Juan Manuel Rodríguez cumplía este lunes 100 días como máximo responsable técnico de la UD Las Palmas. La llegada del preparador grancanario, que el 28 de octubre de 2007 sustituía a Juanito en el banquillo insular, ha sido un auténtico revulsivo para un equipo, por ese entonces, moribundo, colista de la Liga BBVA e incapaz de estimular, tanto por resultados, sensaciones o juego, la pasión de los aficionados amarillos por sus colores.
Juan Manuel Rodríguez tenía una espina clavada y no rechazó la ocasión que le brindó el club para dirigir al conjunto amarillo por segunda vez en su carrera. El entrenador de Las Alcaravaneras se cargaba a las espaldas una herencia misérrima. El tándem Juanito-Javier Vidales no dio nunca con la tecla y su aportación, tras la disputa de las diez primeras jornadas ligueras, fue más bien escasa: sólo había sumado cinco de los 30 puntos posibles.
Sin embargo, el efecto Rodríguez tardó en dejarse ver. Cuando el nuevo técnico cogió las riendas de la Unión Deportiva, ésta era colista, a tres puntos de la zona de salvación. En las tres jornadas posteriores, ante el Tenerife (2-2); Salamanca (1-2) y Alavés (3-1), los amarillos sólo fueron capaces de sumar un empate, unos guarismos que hicieron saltar todas las alarmas al situarse el cuadro insular a nueve puntos de distancia de los puestos que otorgan la permanencia.
Tras el tropiezo en Vitoria ante el Alavés (3-1), creció el pesimismo, pero aún quedaron fuerzas para agarrarse a la esperanza de revertir una dinámica nefasta.
Paciencia, coraje y búsqueda del equilibrio
“Nosotros aún estamos con posibilidades de salvarnos. Para llorar, que llore Inglaterra, que ya ha perdido la oportunidad de clasificarse para la Eurocopa. No queremos que llegue para nosotros el día en que tengamos que lamentarnos y vamos a ponerlo todo para que esto sea lo que suceda. Ya sabíamos que íbamos a tener problemas pero si se cae la bandera hay que cogerla siempre y yo lo voy a hacer con mi equipo”. Estas palabras las pronunció el preparador grancanario poco antes de la jornada 14, en la antesala al encuentro frente al Córdoba y comienzo de la reacción amarilla (3-1).
Juan Manuel Rodríguez, siempre fiel a sus ideales, y supersticioso por naturaleza, tenía plena confianza en reconducir una situación calificada como crítica. Para ello apeló a una receta que le está dando los resultados apetecidos.
El primer paso del técnico insular fue el de pedir paciencia, al entorno y a sus propios jugadores. Trabajar en un ambiente enrarecido multiplicaba el margen de opciones para recaer en los mismos errores, aumentarlos, y, si cabe, la imposibilidad de desprenderse de viejos vicios.
Exigió e hizo ver a los actores principales que defender el escudo de la UD Las Palmas es una gran responsabilidad, no sólo un deber exclusivo para los canteranos, inculcando, a su vez, que los que lucen los colores amarillos son sólo unos pocos privilegiados.
Demandó coraje a la hora de saltar el terreno de juego y, de otro lado, cortó de tajo cualquier idea de que el amiguismo tuviera vigas dentro de la entidad en donde sostenerse.
Buscó el equilibrio objetivo de la plantilla, pidiendo refuerzos en posiciones en donde realmente había que apuntalarlas. La zona más sangrante era la defensa, y , de momento, se ha cortado la hemorragia (tres tantos en contra en los últimos seis partidos), ésa que tanto daño hizo al comienzo del ejercicio.
Además, dispuso de un abanico de planteamientos para utilizarlos según considerara oportuno, con un considerable conocimiento de los puntos fuertes y débiles del rival, aportando, sin miedo al que dirán, variantes de protagonistas en diferentes zonas del campo.
Desde la llegada de Rodríguez, los amarillos ofrecen un mejor trato a la pelota, renunciando al abuso del patadón. El portero tiene la orden, cuando no es necesario, de iniciar el juego desde la defensa. Los centrocampistas asumen galones y las alas se han convertido en armas fiables a la hora de crear jugadas de peligro. Todo ello lo agradece el público canario, amante del buen fútbol.
El deseo de Juan Manuel Rodríguez no es otro que su estadio registre el máximo de afluencia de espectadores, y, granito a granito, ha aportado ayuda para que este incremento sea todo una realidad.
Con frases como “la grada también juega” o “si estamos todos juntos haremos que el puño sea más fuerte” ha conseguido motivar a una hinchada dormida, frustrada ante tanta decepción.
Llega 2008 con un saco de alegrías
El comienzo del año 2008 trajo consigo una bocanada de aire fresco. Tres victorias consecutivas que aliviaron los males clasificatorios de la Unión Deportiva (1-0, con el Elche; 0-3 ante el Xerez y 2-1 frente al Albacete).
El equipo amarillo, reforzado moralmente, también ha demostrado que está capacitado para encajar golpes. La derrota en el Estadio de Gran Canaria ante el Numancia, líder y único equipo que siempre ha sumado lejos de su feudo, fue un varapalo.
El recinto de Siete Palmas se había vestido de gala (18.032 espectadores) para tumbar al indomable conjunto soriano. Fukuda, en la prolongación, pudo igualar la contienda desde el punto de penalti, pero, en esta ocasión, la diosa Fortuna dio la espalda a los insulares (1-2).
La Unión Deportiva, en la pasada jornada, reparó el daño. Viajó a Gijón con lo puesto, noqueó al Sporting y dio muestras de que la plantilla tiene talento y profundidad.