Las heridas del Tenerife van luciendo en carne viva mientras acumula derrotas, esta del primer viernes de partido sin méritos para acallar al Heliodoro. El Racing de Santander ganó al peso: un equipo de más calidad, bien puesto, dinámico, mejorado con los cambios y letal cuando se le presentó el mano a mano de Arana con Salvi que acabó de derrumbar a los blanquiazules.
Consumido el primer mes de campeonato, el balance asusta más por las carencias que se descubren, cuando no los errores que se repiten, que por la sequía de puntos, uno de doce, una marca que solo empeora los arranques de 1959 y 2015 e iguala las de 1966 y 2010. Lo demás en 72 temporadas en el fútbol nacional fue mejor. Así que la estadística añade otro factor trágico al tinerfeñismo, de vuelta a esas épocas en las que miró al abismo desde el mismo verano.
A las carencias ya exhibidas en los tres primeros parciales del curso, al empecinamiento en perder dos atacantes porque Ángel y Maikel Mesa no ligan en esta salsa insípida, añadió algunas más que abundan en el desconcierto. La incapacidad de sus centrales para completar un partido sin errores con valor de gol o la de su entrenador para dar con una alternativa que devolviera algo de sentido al ataque, desaparecido el medio juego en un equipo que no puede sobrevivir con la imaginación de Luismi Cruz y la pelota al espacio a lo que le dé a Waldo.
Por si fuera poco, un cambio de portero sin el bálsamo de los puntos. La apuesta de Cano por Salvi acalló los murmullos que provocaba Tomeu Nadal justo el día en el que al guardameta no se podía incluir entre los culpables de la derrota. Lució más seguro en las salidas y los balones aéreos, respondió correcto al único tiro por dentro de los verdiblancos (Saúl en el 22) y antes del gol con una vaselina que adivinó a Andrés (m.68). Citado con Arana en la ocasión del 0-1, trató de tapar cuando ya estaba vendido.
El Tenerife hizo un ejercicio de fe primero y otro de resignación cuando el Racing se abrochó al partido. En lo que se ajustaba el grupo de José Alberto, tiraron los locales del guion repetido: sacar petróleo de las carreras de Waldo y los desdobles con David y de generar una caída al área sacando tajada de los balones divididos a los que llegaban antes Luismi que Aldasoro o Diarra que Vencedor.
Directo al área, de aquella forma, le nació una ruptura a Mellot con la línea del Racing a cuarenta metros de Ezkieta que libró al lateral para asistir a Maikel Mesa –ambos sin marca– y obrar un gol que duró lo que tardó el VAR en decidir que era fuera de juego. El 1-0 nonato espabiló al Racing, le dio el medio juego y colocó al cuarteto de atacantes cerca del área de Salvi. La blandura del Tenerife para defender en la zona crítica creó los primeros líos y asomó las dudas ya habituales. Solo la indolencia de Íñigo Vicente y la puntería roma de Andrés no añadieron más fuego al caldo.
José Alberto solo esperó hasta el descanso para meter otra marcha al Racing. Relevó a Pablo Rodríguez por Lago Júnior y avisó de que iba a por los puntos. Ajustó la presión alta, ganó aún más asociaciones por dentro y los desmarques en ruptura de Arana hicieron el resto. En una de esas, recibió de Montero, la tocó en apoyo para Andrés y se arrancó con una aceleración de diez metros –ganando la espalda a Juande– suficiente para recibir de vuelta y plantarse solo ante Salvi. Ya había avisado con una volea cruzada que se fue alta. A la segunda, no.
El gol agarró al Tenerife en lo que Cano decidía si iba o venía. Con el estadio entre los murmullos y los cánticos contra la propiedad, la primera ronda de recambios hizo de los roces cortes. Gallego tuvo media hora en su peor versión: le cayó casi nada cerca, recogió una tarjeta exprés y cuando pillar en el arreón del descuento cabeza y balón no coincidieron. Cantero, puede que cansado de ser solo suplente, se dejó la chispa en el banquillo.
Cano tardó casi un cuarto de hora más en adivinar que el 0-1 no sacaba de pobre al Tenerife, pero la siguiente ventana tuvo de lógica la entrada de Teto y de inexplicable –a primera vista– la de José León por Alves. A Teto poco se le puede reprochar. Lo pongan donde lo pongan cumple. La guarda para generar una salida o jugar a la corta como pocos en este equipo. Camina con el balón al pie y la lleva hasta el balcón del área. Hoy empezó de diez –cuando Cantero se tiró a una banda– y acabó de ocho –con el ingreso de Yanis por Sergio que privó a Corredera de su oportunidad–, resignado a un papel de actor secundario en un Tenerife que pide a gritos su concurso.
A una heroica más pretendida que real, ya con diez el Racing por la expulsión de Saúl, tuvieron los locales la última en un córner que puso Teto al rebumbio del área chica, pero la mano de Ezkieta (portero de aquel 3-3 copero frente al Athletic Club en el que rescató a los leones en los penaltis) dejó el resultado inalterable. Al cabo, un punto de doce, tantos como dudas y decepciones acumulan el Tenerife y su propiedad.
(0) CD TENERIFE: Salvi; Mellot, Juande, Rubén Alves (José León, m.72), David; Luismi Cruz, Diarra, Sergio (Yanis, m.84), Waldo (Teto, m.72); Maikel Mesa (Cantero, m.60) y Ángel (Enric Gallego, m.60).
(1) REAL RACING CLUB: Ezkieta; Michelin, Manu Hernando, Montero, Saúl; Unai Vencedor, Aldasoro; Andrés Martín (Suleiman, m.77), Pablo Rodríguez (Lago Junior, m.46) (Íñigo Sainz, m.88), Íñigo Vicente (Pol Montero, m.88); y Karrikaburu (Arana, m.60).
GOL: 0-1, Arana (m.64).
ÁRBITRO: Iosu Galech Apezteguia (Comité Navarro). Expulsó al visitante Saúl (m.85) por doble cartulina amarilla. Amonestó a los locales David (m.45+1), Enric Gallego (m.67) y Mellot (m.80); y a los visitantes Unai Vencedor (m.83) y Arana (m.91).
INCIDENCIAS: Partido de la cuarta jornada de LaLiga Hypermotion (Segunda División) 24-25. Heliodoro Rodríguez López, ante 15.158 espectadores.