Biografía
BiografíaGermán Dévora Ceballos (1943) nació en Las Palmas de Gran Canaria y es el máximo goleador de la historia de la UD Las Palmas. Formado en el Guanarteme y el Estrella Blanca, fue el líder del equipo juvenil de Las Palmas que se proclamó campeón de España en 1962. A los pocos meses debutó en el primer equipo en Segunda División y sería una de las referencias del conjunto amarillo durante 16 temporadas, 14 de ellas en Primera División, categoría en la que jugó 351 partidos. Retirado en 1978, pasó a formar parte del cuadro técnico de la UD, conjunto al que dirigiría en diferentes etapas, casi siempre como solución de emergencia. También entrenó con éxito al Gáldar.
El ‘omega’ canario
El ‘omega’ canarioEl Estadio Insular no aplaudió tantas veces y con tanta pasión a un futbolista como a Germán Dévora Ceballos. Y también es muy posible que el viejo recinto de Ciudad Jardín no recuerde mayores broncas que las destinadas a este futbolista “de una calidad técnica insuperable y que, como todos los genios, tenía dividida a la afición”. En cualquier caso, la autorizada voz de Martín Marrero, que lo tuvo 12 temporadas como compañero, es contundente a la hora de emitir una sentencia definitiva: “El maestro era un fenómeno”. Y es que, siendo poco más que un niño, Germán ya era el centro de atención en su barrio de Guanarteme. Allí peloteaba desde pequeño, unas veces en la calle, otras en la playa. Hasta que alguien, para dar mayor seriedad a aquellas pachangas entre vecinos, decidió fundar un equipo representativo del barrio: el Estrella Blanca.
“Nos encantaba jugar al fútbol y en cuanto teníamos un rato que pudiéramos aprovechar salíamos a jugar”, recuerda Germán, nacido el 16 de noviembre de 1943 y que a los 14 años recibió la irrechazable llamada de la UD Las Palmas. “Ya desde juvenil se veía que era un futbolista diferente”, recuerda otro contemporáneo suyo en la UD Las Palmas y en la selección como Paco Castellano. Así que muy pronto vio cumplido Germán su primer sueño: jugar en los filiales del equipo amarillo Y con aquella inigualable generación formada por Germán, Castellano, Óscar, Lolín o León, el maestro de Guanarteme alcanza el primer gran éxito de su carrera deportiva: el Campeonato de España se selecciones juveniles. En esa cita, disputada en Murcia, Germán y los diablillos amarillos dejan una profunda huella entre los ojeadores de los equipos rivales.
El FC Barcelona contacta con el jugador y con la UD para acordar su traspaso. “Creían que seguía siendo juvenil al año siguiente, pero ya había firmado mi ficha y no hubo nada que hacer”, recuerda Germán, que meses después ya debutaría en el primer equipo amarillo. Eso sí, no sólo deja huella en los técnicos y en sus compañeros. Sus rivales también recuerdan sus brillantes actuaciones como juvenil. “Nosotros, el Tenerife, teníamos ese año un equipazo y lo ganamos todo a nivel insular, pero Las Palmas nos metió cinco y Germán era, con mucho, el líder de aquel equipo”, recuerda Martín Marrero, que lo define ya en esa época como “el prototipo de futbolista canario, con una técnica exquisita, excelente remate, fenomenal juego de cabeza, excelente manejo con los dos pies… si lo llamaban el maestro es por algo. Hacía cosas increíbles”.
Poco tardó Germán en dar el salto al primer equipo y cumplir su segundo sueño: jugar en la UD Las Palmas. Fue el técnico palmero Rosendo Hernández, un adelantado a su época, el que le dio la alternativa ya en la primera jornada en Huelva, el 16 de septiembre de 1962. Aquel fue el primer partido de los más de cuatrocientos que disputó en competición liguera como amarillo, 351 de ellos en la Primera División. En su primera campaña como profesional, Germán hace 12 goles –el primero de ellos al Sevilla Atlético– y deja a la UD a un paso de un ascenso que se pierde en las jornadas finales al caer en el Insular (0-1) ante el Tenerife. “Era un jugador muy habilidoso, no demasiado rápido, pero con una facilidad para ver el fútbol que sólo la tienen los grandes jugadores”, resume Paco Castellano.
En su segundo año en la UD sí llega el ansiado ascenso a Primera División, con Vicente Dauder en el banquillo y Germán, que cumple su tercer sueño, hace 12 goles y es otra vez el máximo realizador amarillo. “Es que era un hombre que además de crear el fútbol tenía gol porque le pegaba bastante bien al balón. Venía a buscar la pelota atrás, recibía, encaraba y se marchaba con mucha facilidad; y cuando no podía, sacaba alguna genialidad”, explica Castellano. Germán tenía gol, ya se ha dicho, y el maestro lo dejó claro desde su debut en la máxima categoría. Ese día, el de su estreno, con sólo 20 años, le hace dos goles al internacional Sadurní, portero del FC Barcelona, en una victoria (2-1) que enloqueció al Insular. No sería la última vez que pondría patas arriba el recinto de Ciudad Jardín. El primer gol llega “con un tiro por bajo” y el segundo “al culminar una combinación de Gilberto y Correa”.
Es el inicio de grandes temporadas para una UD Las Palmas que pasa de luchar por mantenerse en la categoría a pelear por el título liguero. Por el camino, cuando debía consolidarse en la élite, Germán se pasa casi un año en blanco al cumplir el servicio militar en Sidi Ifni. El club amarillo reúne a una inolvidable pléyade de grandes futbolistas, mayoritariamente canarios. Y en la temporada 67/68 está en disposición de llevarse el título liguero, pues a dos jornadas del final visita al líder Real Madrid con opciones de confirmar una sorpresa mayúscula. Germán aún lo recuerda: “Nos ganaron con un gol ilegal, pero nosotros hicimos un gran partido y estuvimos cerca de ganar… pero Betancort, que era su portero, hizo paradas de gran mérito y les permitió que ganaran aquella liga porque tras la derrota nosotros nos quedamos sin opciones”.
Los amarillos se quedan sin el premio colectivo pero tras ese choque envían a cuatro de sus futbolistas a la selección absoluta. “Tras aquel partido en el Bernabéu se empezó a correr la voz en el vestuario de que íbamos a ir cuatro de Las Palmas a la selección”, recuerda el interior grancanario. Y así fue, ya que Domingo Balmanya citó a Castellano, Tonono, Guedes y Germán para un amistoso en Suecia al que también acudieron los canarios Santos (Zaragoza) y Betancort. El maestro ya conocía la experiencia como internacional juvenil y también había disputado el Campeonato del Mundo Militar, que ganó España en una cita celebrada en Portugal. Pero aquello era otra dimensión. “Había mucha competencia en mi puesto”, explica Germán, que debutó en la roja con una línea media netamente canaria: Santos, Guedes y Germán.
“El debut en Malmoe fue impresionante porque, además, cuatro de los canarios fuimos titulares y Castellano salió en el descanso e hizo el tanto del empate”, recuerda Germán, que realiza “un derroche generoso de esfuerzo” en Suecia y regresa a la selección, ahora con Eduardo Toba, para afrontar la fase de clasificación para el Mundial de 1970. Es “un coloso” en el empate logrado en Belgrado, pero se muestra “frío y desangelado” en la igualada cosechada ante Bélgica en el Bernabéu, por lo que es sustituido por Marcial en el descanso y se queda fuera del equipo en la batalla de Lieja celebrada un par de meses después y que deja a España sin ir a México 70, en beneficio de los belgas. En cualquier caso, al jugar en la selección, cumple su cuarto sueño. Del quinto, fichar por un grande, se quedó a las puertas.
Así, tras frustrarse su pase al Barcelona en su época de juvenil, Germán fue tentado por el Atlético de Madrid. “Hablaron personalmente conmigo porque querían a un jugador para cubrir el puesto de Luis Aragonés, que ya estaba en la recta final de su carrera. Creo que fue en el año 71, cuando acababa de fallecer Juanito Guedes. Entonces los contratos no dependían de nosotros sino de los clubes y los directivos me pidieron que no me fuera. Y me quedé, muy orgulloso, en la UD Las Palmas”. Y poco después, tras casi cuatro años de ausencia, se cerraría su ciclo en la selección tras disputar un amistoso ante Argentina en el Bernabéu (1-0), ya con Ladislao Kubala como seleccionador. Una semana después, en el Insular, estuvo en el banquillo.
“No entendí nunca por qué no jugó más partidos en la selección”, reflexiona Antonio Betancort, que sólo tiene una explicación: “Jugando en Las Palmas estaba muy lejos y eso era una barrera. Tuvo que ser eso, porque futbolísticamente era un fuera de serie. Es verdad que tenía competencia en su puesto, pero ninguno era mejor que Germán”. El testimonio del portero grancanario también lo podría firmar el hombre que precisamente le cerraba las puertas de la selección, el mítico José Ángel Iríbar. Y es que El chopo (18 temporadas como guardameta del Athletic) padeció muchas veces la mejor versión del maestro de Guanarteme. El tinerfeño José Juan Gutiérrez, el nueve de la mejor UD de la historia, recuerda “ver muchas veces a los aficionados rivales levantarse a aplaudir a Germán. Una vez en Sevilla, estaba yo, corearon su nombre. Y en San Mamés le sacaron pañuelos después de dejar sentado a Iríbar antes de marcarle un gol. ¡A Iríbar!”.
“Iríbar tuvo mala suerte conmigo”, bromea Germán, que recuerda que en aquel partido correspondiente a una eliminatoria de Copa: “Arranqué desde el centro del campo y es verdad que me fui de cuatro o cinco antes de marcarle el gol. La gente me aplaudía y me sacaba los pañuelos como a los toreros. No era como ahora, que te silban y te insultan en todos lados. A mí me cogieron cariño. Pero es que también le marqué uno en el Insular por la escuadra desde fuera del área. Entre Gilberto I y yo lo traíamos loco, porque le hicimos muchos goles y muy bonitos”. Con su adiós a la selección y con las puertas de los equipos grandes cerradas, Germán se centró en la UD Las Palmas. A veces, con tantas ganas que le traicionaban los nervios. “Ningún jugador quiere jugar mal, sólo que hay días que las cosas salen mejor y otros en los que no sale nada”, apunta.
Además, ofrece una explicación a la división que generó en el Insular. “Es que cada vez que yo cogía el balón se escuchaba a la gente de fondo murmurando y eso para mí era difícil, porque yo era muy aprensivo, me ponía muy nervioso porque me criticaban mucho. Siempre quería hacerlo bien, pero a veces los nervios podían conmigo. La gente quería que yo me entregara más, que fuera más guerrero, pero yo no era un jugador de pelea. Yo tenía otra misión”. Y así, tras la marcha de José Juan y el fallecimiento de Guedes (y más tarde el de Tonono), fue capaz de convertirse en goleador para liderar la transición en espera de la llegada de los argentinos Carnevali, Wolf, Morete y Brindisi a finales de los setenta. En el curso 71/72 lleva a Las Palmas a la quinta plaza y a su segunda clasificación para la Copa de la UEFA al marcar 15 goles, acabando segundo en la clasificación del pichichi tras Enrique Porta (Granada).
Y en la competición europea, Germán también deja su sello con dos goles al Torino en el Insular en la noche de la histórica remontada (4-0) ante los italianos. Y aunque la UD pasa apuros algún año (en la Liga 74/75 se salva en la última jornada al vencer al Celta en el Insular), siempre se queda entre los grandes. Germán quiere dejarlo en el verano de 1977, tras despedirse con gol y victoria (2-1) ante el Barça de Cruyff, Neeskens, Asensi, Migueli y Olmo, “pero la directiva me dijo que siguiera otro año más”. Sólo juega seis partidos en la Liga 77/78, el último de ellos en Salamanca tres días antes de la final de la Copa del Rey ante el Barcelona. “Miguel Muñoz nos dijo a Paco [Castellano] y a mí que si queríamos jugar aquel partido a modo de despedida y también para dar descanso a los titulares y nosotros jugamos”, recuerda.
Allí, en El Helmántico, empezó otra carrera, la de entrenador. Y aunque ha dirigido en varias ocasiones a la UD Las Palmas, asegura que “nunca me gustó entrenar a la primera plantilla, lo hice siempre por obligación y por compromiso Me gusta trabajar con los más jóvenes”. Así, El maestro ha podido seguir dando clases.