Los penaltis del partido disputado el domingo entre las selecciones de fútbol de España e Italia han marcado un récord de audiencias en la historia de la televisión, ya que despertaron el interés de un media de 15.372.000 espectadores, con una cuota del 77,5%.
El minuto más visto se registró a las 23:20 horas (peninsular), cuando Cesc Fábregas lanzó el último penalti, que dio la victoria a la selección española, alcanzando una audiencia de 15.922.000 espectadores y 79,9% de cuota, según el análisis realizado por Barlovento Comunicación.
El momento final del partido se ha convertido en la emisión más vista de la historia de la televisión, desde que el 1992 se comenzaron a medir las audiencias, por delante de las votaciones de Eurovisión, cuando participó la cantante Rosa, en mayo de 2002.
La victoria de la selección española frente a Italia fue seguida en Cuatro por una media de 11.501.000 espectadores con un 68,8% de cuota de pantalla, mientras que durante la prórroga aumentaron el número de espectadores hasta 14.131.000 (el 72,1% de cuota).
Fiesta en la calle
Miles de aficionados españoles, la mayoría enfundados con los colores de la roja, se lanzaron el domingo en la céntrica plaza madrileña de Colón a festejar el pase de su selección a las semifinales de la Eurocopa 2008, con lo que rompió el maleficio de los cuartos y, especialmente, el de Italia.
Con gritos de ¡España!, ¡España! y de ¡Iker, Iker!, entre otros, los seguidores de la roja que vieron el partido en la pantalla gigante instalada por una cadena de televisión en la Plaza de Colón, estallaron de alegría tras ver como Cesc Fabregas convertía la pena máxima que metía a España en la ronda de los cuatro mejores y dejaba en la cuneta a Italia.
Eran gritos de júbilo, de liberar la tensión acumulada a lo largo del partido y, especialmente, en la tanda de penaltis.
Los presentes ya habían empezado a congregarse desde varias horas antes del inicio del encuentro en una Plaza de Colón que pronto pasó a convertirse en una ola roja, sin que nadie se moviese de su puesto. Y eso que los 34 grados de temperatura en Madrid fueron paulatinamente aumentando a medida que los aficionados iban sumando presencia.
Con los lanzamientos de penaltis fue aumentando la tensión de los seguidores, que siguieron en total silencio los lanzamientos de los españoles y silbaron los de los italianos, esperando descentrar a los azzurri como si no existiesen los miles de kilómetros que separan la capital de España de Viena.
Algo de desánimo llegó tras el penalti que el meta italiano Gianluigi Buffon paró a Dani Güiza, que venía a establecer la igualada en los lanzamientos después de una parada anterior de Casillas, pero el portero del Real Madrid detuvo el siguiente disparo de Di Natale y devolvió la alegría, las esperanzas y los gritos de ¡España, España!.
Cesc Fábregas marcó el último penalti y los aficionados españoles se lanzaron a las calles a celebrar un triunfo ya considerado histórico y que viene a romper mitos negativos y pesimismos.
No sólo fue la Plaza de Colón la que congregó en Madrid a los aficionados. Muchos aficionados prefirieron también seguir el partido en bares. Ahí también se vivió tensión, para después explotar de alegría.
Algunos, sin duda, ampliarán los festejos hasta altas horas de la madrugada madrileña; pero seguro que en su casa o, el lunes, en el trabajo, se lo permitirán. Y es que este 22 de junio se ha roto la maldición italiana y de los cuartos.