Regresa el eterno capitán. Desde su último partido defendiendo la casaca grancanaria, (22 de mayo de 2011) han transcurrido casi dos años para que la marea amarilla del Centro Insular de los Deportes pueda agradecer todo el trabajo que desempeño en sus diez temporadas de claretiano.
Hombre récord en el campo y fuera de él y desde que llegó al CB Gran Canaria encabezó la época más gloriosa de la entidad. Logró las primeras clasificaciones para la Copa del Rey y fue de los primeros en luchar por los playoffs por el titulo. Su compromiso, lucha y entrega eran las señas a seguir por todo un vestuario, que con los años ha seguido manteniendo su misma filosofía; hacer del equipo una familia. Un familia que se acordó de él en la historia gesta de Vitoria, en el mes de febrero, donde al vencer al Uxue Bilbao alcanzaron por primera vez unas semifinales.
Diez temporadas que cubrieron de gloria al Gran Canaria, codeándose con los mejores y haciendo salir de rodillas a los colosos que pisaban el parque insular. Su incalculable trabajo defensivo hizo gestar muchos triunfos, siendo un jugador que siempre se sacrificaba por el bien común: el triunfo del equipo.
Sus números tampoco pasan desapercibidos para nadie, ya que poco a poco fue superando récords de la historia claretiana hasta convertirse (junto a Savané) en leyenda viva del Gran Canaria. Lidera las clasificación de partidos jugados en ACB con la casaca amarilla (357), así como el número de minutos jugados (7.422). A pesar de su condición defensiva, consiguió superar el que considera el récord más especial, el jugador con más triples anotados de los amarillos.
Con 335 lanzamientos convertidos más allá de los 6,75 metros (6,25 hasta el año 2008), Jim Moran consiguió superar a su gran amigo Jason Klein, especialista en la materia que dejó el club con sólo tres triples menos (332), aunque habiéndose retirado cinco años antes. Por último, también lidera el número de recuperaciones de un jugador del Gran Canaria (296), en una muestra de su entrega y brega en la cancha.
Este domingo, todos y cada uno de los aficionados amarillos podrán devolverle ese calor que entregó en el campo en cada partido. Una hinchada que aún no entiende los motivos de su salida, ajenos a una cuestión deportiva, pero que quiere agradecer los servicios prestados con un gesto único. La retirada del dorsal 20 (que nadie ha usado en estos dos años) será la primera camiseta que luzcan las paredes del pabellón de la Avenida Marítima en sus cincuenta años de historia.