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30 años del fichaje de Jorge Solari por el CD Tenerife

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —

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“Mientras sea entrenador del Tenerife, prometo que no nos volverán a hacer seis goles”, dijo Jorge 'Indio' Solari en la sala de prensa del Nuevo Zorrilla. Fue el 13 de enero de 1991, tras caer por 6-2 ante el Valladolid en su debut como técnico blanquiazul. Y luego, con una amplia sonrisa, adornó su promesa con una extensa explicación: “Cuando me hice cargo de Independiente [de Avellaneda, su anterior club en Argentina], nos cobraron cinco goles y prometí que nunca nos volverían a marcar cinco en un mismo partido. Y nunca nos hicieron cinco”. Y luego sacó a relucir su curioso sentido del humor y su profundo acento de Rosario: “… y estéééééé, ahora han sido seis y tengo más fácil cumplir mi promesa”, cerró con una sonora carcajada.

Jorge Raúl Solari (Argentina, 1941) era un entrenador peculiar, mucho más próximo al bilardismo que el propio Bilardo, con el que coincidió como jugador en Estudiantes de la Plata. Y un personaje que implicaba a todos en la búsqueda del éxito común. Y no sólo al “plantel de jugadores”. También tenían que sumar “Figue [por Figueroa, el utillero], One [por Onésimo, el masajista], el cuerpo tééééécnico, la comisión directiiiiiva, el periodiiiiismo…”. Por ejemplo, a los medios de comunicación, en especial a los inalámbricos a pie de campo, les pedía que molestaran a los rivales “con preguntas capcioooooosas” y con “comentarios inoportuuuuuunos” antes del choque y que dejaran tranquilos a los futbolistas blanquiazules hasta el final del encuentro.

Decidido a cumplir su promesa tras el 6-2 de Valladolid, Solari modificó alineación y sistema en el siguiente choque en el Heliodoro ante el Burgos, entonces revelación del campeonato: dos derrotas en ocho salidas y once goles recibidos en 18 jornadas. El Tenerife recuperó la figura del líbero, que llevaba más de una década en desuso. Así, salió con un 5-4-1 en el que los dos laterales eran laterales y no 'carrileros': Manolo; Torrecilla, Llorente, Hierro, Toni, Revert; Toño, Redondo, Sabou (Luis Delgado, 83'), Quique Estebaranz; y Rommel. El encuentro fue infame porque el Burgos hizo su papel y el Tenerife se agrupó junto a su portero para lanzar pelotazos en busca de la cabeza de Rommel mientras Redondo veía sobrevolar ovnis sin poder intervenir en el juego.

Pero el Tenerife ganó con un penalti transformado por Quique. Poco después, Solari destrozó su chaqueta en un arrebato bilardista y se ganó el aprecio de la grada. Pero la acción tenía truco. Llegó a poco del final, mientras un Tenerife atenazado por el pánico y la clasificación, pues era antepenúltimo, defendía el exiguo 1-0 y ese murmullo tan peculiar del Heliodoro se adueñaba del ambiente. Cuando ya se oían los primeros silbidos, el 'Indio' se levantó del banquillo, se acercó a la línea de banda, se quitó la chaqueta (antediluviana, por cierto), la tiró al suelo, la pateó con saña y ordenó con gestos ostensibles a sus jugadores que salieran al ataque. Luego, sentado en el banquillo y sin ser visto, les instó a recular y a defender junto a Manolo.

Lo cierto es que, durante la 'era Solari', un total de 58 partidos oficiales, al Tenerife no le volvieron a meter seis goles. Y sólo el Barcelona (5-3) y el Sevilla (4-1) le marcaron más de tres.

(*) Capítulo del libro “El CD Tenerife en 366 historias”