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El Tenerife paga con la derrota en Valladolid otro guion de actor secundario

A base de cubrirse con la sábana para hacerse fuerte desde la defensa, el Tenerife firmó en Valladolid otra derrota que duele más, no tanto por lo que hizo como por lo que dejó de hacer. Hasta el 1-0 de Monchu –un gol al que contribuyó Sylla en una acción que podía interpretarse como fuera de juego y no revisó el VAR–, puso el grupo de Garitano casi nada para ganar y lo que pudo para no perder. El guion, similar en su esencia como antes en Elche, le saca del tren de la promoción –nada trágico–, pero hace crecer la duda sobre el papel que quiere tener cuando no juega en el Heliodoro.

Y luce excusa insuficiente recurrir a las ausencias por lesión, la calidad del rival, los errores arbitrales o los dineros que manejan los obligados a estar arriba, que no son los del Tenerife. Frente a todos esos factores, que también cuentan, el problema del Tenerife peninsular apunta más al papel de actor secundario al que parece habituado cada vez que actúa como visitante. Deja que el tiempo corra, resignado a no encajar un tortazo o a que le aparezca una ocasión del vacío –como una semana atrás–­ y solo cuando lo recibe le asoman la sed de pegada y las ocasiones.

Lo de este sábado entre el viento del páramo de Pucela ya apuntaba a decepción desde el once inicial de Garitano. Ausente Amo por sanción y con Sipcic y Luismi Cruz convocados pero indispuestos, recuperó el técnico a Nacho en su puesto natural, dejó el otro flanco para Buñuel, insertó a Mellot como central junto con Loïc Williams y colocó a Corredera a la espalda de Gallego, con Roberto López como volante derecho y Waldo en el izquierdo.

Con tres titulares escondidos fuera de los puestos donde mejor rentan, el Tenerife arrancó el partido perdiendo de golpe la eficacia de Mellot –decisivo en los goles en Miranda y Elche–, Corredera y Roberto. A la vista del 0-0 tras el primer acto, el resultado confirmaría la validez de la estrategia. Si se ve la botella medio vacía, habrá que convenir en que el Tenerife perdió los detonadores habituales cuando es capaz de llegar por las bandas o la omnipresencia de Corredera si juega de ocho.

Concertados los dos equipos en una primera parte de mucho empeño –el del Tenerife tratando de anular las fortalezas de este Valladolid urgido a no fallar en lo que escondía las suyas–, andando la media hora no se había movido el marcador ni se vio comprometido Soriano, aunque las tarjetas a Sergio y Bodiger –dos faltas consecutivas para cortar un despliegue local que finalmente blocó el francés tras conceder el árbitro la ventaja en la primera patada– revelaban lo que interesaba a cada uno.

A la vuelta de la pausa, metió una marcha más el Valladolid mientras Garitano devolvía a Corredera a su sitio con el cambio de Elady por Sergio, aunque arrumbara al jienense a la banda derecha para que Roberto López también ocupara su papel habitual. El Tenerife tuvo un arrebato para arrancar la segunda fase con una caída al área de Masip que no se repetiría hasta la reacción tras el tanto de Monchu. Y el Valladolid, al que no le servía el empate por el que suspiraban los blanquiazules, volvió a entregarse a dominar el medio juego y a acumular elementos por delante del balón. Le asomaron las llegadas por la banda de Luis Pérez e Iván Sánchez, lo intentó también con la verticalidad por dentro y le surgió el premio en la resolución de una segunda jugada que acabó con el balón muerto para un tiro en la frontal de Monchu. Le pegó con Sylla cazado en un fuera de juego inobjetable, Soriano adivinó la trayectoria y Sylla intervino en la resolución reptando lo justo para que la pelota cogiera puerta sin tocarle. El árbitro no consideró influyente la participación de Sylla en la jugada, ni el VAR lo llamó a consultas. Tras las protestas, media hora para remar contra la marea.

Garitano movió otras dos fichas de inmediato. Entró Aitor Sanz, lento y fuera de punto –una amarilla como balance– y Jesús suplió a un Waldo otra vez estéril, lejos del extremo impetuoso del primer sexto liguero. Al cabo, la ventana de oportunidad del Tenerife solo se abrió con el ingreso de Ángel, un viento de cola que le dio, por fin, otro aire aprovechando el partido a campo abierto con el que no se cubrió el Valladolid.

El lagunero no cazó el remate potable que le sirvió Gallego en el 81, como tampoco Elady un minuto antes. El empuje del Tenerife ya era desesperado para entonces y el 0-2 de Lucas Rosa, cerrando una vuelta mal defendida con un tiro cruzado inalcanzable para Soriano, abrió aún más la herida –una derrota entre desconcertante y decepcionante– de un equipo con la autoestima disminuida.

(2) REAL VALLADOLID: Masip; Luis Pérez, Boyomo, David Torres, Escudero; Iván Sánchez (Lucas Rosa, m.87), Monchu, Juric, Meseguer (De la Hoz, m.87), Anuar (Moro, m.60); y Sylla (Cedric, m.93).

(0) CD TENERIFE: Soriano; Aitor Buñuel (Ángel, m.77), Mellot, Loïc Williams Nacho; Sergio González (Elady, m.46), Bodiger (Aitor Sanz, m.65); Roberto López, Álex Corredera, Waldo (Jesús, m.65); y Enric Gallego.

GOLES: 1-0, m.63: Monchu. 2-0, m.90+1: Lucas Rosa.

ÁRBITRO: Jon Ander González Esteban (Comité vasco). Amonestó a Monchu (m.84) y a los visitantes Sergio González (m.30), Bodiger (m.30) y Aitor Sanz (m.72).

INCIDENCIAS: Partido de la décimocuarta jornada de LaLiga HyperMotion (Segunda División) 23-24 disputado en el estadio José Zorrilla ante 16.409 espectadores.