Ruta por el bosque de la Herrería

Por: Ismael Ordóñez García

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Aunque hemos tenido unas nevadas caprichosas tempranas en la Sierra de Guadarrama, le ha seguido un periodo de lluvias que nos ha devuelto a la realidad de la estación en la que realmente estamos, es decir, otoño.

Y un lugar cercano a la ciudad de Madrid, con un agradable paseo y un precioso entorno otoñal, es, sin duda, el bosque de la Herrería, un bonito espacio natural al noroeste de San Lorenzo de El Escorial.

El tiempo amenaza lluvia y fresco a primera hora, aunque es incierta su evolución y opto por llevarme el Trangoworld Soho Complet, ya que me permitirá afrontar tanto la ruta si hace bueno, como protegerme de la lluvia con el Paclite si cambia la previsión y termina lloviendo.

Se puede visitar esta zona en cualquier época del año, y sus robles y fresnos nos invitan a perdernos por sus innumerables senderos, pero mi época preferida es el otoño, y a ser posible por la tarde o a primera hora de la mañana que es cuando los rayos de sol inciden tumbados arrancando unos colores preciosos a las hojas de los robles.

Se accede por la M-505 en dirección a Robledo de Chavela, y está bien indicado. Se puede aparcar a ambos lados de la carretera, pero hay más plazas y se molesta menos en la zona que linda con los Jardines del Príncipe y el campo de golf, ya que la carretera que sube a la ermita es estrecha y se llena de la gente que quiere subir en coche hasta los pies de la silla.

Se trata de una ruta sencilla que podemos disfrutar agradablemente en familia y con niños pequeños ya que recorreremos unos 5 kilómetros y algo menos de 200 metros de desnivel en todo el recorrido.

Está balizada la senda ecológica que nos irá ilustrando con la riqueza de las plantas y árboles de la zona, pero también es la zona más transitada y, en fin de semana, las zonas de las inmediaciones de la silla de Felipe 2, así como el camino principal de la senda ecológica está muy concurrido de gente, al tiempo que los senderitos que van recorriendo el bosque quedan casi vacíos para los que gustamos de evitar las multitudes.

Si podemos ir entre semana encontraremos un lugar diferente, casi totalmente solitario y con posibilidad de disfrutar de la fauna que le dio fama como coto de caza en tiempos de Felipe II.

Si desde el parking dirigimos nuestros pasos a la ermita y bordeamos el robledal por la tapia recorreremos una serie de estrechos y solitarios senderos que se pueden realizar también en bicicleta hasta llegar a la fuente de la Reina y su cercana cueva del Oso.

Tanto en la parte superior como la inferior hay mesas y merenderos desperdigados. Cuanto más cerca a la ermita más masificados.

Merece la pena deambular y dejarse guiar por el instinto siguiendo senderos ya que las posibilidades de pérdida son pequeñas y descubriremos numerosas formaciones rocosas donde se practica búlder.

Aunque comenzamos la marcha con el Paclite y cuatro gotas, al poco se despejó totalmente dejando paso a un sol radiante que nos acompañaría el resto de la jornada.

La chaqueta de fibra de Primaloft, con una camiseta interior térmica como único acompañamiento, me permitió disfrutar de una temperatura de 3º soleados sin sensación de frío, y aún cargado con la mochila de la peque de la familia iba cómodo.

Entre admirar las diferentes vistas, visitar la fuente de la Reina y la cueva del Oso, aprovechamos para comer algo tranquilamente al sol en una mesita alejada del recorrido clásico y completamos la ronda con la correspondiente foto en el bloque de granito que conforma la “silla de Felipe II”.

En fin de semana, habrá horas en las que hay que pedir la vez para poder sentarse, mientras que hay numerosas formaciones rocosas desperdigadas por la ruta en las que tendremos unas vistas iguales o mejores, pero en total soledad.

Si hemos calculado bien el tiempo y comienza a caer el sol, el bosque se transforma con unas luces naranjas que en otoño cobran su mayor esplendor y tendremos un estupendo atardecer al tiempo que obtendremos bonitas vistas del monasterio de El Escorial, enclave muy recomendable para completar el día, bien visitándolo antes, o después del robledal de la Herrería.

Es una ruta muy recomendable para pasar una agradable tarde o mañana en familia, sin prisas y disfrutando de la zona. Se puede ampliar sin problema subiendo a las machotas donde hay una pequeña zona de escalada, realizando búlder en sus bloques, o pedaleando por sus senderos.