo de lo que buenamente podemos…”, nos cuentan esta famosa pareja que regentan en Huaraz la agencia de guías de montaña y alquiler de material “Andean Kingdom”.
A pesar de ser una ascensión teóricamente sencilla para los alaveses, los rigores de la altura se hacen notar…“Tenemos que mantener un ritmo mucho más tranquilo del que llevaríamos en casa, y a pesar de todo, nos vemos obligados a pararnos con asiduidad por culpa de los jadeos”, nos desvelan los Pou que ya han pasado por situaciones similares en expediciones anteriores. Pero tirando de ganas y fortaleza, apenas 24 horas después de llegar a los Andes, se plantan a 5.120 metros y se abrazan llenos de alegría a sus dos amigos sudamericanos: “Después de la travesía en el desierto que ha supuesto el último año y medio, en el que no hemos podido viajar, y por lo tanto, realizar nuestro trabajo como lo hacemos siempre, vernos con los brazos en alto y celebrando con una sonrisa la llegada del aire puro a nuestros pulmones, ha sido una situación de indescriptible felicidad”, nos aseguran los vascos.
Tras descansar un solo día, y nuevamente en compañía de Micher Quito, Luciana Juárez, Gustavo Llanos y Cesar Vicuña, que también se sumaron a la aventura, los Pou se dirigen a su segundo nevado, con vistas a continuar con su proceso de aclimatación. Esta vez el elegido es el Vallunaraju (la terminación “Raju” tan típica de las montañas de la cordillera andina quiere decir “Nevado”), un pico claramente visible desde la capital, y que alcanza la nada desdeñable altura de 5.686 metros.
“Probablemente esta montaña era demasiado grande para acometerla solo 48 horas después de llegar a Huaraz, pero estábamos con muchas ganas, y además teníamos la oportunidad de hacerla en buena compañía”, nos afirman los Pou, a sabiendas de que nunca las cosas vienen como a uno le gustaría en cada momento.
“Iniciamos la ascensión desde la quebrada de Yaka. Nos echamos a descansar en nuestras tiendas a las 18:00 pm, el despertador sonó a las 00:00, y debido a la altura (4.300 metros), y a la falta de aclimatación, no conseguimos dormir nada. Tras desayunar y prepararnos, a la 1:00 de la madrugada comenzamos a caminar con la noche estrellada y 10º bajo cero... Seis horas y media después, con las primeras luces del día, y tras haber caminado toda la noche a 15º bajo cero, llegamos a la cumbre en compañía de César. Poco después lo haría Gustavo. Luciana y Micher se tuvieron que dar la vuelta muy cerca de la cumbre. La primera sufrió un inicio de edema cerebral, cuando empezó a ver doble, se mareaba y no conseguía articular las palabras que le dictaba el cerebro. Como en estos casos lo mejor es perder altura, tomaron la decisión más acertada, y unas pocas horas después estaban en el punto de partida en perfectas condiciones. Para nosotros tampoco fue fácil, llegamos justitos de fuerzas y aclimatación a la cumbre. Yo un poco peor, porque al igual que Luciana, hice gran parte de la ascensión viendo la cuerda que me unía a mi hermano doble, ¡cuando era solo una!, y a ratos me mareaba por la falta de aire…”, nos cuenta Eneko para ponernos en situación de lo dura que puede ser una ascensión de este tipo.
Pero allí estaban los hermanos, en la cumbre del Vallunaraju, a pesar de todos los inconvenientes.
Con estas dos ascensiones los Pou dan por finalizada la fase de adaptación a la altura, y aunque todavía les quedan muchos días para sentirse como en casa, su idea es empezar a estudiar la apertura de alguna nueva ruta, que al fin y al cabo, es su verdadero objetivo.