“Será el Pichichi de Segunda División”. Ése fue el vaticinio que el vicepresidente del CD Tenerife, Adelardo de la Calle, hizo durante la presentación como nuevo jugador blanquiazul de Marcelo Leonino dos Santos (Brasil, 1976). No fue su única frase célebre durante el acto. Así, mientras ofrecía detalles y valoraciones sobre el futbolista—“ha fichado por una temporada y cuatro años más, prorrogables”, “se trata de un hombre rápido”, “es el delantero que nos hacía falta”— lanzó una frase definitiva: “En Brasil le conocen como el Romario de los pobres”.
Y el Romario de los pobres fue desde entonces el apodo de Marcelo Santos en la Isla. Su apariencia física era similar a la de Baixinho: 1,70 metros (siendo generosos) y 68 kilos. Pero su pasado, antes de fichar por el Tenerife el 27 de julio de 1999, era mucho más difuso que el del célebre delantero del Barcelona y la selección brasileña. Había jugado en el Vitoria de Bahía, el Santa Cruz de Santa Rita y el Botafogo de Joao Pessoa, obteniendo buenos registros goleadores en la Copa Nordeste, la Copa Maranhao y el campeonato paraibano.
Eso sí, la temporada anterior había militado en el Flamengo. En el de verdad, conviene aclarar. En el de Río de Janeiro, el que juega en Maracaná y tiene la más amplia legión de torcedores de todo Brasil. Eso sí, dada la competencia existente, había jugado más bien poco: sólo doce partidos. Pero había hecho cuatro goles. Y durante su presentación, parecía seguro de sus posibilidades. “Siempre he marcado goles”, “manejo indistintamente las dos piernas”, “soy especialista en el lanzamiento de penaltis”, dijo el jugador. Bueno, en realidad lo dijo la traductora, que era la brasileña esposa de Santiago Llorente, entonces director deportivo.
Y también señaló, a través de su intérprete, que no sabía nada del Tenerife ni de Mauro Sandreani, su técnico, pero que estaba convencido de que le iba a gustar el club, “pues ya Emerson me ha dado buenas referencias”. Y también apostaba por “entrar siempre en los planes” del entrenador. Marcelo Santos sólo jugó 52 minutos con el CD Tenerife, repartidos en cuatro apariciones. Y aunque realizó dos disparos a puerta, no pudo marcar gol alguno.
P.D. Como contrapunto al pronóstico errado sobre Marcelo Santos, hay que decir que Adelardo de la Calle prestó impagables servicios al CD Tenerife durante más de una década, que el proceso de conversión de la entidad en Sociedad Anónima Deportiva hubiera sido irrealizable sin su titánico esfuerzo y que siempre fue un colaborador leal y eficaz de Javier Pérez sin caer en al adulamiento. Y que muchas veces tuvo mejor ojo que aquella mañana de julio. ¿Un ejemplo? Fue el único consejero que defendió a capa y espada la renovación como entrenador de Rafael Benítez.
(*) Este texto forma parte del libro El CD Tenerife en 366 historias, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.