Benito Joanet Jiménez (Barcelona, 1935-Alicante, 2020) fue contratado como entrenador del Tenerife el 28 de mayo de 1988. Tres días antes, con la liga recién finalizada, tras consumarse el descenso del Hércules a Segunda División B, había sido destituido en el conjunto alicantino, con el que le restaba una temporada más de contrato. Con una plantilla diseñada para ascender a Primera División, el Hércules se había complicado la existencia desde el principio y la llegada de Joanet, con el curso empezado, no evitó la caída al pozo. Un descenso no es, sin duda, el mejor antecedente para encontrar trabajo en un mercado como el de los entrenadores de fútbol, escenario en el que la oferta supera por mucho a la demanda. Y el destino, el Tenerife, tampoco era el lugar más acogedor para el preparador, pues en la directiva empezaban a producirse las primeras deserciones de la 'era Pérez'.
Sin embargo, una recomendación expresa del entonces secretario técnico, José Antonio Barrios, así como su insistencia posterior, acabó por convencer al presidente blanquiazul. Barrios lo conocía porque había coincidido con él en el Hércules durante cuatro temporadas, cuando 'el Tigre' era futbolista y Joanet ejerció primero como ayudante de Arsenio Iglesias y luego como primer entrenador. Era una apuesta arriesgada la de Barrios. Y la de Pérez. Es verdad que el preparador catalán tenía en su palmarés dos ascensos a Primera División con Castellón y Cádiz, pero sus últimas temporadas en Mallorca, Castellón o Hércules se habían saldado con decepciones. Y además, no era el favorito de la afición, que suspiraba por el regreso de Héctor Núñez o por el fichaje de Paquito, que había llevado al modestísimo Figueras a pelear por el ascenso a Primera División.
El comentario mayoritario fue el habitual en estos casos: “Eso no es entrenador p'al Tenerife”. En todo caso, para el poco ambicioso objetivo de la permanencia, hasta podía valer. El verano no modificó el objetivo. Los fichajes no generaron excesiva ilusión y la pretemporada, que incluyó una derrota ante el Marino en la final del Trofeo Teide, alimentó un pesimismo que se confirmó en el estreno liguero, saldado con derrota como local ante el recién ascendido Salamanca. El triunfo en el derbi canario ante Las Palmas le mantuvo en el cargo un par de semanas más. Pero la inmediata derrota en el Heliodoro ante el Recreativo estuvo a punto de costarle el cese. Y en aquel momento, aunque nadie lo reconocerá ahora, no tenía el apoyo unánime de la plantilla. Luego, lo adoraron. Y a aquellos jugadores los convirtió en una familia. En la suya, en la del 'tío Benito'.
Y así, con un vestuario irrepetible y un liderazgo silencioso, aquel Tenerife 88-89 logró un ascenso impensable. Hoy, tres décadas después, muchos de aquellos jugadores estarían dispuestos a partirse la cara por él. Pero aquel ascenso se empezó a fabricar en mayo de 1988, cuando Barrios y Pérez hicieron una arriesgada apuesta por un técnico que vino con el cartel de perdedor e hizo méritos para ser conocido como 'Bendito' Joanet.
(*) Capítulo del libro ‘El CD Tenerife en 366 historias. Relatos de un siglo’, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.