20 años del final de la presidencia de Javier Pérez

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —

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La junta general extraordinaria del CD Tenerife SAD eligió el 30 de diciembre de 2002 al grupo liderado por Víctor Pérez Ascanio como nuevo consejo de administración de la entidad para el quinquenio 2002-2007. Lo hizo después de que su plancha obtuviera (tras unirse a la liderada por Quico Cabrera) el apoyo de 17.148 acciones, el 68,55% del capital representado en la asamblea celebrada en la sede central de CajaCanarias. El anterior presidente, Javier Pérez, presentó 7.869 acciones en una cita en la finalmente estuvieron representadas 25.017 acciones, lo que suponía un 64,24% del capital social de la entidad. Hasta aquí los números.

Ahora, vayamos con los nombres. Porque como consecuencia de la votación, Pérez Ascanio, ingeniero de minas de 60 años de edad y director del Área de Servicios Técnicos del Ayuntamiento de La Laguna, fue investido presidente del consejo de administración del Tenerife. Su equipo en el máximo órgano rector del club lo componían inicialmente las siguientes personas: José Francisco Cabrera (vicepresidente), Fernando Díaz-Llanos (secretario), Nicolás Pérez Álvarez, Juan Vicente Gaviño, Gorka López, María del Carmen Saavedra, Eduardo Chinea, José Ramos, Julio Luis Pérez y Julián Santos.

En tercer lugar es preciso recopilar algunas declaraciones del nuevo presidente. “No venimos con ánimo revanchista”, dijo Pérez Ascanio tras tomar posesión de su cargo minutos después de finalizar la junta general. “A partir de ahora vamos a hacer lo que hemos prometido: trabajar por el Tenerife. Seguro que los aficionados van a observar progreso en el club”, agregó. Y a su antecesor Javier Pérez le deseó “toda clase de bienes y prosperidad en su vida”. Además, al día siguiente, tras reunirse con el técnico, Ewald Lienen, afirmó que “la labor del entrenador es muy buena y tengo plena confianza en él y en su equipo para dirigir la plantilla”.

El cuarto párrafo se empleará para detallar algunas decisiones tomadas. La primera determinación, esa misma noche, fue cambiar la cerradura de la sede del club en el Callejón del Combate. La segunda, minutos después, despedir a algunos empleados. Y la tercera, en cuanto estuvieron abiertos los juzgados, interponer una querella criminal contra Javier Pérez y el anterior consejo de administración por presuntas irregularidades en su gestión. ¿Los motivos? “Rumores que se escuchan en la calle”. La demanda sería archivada, aunque Pérez no pudo celebrar en vida su inocencia. Ewald Lienen, en quien tenía “plena confianza”, duró tres partidos.

Analizar la caótica gestión de Víctor Pérez Ascanio y sus consejeros en este último párrafo es imposible por falta de espacio. Sí es obligado apuntar cuál fue su principal error: gobernar contra Javier Pérez y no a favor del Tenerife. A partir de error inicial, las deserciones entre los consejeros, la incapacidad para obtener recursos económicos, la indefinición en la parcela deportiva, la expulsión de los aficionados del Heliodoro o la desunión del propio consejo pasaron a un segundo plano.

(*) Capítulo del libro ‘El CD Tenerife en 366 historias’ de Luis Padilla y Juan Galarza