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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

“Partir‌ ‌o‌ ‌morir”,‌ ‌los‌ ‌cayucos‌ ‌de‌ ‌colores‌ ‌de‌ ‌Senegal‌ ‌vuelven‌ ‌a‌ ‌Canarias‌ ‌

Las Palmas de Gran Canaria —

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Los intensos colores del cayuco ponían algo de luz al incierto viaje por mar que Ousmane emprendió hacia Europa una noche de jueves de 2006. Partió de Saint Louis, la ciudad pesquera de referencia en Senegal a la que él bautizó entonces como la “capital de la inmigración clandestina”. Su imponente y descuidada arquitectura colonial, levantada en torno a la desembocadura del río Senegal en la frontera con Mauritania, cobijó en el año de la crisis de los cayucos la salida de cientos de barcazas en las que arriesgaron la vida al menos 15.000 africanos rumbo a Canarias, que recibió en sus costas a 31.678 migrantes. Catorce años después, una embarcación de las mismas características llegó este viernes al puerto de Los Cristianos, en Tenerife, con 194 personas a bordo, el número más alto de inmigrantes localizados en una misma embarcación en 2020. La creciente llegada de cayucos al Archipiélago desde Senegal ha puesto en alerta a las autoridades, que sugieren que pueden haberse reactivado las salidas desde este país de África Occidental.  

Desde junio, la mayor parte de los trayectos partían de Marruecos y del Sáhara Occidental. Sin embargo, a partir de octubre los reconocibles cayucos multicolores han comenzado a llegar con más asiduidad. El día 9, cuatro de ellos transportaron a 423 ocupantes hacia Tenerife. Fuentes del sector pesquero explican que una de las razones que lleva a los senegaleses a partir en esta época del año es el paro biológico en la pesca artesanal, una medida que se toma para que los peces se puedan reproducir y así no acabar con los caladeros. “No se puede aguantar un mes y medio sin pesca”. Esta restricción se prolonga hasta finales de noviembre. Según el estudio Nuevas dinámicas migratorias de Senegal, elaborado por la Organización Internacional de Migraciones del país, este parón provoca no solo el desplazamiento de los pescadores de Saint Louis hacia el exterior, sino también hacia Mauritania. En el caso de quienes se desplazan hacia Canarias, el destino principal es Tenerife, “que se alcanza en general después de cuatro días de viaje por mar”. 

La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha identificado el incremento en la llegada de personas afectadas económicamente por la pandemia provocada por la COVID-19 en sus países de origen. Es el caso principalmente de los migrantes procedentes de Senegal y de Marruecos que en su país eran guías, taxistas o vendedores ambulantes y que “se han arruinado con la pérdida del turismo”, tal y como explica la ONG

Una de las características de la preparación del viaje en Senegal es la participación conjunta de los migrantes, que contribuyen fabricando la embarcación en comunidad distribuyendo las funciones: recoger el dinero, conducir la embarcación, construir el barco, o ayudar con el equipaje, según la OIM.

La insuficiencia alimentaria y la falta de cobertura de las necesidades básicas por la precariedad de los empleos son otras de las causas citadas por la OIM. Estos fueron los motivos que empujaron a Ousmane que, al igual que muchos de sus compatriotas, creció con una filosofía y un propósito: Barça ou barzakh. En wolof, su lengua nativa, significa “partir o morir”, haciendo referencia a España como destino por el nombre de uno de los equipos de fútbol más admirados entre la población de Senegal. El joven explica que las salidas no solo se producen desde Saint Louis, sino también desde la ciudad de pescadores de Soumbédioune en Dakar. La presión familiar y psicosocial también es determinante al tomar la decisión de partir, según la OIM. Un factor intensificado por internet, que traslada imágenes de Europa Occidental que “permiten convencer fácilmente a los migrantes de que podrán encontrar trabajo y ganar dinero rápidamente”. 

Ousmane pasó “hambre y sed” durante la travesía, y vio morir a algunos de sus amigos en el barco a causa de la fatiga. Viajó junto a 50 personas más, a pesar de que el espacio era para 30. Pocas semanas después de haber alcanzado Canarias, el Ministerio del Interior expulsó a Ousmane a Senegal. En la actualidad, al menos diez personas correrán su misma suerte, ya que el Centro de Internamiento de Extranjeros de Barranco Seco, en Gran Canaria, encierra ya a diez personas senegalesas después de su reapertura tras ser desalojado y cerrado con el estallido de la pandemia en marzo. 

Según el informe de la OIM, un 84% de los migrantes perciben el regreso a su país como un fracaso. Para el resto de los retornados, la expulsión es una forma de encontrar “otros horizontes y tomar conciencia de los riesgos” de la ruta. En el caso de las familias, la reacción ante el regreso difiere en función de las regiones. En Saint Louis, un 45% de las familias consultadas se mostraron alegres del regreso. Pero en Thiès, una de las regiones más humildes del país, esta cifra cae a un 30%. 

Ousmane asegura que quiere volver a llegar a Europa, pero no por mar. “Quiero hacerlo por la vía legal encontrando un visado”. “La elección de la migración irregular resulta del difícil acceso a un visado y a vías de viaje legales”, explica el informe de la OIM. Según los datos de este organismo, un 55% de los migrantes senegaleses expulsados solo intenta llegar a Europa en una ocasión, al conocer los riesgos de la travesía. Este mismo viernes se produjo una tragedia en un cayuco en las costas de Senegal. Más de cien personas desaparecieron tras una serie de explosiones en la embarcación, que navegaba a 80 kilómetros de la ciudad de Mbour con dirección a Canarias. Otros 59 migrantes, entre ellos seis menores, fueron rescatados y trasladados a una base naval de Dakar.

Un 31% emprende el viaje dos veces, un 11%, tres, y un 3% ha tratado de alcanzar el continente más de cuatro veces. La mayor parte de las personas que emigran del país tiene entre 15 y 58 años. A pesar de que en 2006 los flujos migratorios estaban masculinizados por completo, una de las grandes novedades de la actual crisis migratoria es la presencia de mujeres y niños.

Punto de paso

La experiencia de 2006 reveló que Senegal no solo concentra a migrantes nacionales, sino que también se convierte en el punto de paso de las personas que emigran desde otros países del continente, como Malí, que en la actualidad permanece sumido en una guerra. Desde hace unas semanas, varios jóvenes malienses son acogidos al sur de Gran Canaria tras haber llegado en cayuco desde Senegal. En una entrevista con elDiario.es, recordaron su trayecto de seis días en el océano, en una embarcación sin comida ni bebida suficientes en la que no podían moverse. “Durante la noche había muchas olas y comíamos galletas”, recuerda Soungalo. 

El técnico de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y periodista, Txema Santana, explicó en una entrevista concedida a esta redacción que los agentes transnacionales e internacionales que han estado presentes en las Islas en los últimos meses, así como también en Mauritania o Malí, están “preocupados” ante la posibilidad de que las Islas absorban la inestabilidad del Sahel. “Si esto es así, 2020 será solo un calentamiento de lo que pasará en 2021. En este sentido, las decisiones políticas influirán directamente en lo que ocurra”, adelantó.

El periodista José Naranjo en su libro Cayucos, publicado ese mismo año, explica además cómo el país, presidido entonces por Abdoulaye Wade, aprovechó la intención de sus jóvenes de emigrar como instrumento político. Tomando el ejemplo de países del norte como Marruecos o Mauritania, que obtenían fondos europeos para controlar los flujos. En septiembre, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, viajó en compañía de la comisaria europea Yves Johansson con el fin de abordar la cuestión migratoria. Pocos días después de su viaje, se reactivó la maquinaria de expulsiones del Ministerio con la reapertura de los CIE de toda España. El 6 de noviembre, ambos visitarán Canarias para “reforzar la gestión migratoria en colaboración con las autoridades locales”. 

Para Santana, la estrategia que está siguiendo España es “vender la imagen de un país expulsador”. Un plan reforzado por las escasas derivaciones a la Península y el bloqueo en el Archipiélago de migrantes que quieren continuar sus proyectos migratorios. A pesar de que sí se están produciendo traslados, se desconoce el número exacto y el porcentaje que suponen. En mitad de la crisis migratoria, el delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana, reconoció que de las derivaciones “no se habla porque puede generar un efecto llamada, obviamente”. 

Los intensos colores del cayuco ponían algo de luz al incierto viaje por mar que Ousmane emprendió hacia Europa una noche de jueves de 2006. Partió de Saint Louis, la ciudad pesquera de referencia en Senegal a la que él bautizó entonces como la “capital de la inmigración clandestina”. Su imponente y descuidada arquitectura colonial, levantada en torno a la desembocadura del río Senegal en la frontera con Mauritania, cobijó en el año de la crisis de los cayucos la salida de cientos de barcazas en las que arriesgaron la vida al menos 15.000 africanos rumbo a Canarias, que recibió en sus costas a 31.678 migrantes. Catorce años después, una embarcación de las mismas características llegó este viernes al puerto de Los Cristianos, en Tenerife, con 194 personas a bordo, el número más alto de inmigrantes localizados en una misma embarcación en 2020. La creciente llegada de cayucos al Archipiélago desde Senegal ha puesto en alerta a las autoridades, que sugieren que pueden haberse reactivado las salidas desde este país de África Occidental.  

Desde junio, la mayor parte de los trayectos partían de Marruecos y del Sáhara Occidental. Sin embargo, a partir de octubre los reconocibles cayucos multicolores han comenzado a llegar con más asiduidad. El día 9, cuatro de ellos transportaron a 423 ocupantes hacia Tenerife. Fuentes del sector pesquero explican que una de las razones que lleva a los senegaleses a partir en esta época del año es el paro biológico en la pesca artesanal, una medida que se toma para que los peces se puedan reproducir y así no acabar con los caladeros. “No se puede aguantar un mes y medio sin pesca”. Esta restricción se prolonga hasta finales de noviembre. Según el estudio Nuevas dinámicas migratorias de Senegal, elaborado por la Organización Internacional de Migraciones del país, este parón provoca no solo el desplazamiento de los pescadores de Saint Louis hacia el exterior, sino también hacia Mauritania. En el caso de quienes se desplazan hacia Canarias, el destino principal es Tenerife, “que se alcanza en general después de cuatro días de viaje por mar”.