Cristo Marrero, capitán del Tenerife a quien el club le ha comunicado que no le renovará el contrato, afirmó este viernes que cuando finalice la temporada, este domingo tras el partido contra el Castellón, se irá “a gusto” a su casa porque ha “cumplido un sueño”.
El carismático jugador blanquiazul ofreció una rueda de prensa a modo de despedida en la que se deshizo en agradecimientos a todos los que le han apoyado durante su estancia en el Tenerife, y como último deseo le pidió a sus compañeros “que disfruten mucho en Primera y que lleven a mi equipo lo más lejos posible”.
Explicó que su marcha se debe a que “el club y yo hemos creído que ha terminado un ciclo” y se congratuló de poder decir adiós en una temporada que “ha sido de lo más bonito de mi vida”.
Con lágrimas en los ojos, Cristo agradeció el apoyo recibido por jugadores, técnicos y cuerpo médico, que le acompañaron en la sala de prensa del Centro Insular de Atletismo y que le ovacionaron y aplaudieron en los momentos en los que más difícil se le hizo contener tantas emociones.
Cristo dijo ser un privilegiado por haber “tenido la oportunidad de vestir la camiseta que siempre quise desde pequeño” y se acordó en ese preciso instante de dos entrenadores, Julio Durán, quien aconsejó su fichaje por el Tenerife B, y David Amaral, quien le dio la oportunidad de debutar con el primer equipo.
Los primeros en la lista de agradecimientos fueron sus familiares y en especial su hermano Juanito y su sobrina María, ambos fallecidos, y a sus actuales compañeros de vestuario, sobre todo a Nino y a Ayoze.
Hizo extensivo su mensaje a la afición por su “cariño desde el primer día” y en general a todos los colectivos sociales que le pidieron su presencia para apoyar una causa o simplemente para transmitirles el sentimiento blanquiazul.
Y por último se acordó del presidente del Tenerife, Miguel Concepción, “por cumplir su palabra de que el equipo ascendería” a la Primera División.