Antonio César Núñez Freitas, 'Toninho Gaucho' (Pelotas, Brasil, 1980) se define como “un peregrino del fútbol, un profesional que está de paso en cualquier lado”. Ha jugado en 17 equipos distintos de nueve países. Clubes de Uruguay, Portugal, Colombia, Azerbaiyán, Panamá, Bielorrusia, Suecia, España y su Brasil natal configuran un palmarés insólito.
Llegó a Gran Canaria, procedente del Gandía de Valencia, con una sorprendente oferta de la UD Guía debajo del brazo. Ese fichaje 'mediático' se frustró nada más pisar tierra en octubre pasado. “No hubo acuerdo con el presidente, por eso estoy entrenándome y jugando con la UD Atalaya de Guía, de regional preferente. Me tratan muy bien en este club, pero yo soy un profesional del fútbol y me gano la vida con mi oficio. Si me pagaran, me quedaría encantado hasta final de temporada”, explica el delantero.
Formado en las categorías inferiores del Juventude de Brasil, donde coincidió con Cafú, su trayectoria de idas y venidas internacionales comenzó en el Rentistas de la Primera División uruguaya, donde disputó el Torneo Clausura en 1999; después regresó a su país, para sólo unos meses después dar el salto al Naval de Portugal.
La aventura europea, que más tarde retomaría, no cuajó a la primera y, tras un breve paso por algunos clubes brasileños, se marchó a Colombia. “Fui al equipo de René Higuita, el Bajo Cauca”, apunta, “Higuita es todo un personaje. El equipo estaba patrocinado por el narcotráfico y cuando marcábamos algún gol, los aficionados lo celebraban con un ráfaga de disparos al aire. Pasaba verdadero miedo, así que cogí de nuevo las maletas porque el ambiente no era el más idóneo”, rememora.
El EC Karun de Azerbaiyán fue su siguiente y exótico destino, “no los entendía y ellos tampoco a mí, así que la aventura duró poco”. Sólo unas semanas después ya estaba en Panamá para fichar por El Chorrillo, el club donde empezó a despuntar Rommel Fernández, durante años ídolo del Rodríguez López.
Salto a Bielorrusia
Su paso por Centroamérica fue también breve pero productivo. Sus goles llamaron la atención del FC Vitebsk de Bielorrusia. “El primer día que fui a entrenarme estábamos a 25 grados bajo cero. Vitebsk es una localidad cercana a la frontera con Polonia, donde los inviernos son inaguantables para un brasileño. Firmé un contrato por ocho meses pero sólo resistí allí tres”, relata.
Umea, una ciudad sueca famosa por su Universidad, fue su último club de destino antes de fichar por el Tortosa, de la regional catalana. “Fue una buena época, aunque mis miras estaban puestas en Segunda B. El problema viene porque mi pasaporte es brasileño y en España sólo puedo jugar en Primera, Segunda división o en categorías regionales”, detalla.
Toninho, a su 28 años y muchos kilómetros recorridos, ya sopesa nuevos destinos, nuevas culturas que amplíen su extraordinario palmarés. “Tengo algunas ofertas de clubes de Hungría, Austria y Grecia. Mi equipaje siempre está preparado”, sentencia este nómada del balón.