Hace ya más de diez años, mi amigo Salvador Martínez me pidió que le ayudase a poner en marcha una publicación de montaña con otro punto de vista. Una revista de gran público, apta para aquellos que solo les gusta pasear por el monte con sus hijos, pero tan precisa y completa que interesase también a esos valientes que se atreven con el K2. Unas páginas, las de Campobase, que sirviesen para acercar el montañismo a todos los públicos, sin elitismo pero con rigor.
Después de ayudar con el planillo, con la definición de secciones y con algunos asuntos de fontanería periodística más, dejé Campobase en buenas manos, en las de Salvador. En estos años me he dedicado a muchas otras cosas y he tenido muy poco contacto con el alpinismo; el montañero del que más escribo últimamente duerme en Soto del Real y se llama Luis Bárcenas.
Nunca he perdido el contacto con Salva que, además de ser uno de mis mejores amigos, es también el responsable del lema de mi blog, escolar.net. “En aquel momento parecía una buena idea” es una frase de película –sale en Los Siete Magníficos–, pero al primero que se la escuché fue a él. Pero dejé de tener tiempo para dedicar a esta revista y otros proyectos periodísticos me alejaron de Campobase; una revista con la que ahora, una década más tarde, me vuelvo a encontrar.
Desde hace unos días, Campobase ha movido su web a las páginas de eldiario.es, el periódico digital del que ahora soy director. Campobase mantiene su independencia editorial, pero su versión digital estará alojada dentro del dominio de eldiario.es.
Regreso al campo base, a mi Campobase, con la ilusión de que los lectores de eldiario.es puedan disfrutar de su información, y con la seguridad de que los habituales de Campobase también aprovecharán todas las ventajas de la nueva web, que estará mucho más actualizada que la anterior. La dirección de la página sigue siendo la misma: campobase.es. El espíritu también es el de siempre. Y tanto Salva como yo esperamos que todos esos cambios sean, como siempre, a mejor. Hace diez años nos parecía una buena idea y sin duda teníamos razón.
(Texto íntegro del Editorial de Ignacio Escolar del número 123 de julio-agosto de Campobase)