No hay, en el baloncesto FIBA, reto más peliagudo que ganar al Barça. De figura imperial, campeón de la Supercopa, la Copa del Rey y la Euroliga, el equipo azulgrana emerge en el horizonte como un pico inalcanzable, como un ochomil en medio de la más elevada cordillera, en cuya cumbre resulta imposible hollar. Pero, salvo que se demuestre lo contrario, no hay reto inasequible y en toda hazaña siempre hay un pionero. Y en esas, en la aventura de reventar todos los pronosticos, se encuentra el Gran Canaria 2014.
Nadie da un duro por el Granca. Ni en las apuestas (donde la victoria claretiana se paga 10 a 1), ni entre varios gurús de la prensa nacional. Tendencia lógica, la que barrunta un triunfo aplastante del conjunto culé, cuando el Barça se ha mostrado intratable durante toda la temporada -tanto en la Liga ACB como en Europa-. Récord de partidos ganados en la fase regular (31), invicto como local, demoledor en todas las circunstancias (en partidos de tanteo bajo o de marcador desmadrado) y una plantilla magnífica sirven como argumentos para escenificar el potencial azulgrana.
Pero si hay un equipo que posee el antídoto, la kryptonita, para neutralizar al Barça ese es el Granca, que en las últimas cinco temporadas ha mandado a la lona al gigante catalán cada vez que se presentaba por el Centro Insular de Deportes. Esos antecedentes, al menos, iluminan algo el camino del conjunto amarillo en la dura travesía -al mejor de tres partidos- que inicia este viernes (20.00 horas, Televisión Canaria) en el Palau Blaugrana y que proseguirá -este domingo- en el pabellón de la Avenida Marítima (11.30 horas).
No son muchas, a priori, las opciones que tiene el Gran Canaria 2014 para morder al Barça. Y todas pasan por dos escenarios que no se discuten: un partido perfecto -sin la más mínima concesión- en el bando claretiano y una desorientación -promovida por la euforia, la confianza y la maña amarilla- en las filas locales. Si esas circunstancias cristalizan, entonces habrá partido y habrá eliminatoria.
Marcus Norris (letal para el Barça el 18 de octubre (67-65)), Jaycee Carroll, Jim Moran, Taph Savané, James Augustine, Tomás Bellas, Josh Fisher, Melvin Sanders, Will McDonald y Dan Kickert tendrán que elevar al máximo exponente su rendimiento para contrarrestar todo el talento que Xavi Pascual (técnico culé) tiene a su disposición: Ricky Rubio o Jaka Lakovic (o Víctor Sada), Juan Carlos Navarro o Gianluca Basile, Pete Mickeal o Roger Grimau, Fran Vázquez o Terence Morris (o Jordi Trías), Erazam o Boniface Ndong, mil y un combinaciones para disponer en pista de un quinteto demoledor.
El Barça, de tan sobrado que va, no da tregua. Pero siempre hay una primera vez. Antes de que Edmund Hillary completara con éxito la ascensión del monte Everest, muchos fracasaron en la misma empresa. Ahora, 57 años después de aquella gesta, el Granca encara en el Palau Blaugrana su primer ochomil. Y para hollar en la cancha de la Ciudad Condal sólo tiene que encontrar la ruta correcta y contar con la compañía de su particular Tenzing Norgay. ¿Habrá algún valiente que haga de sherpa?