El motor, la fuerza que movía a aquel Claret Mutua Guanarteme que logró el ascenso a la Liga ACB en 1985, tiene nombre y apellidos: Pepe Moriana Santisteban. Presidente del club en aquel momento, el éxito del equipo que despertó la pasión por el baloncesto en Gran Canaria fue el resultado de su empeño personal. El Hotel Fataga, de su propiedad, funcionaba entonces como oficina de una entidad que, 25 años después, se ha consolidado entre los mejores conjunto del panorama nacional.
Alejado de los focos desde hace dos décadas, Moriana disfruta en su asiento del Centro Insular de Deportes de los éxitos del Granca y, a título personal, se siente reconfortado cuando “un desconocido me reconoce y me agradece el trabajo” realizado al frente del Claret. 25 años después del partido, en el polideportivo García San Román, repasa y rememora -junto a CANARIAS AHORA- aquel histórico día que varió el rumbo del club grancanario.
-Este martes, 20 de abril, se cumplen 25 años del ascenso del Claret Mutua Guanarteme a la Liga ACB. Tanto tiempo después de aquella victoria sobre el Nissan Maristas Málaga, si mira hacia atrás, ¿qué recuerdos le trae aquel partido?
Fue, tras 22 años de intenso e ilusionante trabajo, la culminación de un sueño. Porque, sin lugar a dudas, aquel ascenso fue la apuesta por la fe de un sueño que, al final, se hizo realidad. Y es que antes de aquel momento hubo mucho trabajo. Organizar clínics, confiar en el baloncesto de base, programar y planificar el proyecto e intentar flotar en unas circunstancias en las que el deseo y la voluntad eran más fuertes que las dificultades. Y de aquel día, en concreto, recuerdo la ducha, con traje y corbata, que me pegaron los jugadores en el vestuario del pabellón García San Román y la celebración en el Hotel Fataga, donde degustamos un cochinillo al horno que en andas entraron, desde la cocina al comedor, los jugadores y que iba vestido con la camiseta del Claret.
-Fue, además, una hazaña en el baloncesto español. Paso meteórico, en unos meses, desde una categoría regional a la elite, ¿no?
Cierto. De Segunda a la División de honor mediaron 18 meses, hazaña que, hasta donde yo sé, aún ningún club ha igualado. Esos crecimientos, además, tan rápidos siempre traen dolores de rodilla. Los sufrimos, pero los superamos. Otra cosa fue la lucha por las infraestructuras y la gran batalla, que perdí, en primera persona, por intentar frenar la avalancha de criterios mercantilistas que aparecían en el baloncesto español, liderados por, como siempre, los que me apetece llamar buscadores de pesebres.
-Y después del aquel partido, llegó el debut en la ACB (ante el Español en Barcelona), los partidos en el pabellón de Tamaraceite y el boom que generó el fichaje de Willie Jones. Fueron tiempo duros -a nivel de resultados-, pero que dejaron grandes recuerdos y que sirvieron para plantar una semilla que ha florecido con la forma del actual GrancaboomGranca.
Lo que yo destacaría, con mayor significación, es la cantidad de jugadores de la cantera que participaban en aquellos equipos. Fueron tiempos duros, dice usted, pero para mi fueron tiempos de aprendizaje. Fue como realizar un master de vida. Y, de esa aventura, quiero recordar a los empleados del Hotel Fataga, que se encargaban de toda la logística del club: Bibiano, Juan Antonio, Anselmo, Mari Peña, Esmeralda, Yoyo, Boro y, en especial, a aquel auténtico señor Auyanet, canarión autentico que trabajó horas y horas con pasión. En esa epoca no había tiempo ni lugar para palcos. Existía responsabilidad, compromiso y, sobre todo, amor por y para lo que se hacía. Lo que no habían eran perras.
-Aquel equipo puso los cimientos sobre los que reside el CB Gran Canaria. ¿Cuál fue la clave para que el Claret diera el gran salto?
Usted habla de equipo, yo prefiero hablar de club. El club era ya de la ciudad, de la Isla, si es que alguna vez no lo fue. Para mí siempre fue así, aunque muchos no lo aceptaran y pusieran mil y una trabas para evitarlo. Se redactó un manifiesto que, recuerdo con orgullo, firmaron todas las Instituciones deportivas y culturales de la Isla, así como personalidades relevantes -incluso firmó hasta el obispo don Ramón Echarren- en el que se simbolizaba la entrega del club a la Isla y pasaba a llamarse Gran Canaria. Con emoción recuerdo aquel acto, celebrado en la antigua federación de futbol, en el que el director de Colegio Claret recordó que “como dicen las sagradas escrituras algo tiene que morir para que algo nuevo nazca”. Me sentí muy orgullosos y feliz.
-25 años después, salvando las distancias y las diferentes circunstancias, la esencia de aquel Claret, que funcionaba como una gran familia, se mantiene como base del actual CB Gran Canaria.
Le diré que las esencias de aquel Claret, la filosofía que poseía, fueron la columna vertebral para que el Granca esté donde está. En mi caso lo sigo queriendo. Cada partido lo vivo en nuestro pabellon, con Pepi -mi mujer- y los mismos amigos de siempre, en mi mismo asiento de abonado desde que se inaguró el pabellon, con la misma intensidad de siempre, o incluso quizá mas, porque hubo una época en la que me preocupaba más el cómo pagar a los deportistas que el resultado de los partidos. Pero, además, creo y añado que la exigencia de respeto a la propia identidad debe ir de la mano de la decisión de la constante transformación que debe ser la exigencia del ser. Aunque parezca paradójico, uno sigue siendo cuando, aceptando lo que ha sido hasta ahora, sabe hacer algo nuevo con ello, pero si se olvida de donde viene, como pasó al principio, comienza el principio del fin
-En aquella temporada hubo un momento fundamental, el cambio en el banquillo: Pepe Clavijo tomó el relevo de Raymond A. Towsend y el equipo se lanzó hacia el ascenso.
Towsend fue un gran entrenador, lo dejó pronto, pero el trabajo ya estaba hecho. Pepe Clavijo, mi querido Pepe Clavijo -qué mal le hemos pagado- destapó la botella y nos mojó a todos.
-De aquel proyecto, ¿qué hombres considera fundamentales para explicar aquel éxito?
Todos los jugadores que componían la plantilla fueron unos héroes. Todos los aficionados que nos seguían nos daban fuerza. Todos los periodistas que hacían de altavoces de nuestro trabajo y todas las empresas que colaboraban con su publicidad nos comprometían, pero sobre todo la pléyade de jugadores de las categorias jóvenes que, ilusionados, se entrenaban mirándose en el espejo de los grandes. Hombres dice usted, y mujeres también, que como la mía sufrían todo aquel disparate -entre comillas lo de disparate- y nos ayudaban con ilusión.
-¿Se imaginó, se le pasó por la cabeza en alguna ocasión, allá por 1985, que el Claret, 25 años después, estaría asentado en la elite del baloncesto español y que pelearía por los títulos de ACB, Copa del Rey y competiciones europeas?
Claro. Ese era el objeto y el fundamento.¿Por qué, entonces, pusimos tanto empeño en rectificar el proyecto del Centro Insular de Deportes, que inicialmente sólo iba a tener un aforo para 300 espectadores, y convertirlo en lo que es ahora? ¿Por qué, entonces, organizamos aquella exitosa Copa del Rey, la mejor de las celebradas hasta entonces? ¿Por qué apostamos por el intento de crear la Copa del Atlántico? ¿Por qué, entonces, presentamos el proyecto a la ACB de montar una Liga Europea? ¿Por qué, entonces, el fustrado plan -otra vez los poderosos- de paralelamente a la Liga ACB hacer otra de equipos júniors para así darle competitividad a nuestros canteranos? Quizá nacimos 20 años antes. La incompresión y, a veces, la cobardía o el egoísmo son malos compañeros de viaje y, sobre todo, el acomodamiento y dejar la lucha a un lado para ser sencillamente encantador.
-La progresión del club, en las dos últimas décadas, ha sido manifiesta, pero no acaba de pegar el estirón definitivo. ¿Considera que se valora como se merece al Granca?Granca
Aquí me pierdo. No estoy muy al tanto. Mi proyecto era, en esencia, hacer que cada día hubiesen más niños jugando al baloncesto, que hubieran más canchas, más equipos, más entrenadores, ligas de las categorías inferiores más dignas y mejor organizadas, clínics con solvencia y no negocios, más prensa y ser libres, independientes y autosuficientes. Ese era mi proyecto.
-Gracias por liderar aquel proyecto, aquella utopía, que ahora nos permite disfrutar con el CB Gran Canaria en la Liga ACB.
Gracias a usted por invitarme a este aniversario. Si me permite, para mi es el 47 aniversario porque, allá por 1963, confeccioné los primeros estatutos del Claret, fundé el Instituto de Baloncesto Claret y a las siete de la mañana entrenaba a un grupo de niños de 10 años entre los que se encontraba la persona que me sucedió como presidente del club, don Lisandro Hernandez.